08 octubre, 2006

Bodas civiles. Por Ariadna.

En la madrugada del pasado sábado nos contaba Ariadna, trasnochada, su impresión sobre las bodas civiles, lo pobre de su ritual y lo limitado de la lírica que en ellas se maneja. Confirma mi vieja sospecha de que el problema no es tanto el código que se aplique como lo que de hortera tenga el personal.
Está simpático e interesante y aquí lo reproduzco.
Vengo de una boda civil, en un ayuntamiento, oficiada por la candidata a las próximas elecciones por el psoe -lo dijo antes de saludar a los novios, empeñada en que la boda le traería suerte (éramos todos medio gallegos y ni las meigas entendieron la profecía)-. Constato, una vez más, que urge un rito civil como dios manda -por paradójico que suene-; urge un libro de textos, escritos, poemas y conjuros, con el que los muchos torpes concejales y allegados que hay por el mundo puedan salir del paso dignamente. Para que dejen de machacar a Benedetti -no falta en ninguna boda civil, sea en su versión 'puedes contar conmigo' o en la otra de que los pobres no necesitan ni cama para follar-; para que dejen de mezclar el código civil con el amor eterno, los deberes del matrimonio con el estado de derecho, el régimen de gananciales con la democracia, etc. etc.
También al amigo-primo-vecino-exnovio que suele hablar en la ceremonia le serán de ayuda unos textos propicios: el que habló hoy leyó un poema a lo Gloria Fuertes -somos dos gatos rosquito y ros estamos malitos tenemos tos- dedicado a los novios. Era un poema simpático, con rimas facilonas pero simpático. Cerca de mí estaba su madre. Me contó que no lo había escrito él, qué va. Lo había buscado por internet, y había cambiado los datos.
Urge regular el rito civil, aunque sea poniendo a los curas a impartir clases en plan master de cómo oficiar bodas.

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