25 noviembre, 2005

Maneras de vivir

Las ciudades latinoamericanas se parecen muy poco a las europeas en general, y muy especialmente a las españolas. Nosotros estamos acostumbrados a vivir en la calle y por eso nos gusta tanto que las calles estén cuidadas, limpias, adornadas, con buenas aceras y los adoquines bien puestos. Es parte esencial de nuestro modo de vivir asumimos con la naturalidad con que se toma lo evidente el pasear por la calle, el callejear. El paseo es la imagen por antonomasia de nuestra vida, que es vida eminentemente ciudadana. Individuos solos, familias, grupos de amigos, muchachos y pensionistas, todos demorándose en las plazas, parándose en los escaparates, deteniéndose cada tanto a hablar un buen rato con el vecino que se cruza o el amigo que se encuentra.
Nada que ver con lo que ocurre en Latinoamérica, en cuyas ciudades la calle sólo existe para los pobres, los marginados y marginales, los que no tienen otro lugar para estar, o no tienen otro lugar mejor que esas calles que son malas calles. Todos los demás los evitan a ellos y para evitarlos procuran no pisar las calles. Las transitan únicamente en coche y a toda prisa.
Escribo esto recién llegado de un corto paseo, solo, por un par de avenidas principales del Recife viejo. Tengo por norma hacerlo así siempre en estas ocasiones, pese a que los amigos nativos me lo desaconsejan vehementemente y, al ver que no me convencen, insisten en llevarme y acompañarme en coche, para mantenerme a buen recaudo de las masas desconocidas. Pero para la mentalidad de un europeo eso equivale a no conocer la ciudad, a no haber estado realmente en ella. Y para la mentalidad de un aldeano de Asturias, significa acojomplejarse (esta palabra la acabo de inventar, tal mente como si estuviera poseído por Gil y Gil -q.e.p.d.- o Jesulín) ante el peligro de los pobres resulta algo aún peor que la pura cobardía, es cobardía mezquina.
Pero no se crean, el paseo fue cortito, una hora. El mínimo imprescindible para ver tanta gente humilde parada en las esquinas, vendedores y vendedoras de todo, tiendas ruinosas, negocios decrépitos, gente semidesnuda que pasa largos ratos en los balcones, con la mirada lejana y como meditando por qué no tienen nada que hacer, por qué no hay nada que hacer con su destino. Huele a fritanga en cada cruce, el aire lleva especias, hay aroma mejor que el de cualquier restaurante caro en estas rutas de la pobreza donde la pituitaria invita al placer que el ojo niega. Y el calor, un calor intenso y húmedo que hace del sudor la sustancia primigenia de los cuerpos.
Mas retornemos al tema poco a poco. Anoche estuve en casa de un colega de aquí, tomando unas copas junto con otros compañeros de congreso. No exagero ni tanto así al afirmar que es la segunda casa más hermosa e impresionante que he pisado en mi vida. Uno cruza la entrada y se ve en un salón inmenso, magníficamente amueblado y con esa sobriedad en el adorno que es indicio de elegancia natural de los moradores. Toda una pared de ese salón es un gran ventanal que deja paso a una terraza larguísima, desde la que se divisa toda la noche de Recife, pues es un decimosexto piso. Hice ahí la foto de al lado. Ya estaba impresionado de sobra cuando el anfitrión nos invitó a subir, copa en mano, a la azotea. Indescriptible. Con una piscina para él solo, sitio para tumbonas y mesas en las que sentarse a contemplar la ciudad entera y a exterminar las botellas de güisqui, mientras la conversación se retuerce sobre si es más emancipatorias la filosofía de Habermas o la de Rorty, o sobre qué doctrina constitucional resulta más apta para que pueden realizarse mejor los derechos sociales. Manda güevos.
Y conste que es buena gente, no me cabe duda, tanto el anfitrión como el resto de la compañía. Sólo que participan con naturalidad e inadvertencia de un modo de vida que tiene siglos y que marca una frontera infranqueable entre las clases sociales. Los que viven bien saben de los pobres por los libros y por lo que se ve desde el balcón o desde el coche. La frontera es en primer lugar frontera entre la calle y el inmueble. Como he visto tantas veces en tantos lugares a este lado, acceder al edificio es cosa muy parecida a lo que era antes del 89 pasar desde el Oeste a la Alemania comunista, guardias, barretas, empalizadas, controles, registros a veces, perros. A un lado del mojón fronterizo el pueblo; al otro, los ricos, que son la nación soberana. No se usan pasaportes para atravesar de una parte a otra, porque no se pasa. Los humildes tienen prohibido acceder al territorio de los solventes, salvo con el visado de personal de servicio, en traje de chofer o de lavandera. Los ricos no cruzan a la otra parte nunca, sencillamente porque no les apetece, igual que evita la selva peligrosa el urbanita metropolitano que no tiene el cuerpo para aventuras ni el alma para sobresaltos.
De modo que la calle es la selva, y la ley de la selva será, por lógica, la que la gobierne. Poco habrá de extrañar que esos que la habitan miren raro al que pasea con aire aburguesado o despiste de turista ocioso. Tampoco puede chocar que, si tienen oportunidad, se desquiten, ya sea por las buenas, pidiendo unas monedas, o por las malas y con auxilio de algún pincho. Todo territorio autónomo tienen sus impuestos, y éstos no son más que el cano por uso de lo que es de los pobres, de la calle. Proteccionismo, al fin y al cabo; no son tan distintos de las naciones ricas. Si una de estas personas de la calle quiere viajar a Europa, nuestra policía de fronteras le exige que acredite ingresos suficientes, y si no los tiene o no los muestra no le dejan entrar. En las calles de aquí también quieres comprobar cómo anda uno de pasta y ponerle unas tasas.
¿Adónde van los burgueses de estos países cuando salen de casa? Sencillo, de casa de unos a la de otros o al club social. ¿Y no pasean nunca? Sí, en los centros comerciales. En estas capitales los grandes centros comerciales, perfectamente guarnecidos, son el sucedáneo de las calles y las plazas, el nuevo ágora donde la flor de la sociedad se contempla a sí misma en un ir y venir que sirve nada más para verse y ratificarse mutuamente que están juntos y fortificados ante el peligro de los bárbaros (no estaría mal una lectura de la novela de Coetzee, Esperando a los bárbaros, en esta clave). Deberían hacerse asambleas en estos centros y tratar allí de los asuntos de la ciudad, pues es el lugar donde entran y se reúnen los que tienen los derechos, los que quieren y pueden mandar, donde no hay riesgo de que irrumpa o interrumpa el extraterritorial, el ajeno, el alienado, el esclavo, el negro, el famélico, el ladrón.
Se comprende por qué las calles están descuidadas, las fachadas cayéndose, las aceras decrépitas, por qué no hay escaparates con cosas bonitas que se puedan contemplar gratis, terrazas donde tomar café o cerveza contemplando a la gente. Los que pueden pagar esas cosas no usan las calles, los que usan las calles no tienen con qué comprarlas y las toman sin más. A cambio, a los pudientes les preocupa la pobreza como concepto teórico y problema filosófico. Gente con conciencia, qué duda cabe. Con mala conciencia.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Falta que nos diga la filiación o simpatías políticas del dominus de esa casa tan preciosa, apuesto triple contra sencillo a que es de izquierdas.
Que la derecha , que todo lo basa en el mérito , la capacidad y el esfuerzo personal sea clasista no es de extrañar; pero que la izquierda de papá que tanta cárcel pasó cuando Franco y tanta miseria y tanta discriminación y tanto fusilamiento sean los primeros que quieren una casa y unas vistas como las del post no sólo clama sino que indigna, todo ello luciendo una camisa con el careto del asesino Ernesto Guevara, por eso comprenderé del todo a un ciudadano menesteroso que ponga el pincho en el pescuezo a un lauto de izquierdas y le deje sin un euro o sin un real, lo comprendo y lo disculpo y si lo veo miro para otro lado y si me interroga la policía para que auxilie a la justicia, le respondo : ya estoy ayudando a la justicia no colaborando con sus agentes.

Anónimo dijo...

Ostia que fascismo garciamado, hoy viene publicado que el Pepiño Blanco este del PSOE confundió el título de éste blog : Dura Lex , con la marca de cristal irrompible Duralex. ¿Lapsus? , ¿encefalograma plano? ¿más burro que un arao?

Anónimo dijo...

Lo que ha expresado el profesor, es la evidencia que la última revolución Sudamericana iniciada por tu querido Ernesto Guevara (anónimo), fue un fracaso.
Ha quedado lo peor de él (Castro en Cuba). Un personaje que al menos en apariencia (y en el inicio de la revolución en Cuba) quería cambiar su pais de la "tiranía" de Batista y sus amigos yankis. Pero que una vez accedido al poder, debió parecerle cómodo el sillón.
Anónimo, tú yo, vemos las cosas de distinta manera, antes de nada, tú has sacado el tema de Che y de la ameba de Paco.
Llamas asesino a Ché, pues es cierto que mato a gente, pero estos fueron en combate, y durante el transcurso de la guerra civil en Cuba. Me dirás, que muy rojo, pero que menuda disciplina tenía, fusiló a algunos desertores, es cierto, pero al menos estos rojos de sudamérica, tenían mas cabeza y posiblemente menos corazón que los de la guerra civil española (por otro lado, así les fue y por degracia también nos fue a los que les sucedimos).
Pero si eres estudiante de derecho o lo fuiste, sabes perfectamente que no se puede emplear ese término para estas circunstancias que te he explicado. Sin embargo, te voy a poner un ejemplo de asesino (y vuelvo a repetir tú has sacado el tema, yo he lo re reconducido a donde me ha dado la gana, eso sí). Asesino es el Coronel Yagüe, que pese a darse las condiciones explicadas anteriormente, estaban en la guerra civil..., el cabrón de él (y este término no lo digo en el buen sentido, como lo hice en el anterior tema del blog), asesinó a 2.000 personas en la plaza de toros de Badajoz. Estas dos mil personas se componían de militares, escasos porque la mayoría fueron fieles a Franco; políticos en el más amplio sentido de la palabra: militantes de base, bajos dirigentes, en general confesos republicanos; civiles combatientes, que aquí clama al cielo y es indignante que aunque bien me digas que eran igualmente combatientes (por supuesto que para mí lo eran) Franco no les reconocía el estatuto de soldados... con las consecuencias que bien sabes eso implica, con lo cual mató y asesinó a civiles (y aquí si se aplica los requisitos del asesinato, los cuales si quieres te los explico, pero estoy seguro que lo sabes perfectamente) el Coronel Yagüe en ese momento, y posteriormente por su "heroica" aportación a tu patria (anónimo, a veces me parece que esa es la patria que tanto defiendes) ascendió a General.
Sé que me vas a hablar del crimen de Paracueyos, por supuesto que fue igualmente atroz, y me dirás que Carrillo es un asesino..., pero hay una diferencia, Yagüe reconoce en unas declarasiones posteriores por qué lo ha hecho, dando una justificación bstante débil, que no viene al caso, aunque posteriormente es negado por la propaganda franquista. Y Carrillo, no lo ha reconocido, y no hay ningún documento ni nada parecido que le incrimine. Pero, bueno, como todo, cada uno que crea lo que quiera.
Además, no hay comparación posible, puesto que uno defendía la democracia (sistema en el cual, se permite la existencia de cualquier pensamiento, expresada o manifestada en partidos políticos contrarios a la democracia, como era y es el caso de Falange), mientras que la otra panda de cabrones, solamente querían imponer sus ideas a todos los españoles.
Esto hay mucha gente que no lo sabe, muchos saben "todo" sobre la II Guerra Mundial, pero de lo que pasó aquí, na nai, hay quien dice que Franco fue un cabrón y tal, pero no tiene ni puta idea por qué, y lo mismo pasa a la inversa, dicen que fue el salvador y otras cuantas chorradas más. Eso sí, al menos los primeros aún desconociendo la causa de lo que dicen, aciertan en su diagnóstico (al menos tenían un 50 % de probabilidad).
Esta vez, sí que me he desviado del tema, y pido disculpas por ello a quien está sufriendo estas lineas y le importa un carajo este tema.
Pero como a mi me sirve para desahogarme, ahí queda.

Anónimo dijo...

Teté, no pienses por mí, no te voy a argumentar nada de Paracuellos o del doctor Carrillo, yo no grito consignas, ni las sigo, en todo lo que has escrito de los 2000 de Badajoz y Franco y lo de cuando Franco quería imponer a todos sus ideas, no hay nada novedoso, nada original, te has creido todo lo que has leído sin criticar nada, se ha hablado en este blog de criticar lo que opina el docente y tal , pero me doy cuenta que hay "verdades oficiales" que los cerebros se tienen que creer a pies juntillas, como un documento indubitado teté.
Y no te cortes en emplear tacos teté, menos cuando rebatas un argumento, en ese caso estarías utilizando la falacia ad hominem y no serías racional.
Donde estás fino, desde mi punto de vista, es cuando opinas que : cada uno piense lo que quiera, muy bien pensar y que no piensen por tí ni el asesino del Ché, ni los de las consignas de Badajoz y cuando Franco, novedades.

Anónimo dijo...

Es impresionante su aguzada capacidad de observación.De hecho, la desigualdad social es el mayor problema de América Latina.Para algunos, producto del proceso de colonización, para otros, resultado de una alienación de las élites locales, el abismo social entre ricos y pobres sólo parece aumentar en América Latina. mi Consuelo es no perder la capacidad de indignarme con esa situación que parece no ser exclusiva de esos lados del atlántico y sobre todo percibir que tales cuestiones constituyen preocupaciones para alguien como usted. Además que sean impresiones de un europeo, esas observaciones parecen apuntar el enfrentamiento entre dos formas de civilización pero que creo que escondan una absurda semejanza entre las dos. ¿acaso el modo de vivir europeo, coronado con el adviento de la Comunidad Europea, consiguió superar el abismo que separa los marroquíes y los españoles, o europeos de una forma general? ¿y lo que decir de los franceses y africanos de los alrededores de París? ¿acaso la unificación del modo de vida europeo, que tan bien convive con la pobreza de la vecina África, no transformó Europa en la azotea de donde se puede vislumbrar las calles del sur? con esas cuestiones, no piense que estoy aborrecido con el comentario. Al contrario, por veces trago conmigo el aún espanto ante lo que parece ser sólo indiferencia. mis saludos profesor, esperando poder volver a verlo en breve. Gracias una vez más por la estada en Recife. David

Anónimo dijo...

MENTIRA!!! Es facil criticar algo que no se conoce. Pero és trágico quando lo hace un europeo. Más tragico quando un professor. Alienados son los que hacen acusaciones infundadas. Es como decir "son malos los españoles porqué son genocidas". Qué se sabe de la vida brasileña? Los europeus saben muy bien como vivir: matan quién no está de acuerdo. E buenas noches.