31 marzo, 2007

La buena gente. Y dos artículos o tres.

Abundan esta temporada por aquí dos tipos de personajes a los que, francamente, detesto. Uno es el partidista sin seso y otro el cagueta sin peso. El primero es el que no tiene más opinión que la de que en todo ha de llevar razón el partido de sus amores, sea porque en él milita o sea, más comúnmente, porque es el que vota cada vez como el que va a misa los domingos a la hora del vermú. Es un descerebrado muy fácil de desenmascarar, basta hacerle la prueba del vino. La prueba del Don Simón, ya saben. ¿Nunca la han hecho? Pues no lo duden, aplíquensela a uno de esos amigotes pelmazos que van de enólogos recién puestos y que le dan la paliza con sus recitados de marcas, bodegas y cosechas. Es fácil: rellene la botella de un reserva de renombre con un peleón de tetrabrik, sírvaselo sin que sospeche el cambiazo y luego pregúntele que tal. Verá qué loas a los taninos y a las barricas de roble francés.
Con el partidista de piñón fijo pasa igual. Cójalo un día en que sepa usted que no ha podido escuchar las noticias todavía e infórmelo de lo que dijeron ese día Rajoy y Zapatero, pero cambie los nombres, atribuya a cada uno lo que sostuvo el otro (que, por cierto, en los contenidos poco se notará, salvo que se hable de ETA o del 11-m). Verá cómo se indigna con lo que cree que afirmó el del PP y se embelesa con lo piensa que son exquisiteces del de León; o al revés.
El cagueta sin peso es el que tiene un discurso para los íntimos y otro para los poderosos. Se va a comer contigo, que eres su primo, su colega, su compañero o su viejo amigo, y te cuenta lo indignadísimo que está él con lo que sea: con el jefe, el partido, la política de los suyos o su matrimonio mismamente. Se recrea, te explica cómo lo arreglaría él, te insiste en que éste es un país de cabestros y delincuentes, señala las medidas mínimas imprescindibles para encauzarlo todo, la empresa, el Estado, el hogar... Cuando llega la hora del café y aparece por allí su jefe o su secretario general o su señora, nuestro hombre-caquilla se deshace en atenciones y requiebros y se vuelca en alabanzas de lo bien que marcha lo que del otro o de la otra dependa.
De estos últimos hay hoy en día dos variantes especialmente interesantes. Una, el militante o cargo del PP que te cuenta que está que trina con Rajoy por débil, con Acebes por burro y con Zaplana por corrupto, pero que nunca lo dice en público, y menos lo escribe, y que se pone en pompa en cuanto ve acercarse al jefe del partido en su parroquia. La otra es la del socialista crítico. Quiero decir el militante del PSOE que ve muy mal, muy mal, todo lo que hace y dice Zapatero, pero que sólo se lo cuenta a los íntimos y jamás se equivoca al votar lo que le conviene para llegar holgado a fin de mes. Unos y otros son artistas del trapecio, equilibristas que te hacen su numerito circense en voz baja y colocándose tres redes y un colchón para no romperse nada en las caídas.
Unos y otros, pequeños miserables, más preocupados por sus finales que por cualquiera de los principios que tanto magrean, pero sólo con la boca y en tu paciente oído.
Por eso me parecen cada vez más admirables los cuatro que por ahí quedan zumbando en libertad y sin reparar mayormente en gastos. Como Juan Manuel de Prada, de cuyo conservadurismo beato me siento tan lejano, pero que de vez en cuando atiza bien atizado a la COPE, al PP que saca con tres años de retraso y en vísperas electorales las chorradas del “artisto” extremeño de las foticos o a los obispos que van a la suya e imploran en euros. O como Rosa Díez, que no se corta por el día después.
Y todo esto era para indicar que olé el de hoy de De Prada en el mismo periódico, y el de Rosa Díez de ayer. Qué falta nos está haciendo esta gente a derecha e izquierda.
Y tampoco es para echar en saco roto la leña que Ignacio Camacho le atiza hoy mismo a Aznar, de paso que cuenta otras cosas que también son bien ciertas y preocupantes.

Otra más de lógica (pati)difusa

Escrito al post anterior, me pongo a leer el artículo de hoy de Santiago Carrillo en El País, de quien en el pie se dice que fue secretario general del PCE y que “es comentarista político”. Mira, como yo, que siempre ando comentando cosas de política por ahí. De política, de gastronomía y de todo. Me lo voy a poner en tarjeta, bien visible debajo de mi nombre: comentarista político y de todo. Mola. Pero, fuera de eso, ¿por qué estos tipos nunca firman como “pensionista”, "jubilata" o similar?
El artículo en cuestión corta el hipo. Constituye, para empezar una aportación interesante a la desactivación de la crispación e insiste insultantemente en cuánto insulta el PP. Sigue el paradigma que entre todos han ido estableciendo con tanto esfuerzo -¿quién empezó? ¿cuándo?-: el paradigma "y yo en la tuya". Miren cómo arranca:
La derecha española, encabezada por los dirigentes del PP, trata de dar fuerza a una especie de Frente Nacional -que recuerda el movimiento de Le Pen- cuya ala "marchante" integra cómodamente a los residuos del franquismo y al Foro de Ermua. La oposición al terrorismo aparece como el elemento aglutinador de este Frente”. De Frentes algo recordará el buen hombre, sí. Y de dictadores y así, pues más de una velada se pasó haciendo risas con Bresnev y Ceaucescu. En cuanto al estilo del escrito, pues como si lo hubiera redactado esa ultraderecha a la que critica. Cabría hacer unos refranes y todo: “Entre Acebes y Carrillo, aquí gobierna el más pillo”; o "Entre Zaplana y Carrillo, el pueblo en un bocadillo".
Pero no traigo a colación al venerable jubilado por las virtudes de su escrito, sino porque nos da otro ejemplo de la lógica ilógica de que hablábamos en el post anterior. Miren esto que dice, así como el que no quiere la cosa: “Impedir la muerte de De Juana y acatar la absolución de Otegi, aunque ello fuese una concesión -y no lo que es, el simple cumplimiento de las leyes-, es un acto de Gobierno sabio”. De acuerdo, será de gobierno sabio y no pretendo discutir ese fondo del asunto, pero aquí hay trampa en el argumento. Cierto es que no la inventó él, sino el Gobierno mismo. Se razona así: lo de Otegui y De Juana no fue una concesión porque fue legal. Aplastante. A usted su vecino le pide que le regale dos mil euros y usted, bien por que le da la gana o porque está acojonadillo, acepta y se los da, sabiamente. Pero no fue una concesión a su vecino, eso no, pues nada hubo de ilegal en su donación. Excelente. Nada que se haga legalmente supone, pues, concesión. Tampoco puede ser lamentable, o vergonzoso o triste o supercalifragilístico. Lo legal es legal y punto.
Es un adjetivo omnívoro este de “legal”, se come a todos los otros y les quita el sitio. O, mejor dicho, suple sólo a los calificativos negativos. Usted dice que lo de Otegui y De Juana fue feo, cobarde o afrentoso y le replican que de eso nada, que no puede ser tales cosas porque fue legal. En cambio, mantenga usted que fue hermoso, humanitario, generoso o valiente y le van a decir que claro que sí, que por supuesto y que de eso se trataba. “Legal” es la palabra-zulo en la que se esconden los términos que no queremos oír.
Así que ya sabe, amigo, cuando su mujer (o su marido, etc., etc, pero disculpen que no me pare a organizar toda la ensalada de variantes y desinencias) lo ponga de vuelta y media por llegar el viernes a las cinco de la madrugada y oliendo a Veterano, no se pierda en argumentos, razones y disculpas, diga simplemente: es legal. Pues lo es. Verá como ella achanta, sabedora de que ya no queda más razón que la razón de este derecho que se ha hecho público y se ha echado a la calle.

Lógicas borrosas de garzones y otras aves limícolas

Convendría, convendría mucho celebrar en este país el día de sentarse a pensar. Igual que hay días del árbol, del agua, del queso azul o de las alitas de pollo, pues el día de sentarse a pensar. Una jornada entera para que todos parásemos en nuestros afanes y carreras en círculo y nos preguntáramos simplemente esto: ¿qué diablos está pasando aquí?
No, el objetivo no sería ni recuperar la fe en las instituciones (ésa ya no vuelve ni de broma), el apego a los partidos, el sentido de las ideologías o las ganas de echar algún casquete, incluso con el/la pariente/a, después de los treinta y de dos hijos con mando en plaza. No, bastaría con que reflexionáramos sobre adónde se nos fue la lógica más elemental, el sentido común, que se ha convertido en un sentido en vías de atrofia por desuso.
Lo vemos todos los días, en la tele, en el trabajo, en la calle, en casa... Pero los que más gala hacen del nuevo y flamante sinsentido descomunal son los políticos. Pasa, por ejemplo, cuando vemos a uno que invoca el talante y el consenso mientras le tira al interlocutor todo tipo de viajes y le hace faenas de todo género; o cuando otro repite machaconamente sus alegatos contra la crispación y el insulto en términos que todos entendemos perfectamente así: tú, hijoputa, estoy harto de decirte que está mal insultar y como sigas protestando porque me cisco en tus muertos no voy a poder llegar contigo a los consensos que tanto deseo.
Otras veces los razonamientos se tornan aún más inverosímiles. Un ejemplo que da para estudiar un rato nos lo proporcionó hace unos días la portavoza del Gobierno vasco, que ni sé cómo se llama ni me voy a poner a buscarlo, qué diablos. Pues la tal señora del gobierno tal declaró, ante los micrófonos de tanto periodista ocioso que sigue esas mamonadas de gobiernitos y gobiernucos, que el gobiernete suyo no había tenido noticia de que a uno del Foro de Ermua le habían dado unas patadas en los cataplines y le habían dicho de todo mientras iba a declarar en el proceso contra el que preside el gobiernito que tiene esa portavoz tan lógica, y no habían sabido nada porque en ese momento no estaban en la calle, sino en el Palacio de Justicia. Pero acto seguido la misma portavoza afirma que de lo que sí se enteraron muy bien fue de que había habido un grupo de personas que al mismo tiempo incurrían en el delito de contramanifestación e insultaban al gobiernete del que ella porta la voz y lo que le pongan. Y uno se pregunta: si estaban dentro, ¿cómo vieron la contramanifestación? Y, si se enteraron por la tele, ¿cómo fue que no escucharon la otra noticia, la del desove de antinacionalistas?
Y eso por no meternos en la lógica propiamente jurídica de esta reina de los mares y portento de la oralidad. Porque hay que ver cómo detecta los delitos que nadie conocía, mientras que no parece que tenga por delictivas las patadas en salva sea la parte del que no esté de su parte. Esta señora acaba de juez en algún alto tribunal, ya lo verán. Madera tiene. Y gasolina.
También abundan las inferencias misteriosas, más propias de augures, adivinos, druidas, nigromantes, chamanes, mediums o hechiceros que de personas de a pie con un cacumen normal. Humildemente confieso que acabo de leer tres veces la noticia de lo del acto de hoy en Barakaldo (traducción: Baracaldo). Es un acto sin actores, una esencia sin presencia, una propiedad sin dueño, un espíritu sin cuerpo, una potencia sin acto, la leche en bote. Esto hay que verlo por partes, así que vamos con calma.
Batasuna es una organización política ilegal, a tenor de la Ley de Partidos, y por eso no la dejan presentarse a las elecciones, convocar actos públicos, etc. Ni entro ni salgo en si está bien esa ley o si es merecida la negativa calificación de esos muchachos humanistas y defensores de los derechos humanos de las pistolas, sólo constato lo que dicen gobiernos, oposiciones, jueces y fiscales (bueno, éstos tienen días): que es ilegal. Bien, pues para poder presentarse a las próximas elecciones intentan colar una nueva organización a la que llaman ASB, iniciales que ni sé lo que quieren decir ni me importa, ya que supongo que serán las gilipolleces de siempre. Y hoy la iban a presentar en el BEC. Esto sí sé qué signfica: Bilbao Exhibition Centre. Ay, ay, esperen que se me pase la risa. Exhibition Centre, ay. Debe de ser euskara. Como potato y tomato y así. Bueno, un momentito nada más... ya, ya, ya se me pasó.
El juez Garzón, representante aventajado de esta nueva lógica de Rompetechos que estamos comentando, ha dicho que no se puede hacer la exhibition porque los de ASB son los mismos de Batasuna y ésta es ilegal. Bien. Y entonces les advierte, a éstos que dice que son de Batasuna, que ellos, que son ilegales, sí pueden hacer la exhibition si no mencionan el nombre de la otra organización suya que es ilegal, aunque todavía no ha sido ilegalizada, creo.
Hágase usted, paciente lector, con lápiz y papel y trace un croquis, un esquema, un agujero negro, cualquier cosa que nos ayude a entender. Y los periódicos no ayudan, desde luego que no. Porque mire cómo lo cuentan ahora mismo. ABC titula así: “Batasuna celebra su acto en Barakaldo al comprometerse a no mencionar a ASB”. Sí, ya sé que la sintaxis se las trae, pero dejemos eso. ¿Cómo es que Batasuna puede celebrar un acto si Batasuna tiene prohibido celebrar actos porque es ilegal? Porque se lo autorizó así el superjuez más fashion a cambio de que no mencionara a esa otra organización que no se sabe si ya es ilegal o lo va a ser un día de estos. Pues queda clarísimo, oiga. ¿O no? En estos casos conviene ir a la otra parte siempre. Como empezamos por ABC, vamos a El País (¡ya, venga, vale! Álcese, amigo progre, y no se me agote en reverencias y genuflexiones) y ahí el titular cambia y se refiere sólo a “los promotores del acto abertzale”, pero en el cuerpo de la noticia se explica que los que firmaron el papelito de compromiso ante Garzón son.... “los representantes de Batasuna”. ¡Los representantes de Batasuna! Lógico.
Vamos a cambiar los protagonistas de la descocada historia y a lo mejor queda todavía más claro. Llegan al juez X los representantes de Alcapone, que quieren hacer un acto de defensa del alcaponismo en un Exhibition Center de esos. X les dice que el alcaponismo es ilegal y que se siente pero no. Entonces ellos dicen que desean hacer un acto de defensa de Lucky Luciano. X les replica que eso es igual de ilegal y que además ellos son los mismos y que qué jeta y que por quién lo toman a él, que se las ha visto ya muchas veces con tipos mucho más duros y más malos entoavía. Ellos le insisten en que anda, porfa, venga, te lo juro, la puntita nada más. Y él les responde que bueno, que hagan lo que iban a hacer, pero que tienen que comprometerse por escrito a que no van a mencionar ni pío del luckylucianismo. Y ellos que jo, vale, tío, cómo eres de duro, ironman, torso, belleza, fiera. Y firman. Y todo el mundo, periodistas, políticos, fiscales y otros masocas, jueces, etc, encantados de la vida y felices con el logro sin par: los alcaponistas se han fastidiado, no han podido hacer la presentación del luckylucianismo y se han tenido que jorobar y presentarse sólo como los alcaponistas que son. Que suenen fanfarrias, que desfilen togas, que se ablanden cerebros.
O sea: si los de Batasuna se van de exhibition de sí mismos, no los deja exhibirse el más garzón de los garzones, pero si dicen que van a presentar a otros que son ellos mismos, les dicen que se dejen de cuentos y que se exhiban ellos todo lo que quieran, pero sin mencionar a esos otros que también son ellos. Caray, yo de mayor quiero ser o bombero o juez estrella. Para jugar con fuego sin tener que pensar. Lógico.

29 marzo, 2007

El examen

Adivine el apreciado lector quiénes son estos dos linces de la política española actual que con tan buen estilo se enfrentan a un examen de cultura general. Y, si lo adivina, piense por qué será que resultó tan fácil acertar.

PROFESOR.- Háblenos del diluvio universal.
ESTUDIANTE 1.- Lo primero que tengo que decirle es que nosotros estamos en contra de los diluvios. Esos tiempos de lluvia indiscriminada pertenecen a un pasado que tenemos que superar. Precisamente presentaremos muy pronto un proyecto de ley contra las precipitaciones incontroladas y ahí dejaremos bien claro que es nuestra voluntad democrática que llueva en cada lugar de nuestra geografía según la cuota que le corresponda y que nosotros propondremos atendiendo al interés general y sólo al interés general.
ESTUDIANTE 2.- El diluvio universal es un evento importante que nos narra la Biblia y donde quedó patente la voluntad de obediencia y de sumisión a la autoridad que tenía Noé, ese personaje entrañable al que tanto le deben desde el humilde ratoncito hasta el soberbio elefante. Pero diluvios ha habido muchos después de aquél y no sería exagerado afirmar que un nuevo diluvio nos está afectando en España, un diluvio de tendenciosidad del gobierno y de debilidad del Estado, culpa todo de estos gobernantes de hoy que nos inundan de iniciativas locas sin darnos techo ni arca para guarecernos.

PROFESOR.- ¿Qué saben ustedes de la Revolución Francesa?
ESTUDIANTE 1.- Cuando De Gaulle llega al poder, Francia estaba convaleciente de las heridas del nazismo. Pero por mucho que se llame revolución a ese movimiento que aupó al general De Gaulle, nosotros no estamos a favor de ninguna revolución que no sea la de la paz, las ideas, la libertad de expresión y el consenso. Y aprovecho para comunicar que el Gobierno tiene muy adelantado un proyecto de ley sobre ordenación de las revoluciones. Tenemos que acabar con tanta improvisación, debemos ponerle planificación rigurosa al sentir revolucionario de nuestro pueblo, que es un pueblo ejemplar, un pueblo pacífico, un pueblo moderno, un pueblo, en suma, que no merece revoluciones hechas de cualquier manera, un pueblo que quiere revoluciones constitucionales, revoluciones dentro de la ley y revoluciones aplicadas por unos jueces independientes y bien controlados.
ESTUDIANTE 2.- La Revolución Francesa tuvo sus luces y sus sombras, comenzó como esperanza de la libertad y alzamiento de un pueblo contra las estructuras anquilosadas del antiguo régimen y acabó en un rodar de cabezas que mucho se parece a este revanchismo que hoy vemos y sufrimos. La lección perennne de todas las revoluciones es que no hay que andar revolucionando las cosas y hay que dejar al pueblo sabio arreglárselas y lidiar con su vida en libertad. Nada más estimulante que esa madre que va al mercado a comprar las viandas de cada día y lleva de la mano a su hijita, que va aprendiendo los secretos de la oferta y la demanda y el sagrado arte de la llevanza del hogar.
PROFESOR.- Díganme lo que sepan de las coníferas.
ESTUDIANTE 1.- Es voluntad firme de este gobierno que en el plazo más corto las coníferas queden perfectamente igualadas a los coníferos y en breve reuniremos a los grupos parlamentarios en una mesa de negociación para tratar ése y otros temas importantes del Archipiélago. Para nosotros las Canarias son una parte tan importante del Estado español como puedan serlo Babia o las Batuecas y no debe perder el tren del progreso ninguna de sus preciosas islas: Lanzarote, La Gomera, Gran Canaria, Formentera y todas.
ESTUDIANTE 2.- Me tocan el corazón las coníferas, pues muchas han ardido en los últimos años en mi tierra por obra de una mano negra que este gobierno no quiere descubrir. Pero tendrá que acabar sabiéndose que en un bosque quemado apareció una lata con restos de gasolina de un octanaje que sólo usa en Porriño el motocarro de Fulgencio el de la Sancha. Y todo el mundo debe conocer que el tal Fulgencio es primo segundo del que casca los pistachos en la Moncloa para el vermú del Presidente. Nosotros, que confiamos en los jueces, esperamos que sepan tirar de ese hilo que nos lleva del modesto pistacho al monte en llamas.

Oratoria política (el padre Isla hoy). Por Francisco Sosa Wagner

Ante estos tiempos turbulentos, de palabras gruesas e insultos, rebozados en vulgaridad y faltos de inteligencia, que campean con la zafiedad erguida como estandarte, es indispensable volver a los clásicos y acogerse a su magisterio para extraer las enseñanzas que nos legaron sus mentes incisivas, críticas, destructoras. Cuando el pensamiento vulgar se enseñorea del espacio, como es ahora el caso, procede saltar las vallas que lo acotan y para eso nada mejor que la pértiga que nos presta la literatura.
Esta, la literatura, puede ser comprometida, como fue la de Brecht, que atizó a los burgueses, así en la “ópera de los tres cuartos” -aunque él se vestía en los mejores sastres de Berlín-, o puede ser literatura anterior a la era del compromiso, cuando este producto aún no se había descubierto o no se había introducido en los mercados. Literatura de compromiso y de muchos quilates fue la de Cervantes, y no digamos la de Quevedo cuyo ingenio, puesto al servicio de atizar al poder, le llevó a una mazmorra de San Marcos en León. Una desgracia para él, pero una suerte para León pues a todos los turistas se les instruye acerca de este episodio vivido por quien -para mí- es el más grande escritor del siglo de oro.
Menos frecuentado es hoy el gran libro del Padre Isla “Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes”, un retablo artesano y pulido de la vida rural del siglo XVIII donde el autor fustiga muchas cosas pero especialmente la caduca oratoria sagrada, practicada por los predicadores en los sermones de las fiestas religiosas. ¿Cómo es posible que a nadie se le ocurra escribir hoy un “Fray Gerundio” para disparar contra la oratoria política? Oratoria de pacotilla, puro papel pintado, campo abonado por los tópicos, cementerio de lugares comunes, retórica empeñada en darnos sofismas por evidencias. De la actual clase política española bien puede decirse que ha fundado la Orden de la vacuidad remunerada.
Da igual que se escuchen sus prédicas en el sacrosanto recinto del Parlamento, en las entrevistas, no digamos en los mítines. Dirigentes hay que son incapaces de expresar una sola idea, limitados como se hallan a “arremeter” contra la cofradía adversaria. “Arremeter” es la palabra que se utiliza siempre, y en verdad que es palabra adecuada, pariente como es de “embestir”, lo contrario pues de razonar o discurrir. Y lo extravagante es que a estos ciudadanos les pagamos para vapulear las reglas del lenguaje y de la sindéresis. Este espectáculo nada tiene que ver con la democracia, es una versión degradada de la misma, practicada por parlanchines con escaño.
El Padre Isla nos hace un recuento de los estilos de los malos oradores y así desmenuza el “estilo hinchado”, propio de quien, en lugar de “carne y de suco nutricio”, utiliza una “porción de pituita nociva, que causa el tumor o la inflamación”, o se explica “con palabras más graves y majestuosas de lo que pide la materia”. Es el estilo hueco de quien proclama obviedades con voz engolada y entre rizos de afectación. ¿Podría alguien poner un ejemplo contemporáneo? Otro es el estilo “desordenado y mal sonante” de quien se dirige al público de manera descompuesta, “desentonada y furiosa, en que el predicador más parece un orate que un orador ... todo para explicar las cosas más bajas y ridículas”. De nuevo: ¿podría alguien poner un ejemplo contemporáneo?
Por su parte, el “estilo cacocelo o afectado”, consiste en “imitar mal las palabras o los pensamientos del otro, de manera que las que en una parte están en su lugar y tienen alma, en otra no pueden estar más dislocadas ni ser más frías”. Tampoco será muy difícil hallar verbigracias entre nuestros predicadores finsemaneros. Y todo este derroche de rudeza y ligereza está encima dirigido a aquellos escuchadores que, como el personaje del propio Padre Isla, ya “ha tomado su partido y no mudará de rumbo por más que le prediquen”.
Se comprenderá la oportunidad de mi grito: vuelta a los clásicos, vuelta a la luz que atraviesa los siglos.

28 marzo, 2007

Pues nos metemos. Mamonadas sindicales al servicio del que manda

En el post anterior copiaba el documento de CC.OO. titulado “CC.OO. se solidariza con los trabajadores del Grupo PRISA” y que lleva como subtítulo el de “El PP debe reconsiderar su decisión”. Está fechado en Valladolid, a 27 de marzo, y lo firma la Federación de Transportes y Comunicaciones de CC.OO. de Castilla y León.

Analicémoslo un poco.

1. La situación desencadenante fue la siguiente. El presidente de la empresa que edita el periódico La Razón declaró en un acto público que el PSOE es un partido anclado en el frentepopulismo y con una actitud guerracivilista. La dirección del Partido Socialista acordó, aun con disensiones internas, boicotear dicho medio de comunicación, boicot consistente en que sus políticos no concedan entrevistas ni hagan declaraciones a tal medio derechista. Las críticas no se han hecho esperar. Entre ellas destaca Ésta de Comisiones Obreras, en la que se invoca la libertad de expresión y se defienden los puestos de trabajo en el periódico que esa actitud de los socialistas pone en grave peligro. Con ello el sindicato independiente no hace más que reiterar lo que ya manifestó hace poco ante otro boicot a un medio informativo, en esa ocasión del PSOE a Tele Madrid.

2. Lo que acabo de explicar en el punto anterior no sólo es una broma y una mentira: es inimaginable. Porque ni va nunca CC.OO. a criticar a este partido socialista en el Gobierno por una medida así, ni lo ha criticado, que yo sepa, cuando tal cosa hizo recientemente dicho partido. Porque lo de Tele Madrid sí es verdad. Pero en ese caso se ve que la libertad de expresión no sufría ni importaban los puestos de trabajo de esos fachas de la Espe. La libertad de expresión, como casi todos los derechos fundamentales ya, va camino de convertirse en derecho-gigolo que se va con el que mejor pague, sea guapo o feo, decente o así.

3. No entiendo por qué esa decisión del PP “es un atentado a la libertad de expresión”. Pero como esto ya lo habían dicho antes igualmente Cebrián y otros de PRISA, pues debe de ser verdad, Dios me libre de dudarlo. No dudo, pues, pero afirmo sólo que no lo entiendo. Mañana viene la COPE a decirme que me quiere entrevistar para hablar de blogs –es una hipótesis bien improbable- y yo les digo que nones, que no me da la gana, pues me caen mal. Corcho, y se me echan encima PRISA y su sección sindical para afearme mi poco respeto a la libertad de expresión. O sea, que cuando yo decido no hablar con usted estoy dañando la libertad de expresión de alguien. ¿La mía? ¿La suya de usted? ¿La del vecnio del 5º? ¿La de Polanco? Dios, qué misterios apasionantes. Ahora entiendo por qué las cuotas no pudieron negarse a la parida aquella de Vogue: por amor a la libertad de expresión. Y yo con estos pelos, ya ven.

Oiga, se me ocurre una analogía bárbara que alguno/a de ustedes tal vez pueda poner en práctica: cuando usted quiera echarle un polvazo a una señora o señor y ésta o éste le digan que no, replique de esta guisa: so malandrín/a, no puedes negarte, pues, si lo haces, dañas mi libertad de expresión corporal y hasta mi derecho al libre desarrollo de la personalidad. Verás qué risa. A lo mejor cuela. Y, si no cuela, vaya a su sindicato a que le haga un escrito.

3. Defiende el documento sindical “la pluralidad informativa” como “seña de identidad” de una sociedad democrática, así como la conveniencia de que existan “distintos medios de comunicación con distintas líneas editoriales”. En eso estamos pero que muy de acuerdo. Lo que yo –ignorante, torpe, lerdo- no he visto es que el PP haya decidido boicotear a ningún medio de PRISA (El País, El Periódico, la SER, etc., etc.) por su línea editorial (línea editorial coincidente; mecachis, nos está fallando el pluralismo que tanto importa a CC.OO), sino por lo que dijo el dueño de esos medios, Jesús de Polanco. Pero, mira por donde, eso no se menciona en el documento que analizamos y se quiere descaradamente dar la impresión de que no son esas palabras la causa, sino la línea editorial de EL País.

4. Según CC.OO. es antidemocrático y opuesto a la libertad de expresión (¡qué perra con la libertad de expresión de marras y qué alegremente usan la suya!) “pretender, como pretende el PP, que sólo se apoye a los medios que están de acuerdo con su línea política”. Otra miseria moral al canto. Yo tenía entendido que lo que pretende el PP es que el poderoso empresario que es dueño de El País –ah, pero ¿El País es de un empresario poderoso? Imposible, ha de ser un filántropo comprometido con la lucha contra la injusticia social- se disculpe por haber dicho de ellos que querían que volviera la guerra civil. Pero no, amigo, el muy liberado sindicalista que escribió el panfletillo tiene informaciones más seguras y él sabe que todo forma parte de una operación para amordazar a los medios críticos con el PP. Ya lo hizo Aznar cuando no obligó a ejecutar la sentencia aquella del caso de Antena 3, ¿se acuerdan?

5. Para que no se nos olvide que el documento es sindical, acaba el sindicato proclamando su apoyo “a los trabajadores del grupo Prisa, afectados por la decisión del Partido Popular”. ¿Afectados? ¿Se deprimieron acaso? Porque, vamos a ver, ¿eh?, que bien está joder, pero no arrancar los pelos: ¿se nos quiere decir que corren peligro sus puestos de trabajo por este boicot del PP? Bueno, bueno, bueno, lo que hay que oír, qué cosas tiene usted, señora baronesa.

6. Dicho todo lo anterior, sobre el boicot de marras sólo se me ocurre esto: enésima chorrada de uno de los partidos más bobos y peor dirigidos que ha tenido este país desde que están permitidos y medida perfectamente intrascendente para la democracia y las libertades, para la salud económica de Polanco y para el futuro de El País. Eso sí, al ZPSOE le vienen esas tonterías populares como anillo al dedo para poner el grito en el cielo por una cosa bien similar a la que ellos mismos hicieron hace un mes con Tele Madrid sin que casi nadie dijera casi nada. Tele Madrid que, por cierto, debe de ser un antro perfectamente equiparable a tantos otros del mismo o de distinto dueño.

Este país da asco: partidos, sindicatos, medios de comunicación y profesionales en general de poner el cazo y el culo. Dan asco.

27 marzo, 2007

¡Qué tentación! ¿Nos metemos o no nos metemos?

Miro mi correo electrónico de esta tarde y me encuentro el mensaje de Comisiones Obreras que copio ahí más abajo. No sé por qué lo recibo, pues no milito en ningún sindicato (y menos en la rama de "Transporte y Comunicación"), aunque tampoco tengo nada contra tales militancias, al contrario. El caso es que lo leo y se me saltan los resortes críticos, oiga. Y me digo: si me pongo a despellejar tamaña sarta de exageraciones, manipulaciones y despropósitos varios, le hago (modestamente) favor a un PP que me trae completamente al pairo. Y ya estamos en lo de siempre: ¿qué hacemos los que seguimos queriendo ser progresistas y que esa palabra signifique algo (no progres, ¿eh?, que los progres son los que van de progresistas pero no pasan de gilipollas con ínfulas) cuando nos encontramos un documento como éste que: a) proviene de un sindicato de izquierda; b) ataca a un partido de la derecha (digo "a uno" y no "al" porque CiU y PNV, por ejemplo, son derecha de toda la vida, aunque ya nadie se lo tenga en cuenta); c) contiene tal cantidad de falsedades, tonterías y exageraciones por párrafo que podría figurar en cualquier antología de la manipulación política boba.
¿Qué hacemos, pues? Dos cosas. La primera, informarse bien. Si las cosas son como cuenta CCOO, yo he de reconocer humildemente ahora mismo que no estaba informado de en qué consistía y qué efectos podía tener el llamado boicot del PP a Prisa y creo que tampoco había entendido los hechos que lo desencadenaron, para bien o para mal. Si veo que todos mis datos eran falsos -los saqué de los periódicos-, me como con patatas mis palabras anteriores y mañana mismo le hago aquí un homenaje a CCOO. Una vez informados, pues hay que dar caña, qué le vamos a hacer, caiga quien caiga y aunque favorezca al mismísimo diablo. Porque las mentiras y las manipulaciones en política están mal las haga quien las haga, izquierda, derecha o centro mediopensionista.
Pero, como ahora mismo no tiengo tiempo para escribir más, palabra de honor -menos mal, me dirán-, pues me limito a transcribir el documento sindical, dejo la iniciativa de la polémica a los amables lectores y, si el ambiente se pone guapo, prometo que tercio mañana o pasado.
Ahí va el escrito de CCOO:

CC.OO. se solidariza con los trabajadores del Grupo PRISA
El PP debe reconsiderar su decisión.

Valladolid 27.03.07

La Unión sindical de CC.OO. Castilla y León, la Federación de Comunicación y Transporte de CC.OO. Castilla y León y su Agrupación de Periodistas consideran que la decisión del PP de "boicotear" al grupo Prisa es un atentado a la libertad de expresión.
Recuerdan que, en una sociedad democrática, la pluralidad informativa es una seña de identidad que debe estar al margen de las controversias políticas y que la calidad democrática tiene que ver con la existencia de distintos medios de comunicación con distintas líneas editoriales.

En este sentido, pretender, como pretende el PP, que sólo se apoye a los medios que están de acuerdo con su línea política, es tener en muy poca consideración los valores democráticos de libertad de expresión e información y de convivencia en la discrepancia.

Para CC.OO. Castilla y León, en línea con lo ya manifestado el pasado viernes por el portavoz de la Confederación de CC.OO., es necesario que se recupere el dialogo político y, en cualquier caso, que la discrepancia se resuelva con el contraste de ideas y el debate. Para ello, es imprescindible la existencia de todos los medios de comunicación que hay en España y que esos medios, con distintas propuestas editoriales, puedan ofrecer al ciudadano la información y la opinión plural que configuran cualquier sociedad democrática.

La Federación de Comunicación y Transporte de CC.OO. y su Agrupación de Periodistas apoyan a los trabajadores del grupo Prisa, afectados por la decisión del Partido Popular y que con tanta claridad han expresado su rechazo a lo que consideran una agresión sin precedentes en la historia de la democracia en nuestro país, y que con la apelación que se hace a "accionistas, anunciantes y clientes" puede perjudicar los intereses y el futuro laboral de los más de 14.000 trabajadores de este grupo de comunicación.

Por estas razones, el llamamiento del Partido Popular para que se haga boicot al grupo Prisa debe reconsiderarse y quedar así restituida la libertad de expresión, el respeto a las opiniones distintas, aunque nos sean adversas y el respeto a los profesionales de los medios de comunicación.
Federación de Transportes y Comunicaciones
CC.OO. Castilla y León

Más bandera

Las muy interesantes consideraciones de estos excelentes interlocutores (un amigo, Carlos Bernal, Antón Lagunilla y algún anónimo) me dan pie a volver sobre el tema de la bandera, aunque sin entrar en el detalle que cada uno merecería, y muy en particular Carlos Bernal, admiradísimo amigo de allende los mares al que me alegro mucho de encontrar también por estos ciberespacios.

1. Entiendo perfectamente la reacción emotiva a que alude “un amigo”. Y hasta la he vivido y sigo experimentándola en buena medida. Pero la palabra clave me parece que es otra y que tiene que ver también con sus consideraciones: “racionalizar”. Hace falta racionalizar los significados de la bandera y de su uso. En cuanto a los significados, son (mejor: deberían ser), a día de hoy, los que marcan la Constitución y las leyes vigentes, no otros ni los que quiso el franquismo. Esto significa que hay que poner en su sitio las emociones para que no nos impidan sentir y hablar lo más racionalmente posible sobre el Estado en que vivimos, y también sobre sus símbolos. Como diría el último anónimo, para hablar de la luna y no sólo del dedo.

Entiendo por racionalización aquí lo siguiente: evitar tanto aquellos sentimientos manipulados y desbocados que a la bandera se asociaban cuando el franquismo (y que son los mismos que los nacionalismos periféricos siguen ligando hoy a sus respectivas banderas y los mismos que a la bandera del Estado asocia la extrema derecha “nacional”), como su extremo contrario, el abominar de este símbolo colectivo del actual Estado por aquellos recuerdos que nos trae de cuando el Estado era aquel otro. Si no es posible, insisto, cambiemos la bandera, para no ser los únicos ciudadanos de un Estado que no sólo no se identifican con su bandera sino que experimentan erupciones cutáneas cuando se cruzan con ella.

2. Antón Lagunilla pone la mira en una cuestión interesante, por mucho que parezca trivial a primera vista. Se trata del uso de la bandera en las competiciones deportivas de selecciones. Creo que nunca he oído a ninguno de los que tienen fobia a la bandera quejarse el día que juega la selección de fútbol y se ve todo el graderío lleno de banderas. Entonces el asunto queda así de dislocado: si yo me voy al partido de la selección de fúbol o de baloncesto con una bandera española, nada que objetar. Si voy con ella a una manifestación contra el terrorismo, soy un facha. ¿Porque a los fachas les gusta llevarla a las manifestaciones? Caramba, también les gusta llevarla al fútbol. Y, sea como sea, si es la bandera nuestra, de todos, arrebatémosles el monopolio de su uso.

3. “Un amigo” pone el dedo en la llaga, auténticamente, y nos hace, sí, mirar la luna en vez del dedo. El párrafo decisivo es éste: “De cualquier forma, a mi me parece que es un simple síntoma de algo más vasto: por lo que sea -hay mucho hablado al respecto- el colectivo de gente "ciudadanos del reino de España" no siente mucho esa identidad nacional, al menos comparado con los de otros países de por aquí cerquita”. Resultará muy interesante analizar las causas de tal desafección y la variedad de sentiemientos nacionales y antinacionales que entre nosotros, los ciudadanos de este Estado, concurren. Por de pronto, si esto es así, el desapego a la bandera ya no es -o no es principalmente- porque sus colores sean los mismos que cuando el franquismo abusó de ella, sino por esta otra razón: porque no nos sentimos a gusto en este Estado y con nuestra identidad nacional. Al pan, pan y al vino, vino, y entonces no usemos la bandera como excusa.

Yo puedo sentirme a disgusto en este Estado-nación por alguna de estas razones:

a) Porque no me agraden sus reglas básicas de funcionamiento, con la Constitución a la cabeza. Si, por ejemplo, creo más en dictaduras que en democracias, podré sentirme contrariado en este sistema democrático. Pero no suele ser de este tipo el descontento de los que se ponen nerviosos cuando ven la bandera.

b) Porque me parece que este Estado-nación oprime injusta e indebidamente a otras naciones que forman parte de él y que no son reconocidas como tales y no se respeta a su derecho a autodeterminarse. Es el planteamiento de muchos nacionalistas vascos, catalanes o gallegos. Éstos sí son coherentes al rechazar la bandera como símbolo del Estado que consideran opresor de su libertad como naciones de tomo y lomo.

Pero esta última explicación me sirve de muy poco en los muchos casos que conozco de ciudadanos descontentos con su identidad nacional española, pero que rechazan también el sentimiento nacionalista en general y hasta opinan que son una lata y no tienen razón esos vascos o catalanes que se quejan todo el rato. Éstos, éstos son para mí el enigma. Están cómodos en esta democracia, aun con sus imperfecciones y aunque sólo sea porque resulta el régimen menos malo, no creen que este Estado sea el instrumento mediante el que Castilla oprime a Euzkadi, por ejemplo, y aceptan los términos básicos de la Constitución. Bueno, los términos básicos menos estos dos: los colores de la bandera y el que se nos llame españoles a los ciudadanos de este Estado. ¿Lo solucionaríamos con una bandera de otro color y si se nos denominara "espoñales", pongamos por caso? Si no es por lo injusto del régimen jurídico-político o por lo opresivo de la organización territorial del Estado, en su caso, ¿qué hay en España que nos hace sentirnos tan mal y tan poco identificados y en qué otro Estado, llamado cómo y organizado de qué manera, querríamos estar?

Insisto, a riesgo de resultar muy pesado, en el carácter circular que adquieren estos asuntos. Primero dejamos a la derechona más derechona el monopolio de la bandera y del término "España"; después nos avergonzamos de ese símbolo y ese nombre porque sólo los usa la derecha esa a la que se los hemos regalado. Al final, acabamos por no saber si fue antes el huevo o la gallina. Y, lo que es peor, nos quedamos en terreno de nadie, ciudadanos de un Estado que no queremos nombrar pese a que estamos básicamente satisfechos en él (ni un disconforme con "España" emigra ni se exilia hoy en día, curiosamente) y representados por unos símbolos del mismo que no nos gusta ver próximos, salvo en el fútbol o si corre Fernando Alonso. Esquizofrenia, yo creo.



26 marzo, 2007

Bandera

Anoche, entre tapas leonesas regadas con buen vino, tuve un rato de debate interesante con algunos amigos entrañables. Discutíamos sobre la bandera de España.
Primer elemento para la reflexión: sólo con el corto párrafo anterior a algún amigo lector ya se le habrán erizado los pelillos. Y, ciertamente, otros habrán experimentado un respingo de placer. Bueno, pues a eso voy, a por qué demonios no podemos unos y otros normalizar la bandera, como puro símbolo del Estado que es y mero símbolo al fin y al cabo. Porque no me digan que no suena pueril y bastante lamentable que a estas alturas de la película andemos todavía en este país haciendo guerritas de banderas. Intentaré formular unas cuantas tesis sencillas.
1. La bandera española actual es la que es porque lo dice la Constitución de 1978 en su artículo 4. Son los mismos colores que tenía bajo el franquismo, pero resulta que no los había inventado el franquismo, vaya por Dios. Provienen de los tiempos de Carlos III y se generalizaron para todos los ejércitos en tiempos de Isabel II (1843). Se mantuvo tal bandera durante la Primera República y después y fue sustituida por la tricolor durante la Segunda República. Se volvió a ella en el franquismo y se conservó tras la Constitución. El escudo actual no figura en la Constitución, sino en la Ley 33/1981 de 5 de octubre y es distinto del que se usaba bajo la dictadura.
Así que lo de identificar la bandera constitucional con el franquismo no sólo es paradójico, sino tan gratuito como que nos negáramos hoy a llevar gallumbos porque Franco también los usaba y sin reparar en que él ni los inventó ni los portaba con particular galanura. Más absurdo aún es cogerle tirria a la bandera constitucional porque algunos nostálgicos del fascio le coloquen el viejo escudo, el del aguilucho. Es como negarse a comer pescado a la plancha por el hecho de que los japoneses se lo engullan crudo, o no querer beber un buen rioja porque algún desalmado lo utilice para hacer gárgaras.
2. Si, pese a todo, los que hacen del progresismo un asunto de símbolos más que nada no pueden superar la náusea y si son tantísimos como parece, no estaría nada mal que se planteara la reforma constitucional en este punto y el cambio de los colores, para que el Estado español pueda tener también su enseña exactamente igual que cualquier otro y sin que a sus nacionales se les corte la digestión cuando la ven. Además, imagino que no será del Madrid ninguno de éstos que no traga los colores de la rojigualda, ya que, puestos a hablar de símbolos manipulados por el régimen de Franco... Y qué decir de la selección nacional de fútbol. Y ninguno será católico tampoco, claro, porque mira que con la Iglesia hizo y deshizo aquel que llamaban caudillo. And so on. Molesta virtud la coherencia.
3. Creo que respecto de la bandera nacional los ciudadanos nos dividimos en tres grupos: a) los que se mosquean y ni bajo tortura se la colocarían en ningún lado de su casa ni la llevarían en una pegatina sobre un objeto suyo, más que nada por miedo a que los llamen fachas; b) Los que se emocionan tanto y se enardecen de tal forma con su sola contemplación que hasta las sábanas de su cama y las bragas/calzones de su santa/o quisieran en los mismos tonos y con idénticas franjas; c) Los que ni lo uno ni lo otro y simplemente la ven con un símbolo del Estado, igual que lo es el himno, algo que de por sí no es ni reprobable ni merecedor de hacernos entrar en ningún trance especial, pero que cumple su función tanto hacia fuera del Estado como hacia dentro. Me cuento entre éstos últimos y, por tanto, nada tengo contra la bandera ni contra su uso civilizado y en lo que corresponda.
4. Alguna gente hay en la izquierda que le tiene pocas simpatías a las banderas en general y a los símbolos similares, por lo mucho que sirven a la manipulación de las masas y al estímulo de los sentimientos gregarios no siempre nobles. De acuerdo y todo mi respeto. Pero con coherencia, eso sí; o sea: si te molesta cerca la bandera constitucional del Estado español, parecidamente sentirás cuando llegas a Francia el día de la fiesta nacional y lo ves todo lleno de banderas de las suyas... o cuando sacan aquí a pasear la ikurriña, la senyera, la andaluza, la asturiana, o la del ayuntamiento de al lado.
5. Alguna gente hay en la izquierda que, en efecto, no puede superar el que siente como tufo autoritario o totalitario de los colores de esta bandera de aquí, pues le recuerda a Franco. Bien, respetemos los traumas de cada cual. Pero con coherencia, eso sí; o sea: idéntico mosqueo, como mínimo, si le cae al lado una bandera soviética o cubana o china, por ejemplo; o una ikurriña en manos de un batasuno, ojo.
6. Alguna gente hay en la izquierda que se mosquea cuando la derecha saca en sus actos y manifestaciones la bandera de España. ¡Ahjjjjjj, perdón, se me escapó! ¡Escribí España sin querer! Quería decir del Estado español. Es que como lo que nos pone más cachondos, a falta de ideologías serias y de ganas de dar el callo de verdad por la justicia social y tal, son los símbolos, con otro hemos topado. Pero dejemos eso por hoy, para no enfangarnos en honduras (más) metafísicas. Pues eso, que se critica a la derecha su uso de la bandera porque se la apropian con mala fe, los muy jodidos. La mala fe no la discuto, pero lo de apropiársela sí me choca. La derecha la quiere para ella sola y la izquierda no la quiere para nada. De oca en oca y tiro porque me toca. Si es de todos, ¿por qué sólo la usan unos? Y, si no es de ninguno, ¿por qué no la usan todos? Y digo yo, con lo que me queda del originario sentido común pueblerino: pues que la izquierda la use también para sus actos y manifestaciones y verás que puteo para los de la diestra. Ah, pero eso no, porque ahí llegamos al punto siguiente.
7. Una de las mayores desgracias de este país, en mi modesta opinión, es que la izquierda ha sustituido las ideas serias y reformistas que la definían por un catálogo de pendejadas, de espejitos de los que nos venden el ZP & Cuota engañándonos como a chinos y tomándonos a todos por nuevos ricos ociosos y puñeteros. Como más seria consecuencia, muchos de los que se dicen (y lo que es peor, se creen) progresistas han reemplazado las convicciones por los temores: en lugar de hacer esto o lo otro, que no me tomen por tal cosa o por tal otra. Que no me vean bajo el brazo un periódico que no sea El País, que no me descubran mirándole las piernas a una dama (si soy una dama, sí puedo observarle abiertamente el paquete a un paisano y hasta comentarlo con las amigas a voz en grito), que no se enteren de que estoy hasta las pelotas de llevar al tarugo de mi hijito a actividades extraescolares; y así todo. Pues bien, en relación con la bandera, lo que más asusta a muchos progres es lo que otros progres puedan creer si no hacen gala de aborrecerla: ¡QUE ERES FACHA!
Hay mucha gente que mataría con tal de no parecer facha a los otros que matarían con tal de no parecer facha a los otros que... Al final, progre acaba siendo aquel que hace ver que no es facha a otros que también viven obsesionados por convencerlo a él de lo mismo. Y si a unos y otros les preguntas en qué consiste ser progre y no ser facha, les queda exactamente esto para contar: en que no nos gusta la bandera, ni el himno ni el pelo engominado y en que votaríamos encantados a los mismos cretinos del PP si en lugar de presentarse por el PP se presentasen por el PSOE. Eso no es el fin de las ideologías, no, es algo peor: es la sustitución de la política por el camelo y del ciudadano por las marionetas de feria.
8. Esa parte de la progresía que abomina de nuestra bandera constitucional tiene su reflejo exacto en aquella parte del conservadurismo más rancio y ramplón que detesta con parecida intensidad nuestra bandera constitucional y que por eso sale de paseo con esos colores, sí, pero colocándoles el escudo franquista. Tal para cual. Pero, mira, yo a los facciosos esos los entiendo mejor, aparte de que, hoy por hoy, son bastantes menos que los otros. Los entiendo mejor, porque sé que no aprecian nada las libertades, los derechos fundamentales, el Estado social, el respeto a todas las lenguas del Estado, la aconfesionalidad estatal, la vigente organización territorial del Estado, etc., etc, todas cosas que la Constitución consagra como definitorias de este Estado del que es símbolo esta bandera. Ellos son consecuentes al despreciar la bandera constitucional, pues con ello hacen gala de su inquina a la Constitución democrática de este Estado. Bien, ¿y los progres qué carajo pretenden expresar cuando le muestran alergia a la bandera que, Constitución en mano, es la bandera de todos los que en este estado Estemos y mientras de él seamos?
El día que la izquierda se ponga a pensar de nuevo y deje de comprarle baratijas a niñatos desalmados como los que hoy la manipulan, a este país no lo va a reconocer ni la madre que lo parió. Y será para bien, para muy bien. Pero, mientras tanto... ay, mientras tanto, qué dolor, qué pena.

25 marzo, 2007

Puterío(s)

En la radio acabo de oír que los de ERC dicen que harán a Artur Mas presidente de la Generalitat si se compromete a convocar un referéndum de autodeterminación. Será verdad o no será, vaya usted a saber. Pero sorprender, no sorprendería. Es lo que pasa con las relaciones venales, que si uno las confunde con el amor, sufre doble chasco: se queda sin la cartera y sin el corazón.
Esos linces de la “esquerra” republicana de Catalunya ni son izquierda ni son republicanos ni son nada, sólo son linces. Pero parecen tigres cuando toca hacer el salto del idem. Tampoco se diferencian mucho de los demás partidos nacionalistas, que ponen el cazo a cambio de un triquitraque más o menos apresurado. Les va bien con ZP porque éste es de los que se lo hacen sin bajarse los pantalones siquiera, pues jode más por despecho que por convicción. Es que una vez le mataron a un abuelo y tal y el tío va ciego. Que ni se lo pasa bien, vaya, lo hace por resentimiento más que por sentimiento genuino o por ganas propiamente.
La escena es conocida. Gana un partido las elecciones por poco margen y en la primera noche en que sale a darse una vuelta su secretario general lo aborda en la esquina un barrigudito con barretina y traje de marca a rayas. Mozo, que tú y yo tenemos que hablar, ¿vale?, que no te imaginas lo que puedo hacerte y a dónde puedes llegar conmigo. El otro, acostumbrado a tantos mítines a la intemperie y a la prosa desabrida de los partidos rivales, se lanza a preguntar qué placeres ignotos son ésos que aguardan y ni se acuerda de interrogar al que hace la calle sobre el precio de la coyunda. No te preocupes, cielo, -le replica el de la saya con los colores de alguna bandera- que ya nos iremos arreglando. Contigo pan y cebolla, mi vida, que con los tipos como tú no lo hago por negocio, es puro amor, mi sol, una pasión ideológica que se me hace incontenible, un sinvivir de convicciones y agites.
Y juntos se van y al segundo empellón ya empieza el seductor a refunfuñar por lo bajinis, que mira que no me haces tanto caso como yo soñaba, que ya me lo había advertido bien clarito mi madre en la masía, no te fíes, hijo, de estos señoritos castellanos, que ni te enteras de que hoy he ido a la pelu y me he peinado el himno y me he depilado las disposiciones transitorias, que en realidad te gusta más que yo el otro, el YaMásZares, pero a ver de dónde te va a dar él todo lo que yo te entrego sin pedirte nada, que, por cierto, he visto unas competencias nuevas y monísimas que están ahora de saldo y que por qué no me las compras, mocetón, que te encuentro cada día más guapo y que me pones cada vez más burro. Y así día tras día y toma y daca y dale y venga. Y nuestro político que va perdiendo el ánimo y el Estado que se le queda más chupado que hueso de vaca en perrera y que a la Constitución se le notan ya las costillas como a un De Juana el esternón cuando no está empalmao.
Y pasa siempre lo que tiene que pasar, más viejo todo que la historia del mundo y que sus oficios más antiguos. Que nuestro político con mando en Estado central ya no rinde como antes ni se aplica con el esmero de sus primeros arrebatos y que anda con la mosca detrás de la oreja porque se ha enterado de que el otro recibe en el piso que le había puesto con los ahorros de la abuela. Y que, haga lo que haga y diga lo que diga, aparecerá un día de estos otro tunante con más posibles y un cortijo más grande y le hará el otro un nudo con las piernas y un roto en la cuenta corriente y se oirán los gritos desde las habitaciones en que velamos a nuestra decencia difunta y rompemos la hucha del cerdito para pagar el entierro y vemos que no alcanza y ahora nos tocará a nosotros aguantar en la esquina el frío y lo que aprieta el maldito liguero.

Sobre papis y mamis (again)

Anoche cena de matrimonios. Ahjjjjjjj, ya sé, mal empieza esto. ¿Alguien espera algo bueno de una reunión semejante? Suele ser una forma de suicidio colectivo de las neuronas y de ratificación de lo bien que está uno en su casa y a su bola. Salvo cuando se trata de amigos antiguos y constantes, claro.A algunos de los de ayer nunca los había visto. Me armo de paciencia con el mismo esmero que ZP de mala hostia cuando promete que no insultará ni ayudará a la crispación del país. Yo me repito para mis adentros que voy a ser muy amable, que no voy a poner caras ni a hacer juegos de palabras que no me entiendan y que sonreiré divinamente cada vez que hablen de a cómo está el metro cuadrado de piso en Badajoz o de lo que te ayuda un perrito a pasar la crisis de los cuarenta.
Pero la suerte no está de mi parte. Me toca enfrente una mujer, seguramente buenísima persona y con un corazón bien grande, pero que me pone de los nervios. Es que, además, tenía yo principios de constipado y el estómago algo revuelto, no sé si lo he dicho. El caso es que la pobre dama remataba cada frase suya con una risotada como de camionero enardecido, y no precisamente porque fueran graciosas las cosas que decía. De vez en cuando miraba también a su marido, al otro extremo de la mesa, en diagonal conmigo, y le decía a que sí, Pepe. Pepe no se enteraba de la conversación, pero respondía con otra risa igual de absurda y entusiasta.
Me levanté a mear tres o cuatro veces antes de que se acabaran los postres, y no porque la próstata anduviera en plan manifa del PP, sino porque no sabía en qué entretenerme y en estos casos lo mejor es el cultivo de uno mismo. Hasta que pasó lo que tenía que pasar y ya me quedé definitivamente pegado a mi silla: se pusieron a hablar de los niños. ¡Ay!
Una de las parejas engullía agobiadamente, pues tenía prisa por terminar. Les habían prometido a sus hijos, de seis y ocho años, que antes de la una de la madrugada estarían en casa de vuelta. Y, según contaban, no podían incumplir tal compromiso, pues los pequeños se preocupaban y se ponían muy indignados, tanto que otro día les podría resultar a los padres poco menos que imposible salir de cena sin sus ricuras. Y no es que estuvieran solos en casa, aprovechando para ver la porno del Plus (si es que tal cosa aún existe, que no lo sé), como uno espera de unos niños normales, no. Estaban con una hermana de ella. Pero es que la hermana se encontraba medio agotada, la pobre, porque esta temporada anda haciendo un “curso de energía”. Así dijeron, “un curso de energía”. Por lo que escuché, se trata de que llega un profesor vietnamita y hace no sé qué con una pirámide y uno se carga de energía hasta el alma. Lo que pasa es que la hermana estaba agotada de tanta energía en el curso y se temía por su capacidad para defenderse de los niños si éstos decidían al unísono pasar a la casaborroka.
Mano de santo lo de la descendencia en estas cenas tan eróticas y tan estimulantes de la vocación monacal. En cuanto una pareja saca los niños a relucir, allá van todas a contar las maravillas más aterradoras. Porque es de lo más curioso ver cómo no rige aquí el principio de contradicción. Todos se quejan de que qué horror, qué cansancio, cuánto agotamiento, qué denodado esfuerzo, pero todos viven su entrega a los zotes y malas bestias que parieron como el sentido supremo de sus vidas y lo más gratificante que haya podido ocurrirles nunca. Y sí, uno va repasando cada cara y cada gesto y acaba admitiendo que en efecto, que seguro que no saben lo que es bueno y que hasta un grano en el trasero te puede dar consuelo y entretenimiento cuando estás tan colgao.
Parece que son bastantes los que tienen que negociar con sus pequeños monstruos las muy ocasionales salidas nocturnas y sus horarios y que al día siguiente resulta de lo más arduo contener las iras del gusano que te pregunta dónde estabas hasta esas horas, qué hacías y por qué no habías llegado a tiempo para leerle a él el puto cuento de cada noche. También anima bastante oír la lista de destrozos hogareños que en el último mes ha provocado cada una de esas fieras sin alma. Y de cómo hay que echarles tanta paciencia para que coman y cuáles son las marcas de zumo que desayunan con menos protestas y sin tantas pestes por su parte.
Ah, y los viajes con ellos, con los pequeños. Que sí, que se puede viajar con los niños y que se pasa bomba. Concretamente a Port Aventura. Que a otras partes no conviene, pues se cansan y se mosquean, pero a Port Aventura sí que es una gozada y que sólo tienen que procurar los padres no vomitar cuando se suban a las infernales atracciones que apasionan a sus torturadores. Pero cómo los vas a dejar subirse solos, hija, pobrecines, tan endebles, tan sensibles, tan necesitados de ti.
Esto de Port Aventura me recordó una cena reciente en Medellín. Un afamado abogado colombiano, más que forrado de dólares, contaba que él llevó a sus hijos unas diez veces a Disney World, allá en USA. Y que cuando su hija cumplió dieciocho años y su hijo ya había hecho diecinueve les preparó un viaje de un mes por los rincones más exóticos e impresionantes de Sudamérica. El día que se lo comunicó a los chavales, muy bien y tal, pero a los dos días se encerraron con él y, con cara de circunstancias, le preguntaron si se podía cambiar ese viaje de ensueño por otro que les hacía mucha más ilu. Les contestó que sí y entonces se sinceraron: papi, queremos volver a Disney, porque puede que ésta sea la última vez. ¿Te importa? Anda, papi, porfa, venga. Y el hombre cedió. Criaturitas, tan tiernas. Herodes, ven.
Cada día agradezco más y más mi infancia de aldea y dignísima pobreza. Miro atrás y veo que estaba todo lleno de gente normal. Es increíble, no había ni uno solo de estos padres y madres gilipollas ni de sus niñitos asesinables. Subíamos a los árboles, nos tirábamos piedras, comíamos bocadillos de chorizo, bebíamos leche de vaca sin pasteurizar y nos llevábamos un pescozón si intentábamos putear a nuestros viejos. Fantásticos padres, estupendos hijos. No estas piltrafillas de niñitos y de papis, de papis que ya no valen ni para una cena de sábado hablando de lo que hay que hablar, carajo: de fútbol, de política y de sexo.

Estupenda noticia: se muere el Power Point

No todo va a ser pesimismo. Miren lo que cuenta un experto en La Vanguardia de hoy. Dice que el Power Point ya debe ir pasando a la historia y que no vale para nada. Qué alegría que desaparezca este medio de aborregamiento común de profesores y estudiantes, disculpa para que tantos de los que supuestamente enseñan hayan dejado de explicar cosas y se dediquen sólo a leer en voz alta los esquemitas idiotas que lanza el proyector. Mira que si van a tener que aprender de nuevo a hablar tantos profesores que no saben...
Aunque ya verán cómo ponen manos a la obra los malditos pedagogos y acaban inventándose una estupidez mayor, a la medida de sus privilegiados cerebros de topo. Creo que ahora el último grito es el portafolio. ¿Cuándo nos juntamos para quemar un par de facultades de Educación y correr a gorrazos a media docena de sus catedráticos?

24 marzo, 2007

Honoris causa. Capítulo 3.

Capítulo 1.
Capítulo 2.

Capítulo 3:
Aquel encargo le pareció un tanto extraño, pero no hizo preguntas. La actitud del comisario indicaba a las claras que el asunto interesaba muy arriba. Por otro lado, cada día estaba más convencido de que Claudia tenía algo de razón cuando le reprochaba que él hacía su trabajo sin curiosidad y sin pasión ninguna, con mentalidad de oficinista. A Claudia eso le parecía una pena y le repetía que cuánto daría ella muchas veces por estar en su pellejo y dedicarse a espiar a la gente, a averiguar las andanzas de los malos. Claudia era vital y espontánea, el contrapunto exacto de su carácter, más bien reservado y poco dado a los entusiasmos. Se conocían desde poco más de medio año, pero le parecía como si hubieran estado juntos toda la vida. El paso siguiente sería convencerla para vivir bajo el mismo techo, hasta de casarse, por qué no. Estaban bien esos largos fines de semana caseros, pero a él cada noche sin ella se le hacía muy larga.
Este caso que lo dejaba indiferente le habría encantado a Claudia y habría excitado su sed de cotilleos sabrosos, pues hasta aparecía un profesor de la Facultad, discípulo, por más señas, del jefe de ella. El comisario nada sabía de su relación con Claudia y puede que en caso contrario no le hubiera asignado esta investigación. Ya vería él si a Claudia le contaba algo o no, depende de qué hubiera de por medio y de si estratégicamente le convenía, para sacarle alguna noche extra en su casa, tal vez una semana entera.
El comisario había bajado la voz y se había asegurado bien de que nadie más andaba cerca cuando le dijo que el tal Lorenzo era hijo de De Pablos, el hasta hace poco comisario jefe, recientemente jubilado. A Bernardo le costó comprender el porqué de la cara de preocupación de su jefe. Tal vez éste captó sus dudas, pues al cabo añadió:
- Ese Pablos es un hijo de la gran puta y como se entere de que andamos siguiendo a su hijo nos enfila seguro. El muy cabrón trabajó para el gobierno anterior, pero toda la vida ha jugado a dos bandas. Tiene muy buenos amigos arriba, incluso con éstos de ahora.
Consiguió rápidamente la dirección de Lorenzo de Pablos y se preguntó por dónde empezar. Decidió que lo seguiría al día siguiente desde la Facultad. Averiguó sus horarios de clase y no le fue difícil reconocerlo después de haber visto un par de fotos suyas. Era alto, de pelo negro. Tenía la cara anormalmente larga, como si de pequeño le hubieran colgado un peso en el mentón y se la hubieran estirado artificialmente. Acentuaba ese extraño efecto con una corta perilla. En su documentación había visto que tenía treinta y cuatro años y vivía solo en un antiguo apartamento del centro. El apartamento estaba a nombre de su padre.
Eran las dos y Lorenzo tomó su coche del aparcamiento y se fue directo a su casa. Bernardo se preguntaba cómo podría dar con alguna información útil sobre el personaje. Le habían ordenado que controlara sus movimientos y que procurara enterarse de sus relaciones amorosas, si las tenía, y de cómo había pasado los últimos meses. No quería hacerse preguntas sobre las razones de la peculiar misión y únicamente pensaba en cómo la realizaría.
La idea le vino cuando por segundo día consecutivo comprobó que a eso de las diez de la noche Lorenzo salía de su portal y se metía en un pub que estaba a diez minutos andando. Bernardo se propuso entablar conversación y no le resultó muy difícil. Dejó pasar diez minutos desde que Lorenzo entró el tercer día y luego pasó él mismo. Lorenzo bebía solo en un extremo de la barra. Dos clientes más jóvenes lanzaban dardos a una diana en la otra esquina. Tras la barra, la camarera lucía un escote generoso en su camiseta rosa y unos ceñidos pantalones de cuero negro.
Se colocó a un par de metros de donde el otro estaba apoyado con los dos codos en el mostrador y la cabeza baja, pensativo. Pidió un güisqui y repasó mentalmente cómo podría trabar relación. El pretexto se lo dio el vocerío de los jugadores. Lorenzo levantó la cabeza y su mirada se cruzó con la del policía. Bernardo vio que tenía los ojos enrojecidos y que le hacía seña a la camarera para que le rellenara el vaso. Los de los dardos volvieron a gritar.
- Joder, qué gente. No puede uno tomarse un trago con tranquilidad en ningún lado.
Lorenzo lo miró apenas y se limitó a asentir con un gesto. La camarera acabó de servirlo sin levantar la vista y él le dio las gracias con un movimiento de la mano. Bernardo volvió a intentarlo:
- Es la primera vez que entro aquí. No está nada mal la dama, nada mal.
El otro contestó sin volver la cabeza para mirarlo:
- Ni te lo plantees, es una estrecha y a las doce aparece cada noche su novio como un perro de presa.
Tenía una voz extraña, como de pito ronco. En la mano con que apretaba el vaso llevaba un anillo con una pequeña piedra. Iba vestido con una chaqueta de pana negra, una camisa de cuadros y unos jeans artificialmente gastados. El uniforme perfecto del pijo progre, pensó Bernardo. En ese momento pensó que le encantaría preguntarle enseguida a Claudia si lo conocía bien y qué pensaba de él. Pero se aconsejó a sí mismo calma y decidió que sería mejor esperar. Si metía a Claudia en aquel asunto se le podía ir todo de las manos. Y no se le ocurría ningún pretexto distinto de la investigación para interrogarla a ella sobre aquel sujeto sin que se mosqueara y lo atosigara con preguntas.
Noto que el otro había vuelto la cabeza hacia él y lo miraba fijamente. Movió la cabeza arriba y abajo muy levemente y a Bernardo le pareció que un asomo de sonrisa apuntaba en su boca. Le aguantó la mirada y no supo si sonreír afable o mantenerse serio. En la mirada del tal Lorenzo había algo extraño, profundo y esquivo a un tiempo. Por fin el otro habló:
- Joder, tío, yo a ti te conozco. Tú eres policía, a que sí.
No estaba preparado para ese giro de la conversación y apenas pudo reprimir un mohín de fastidio.
- ¿Por qué te lo parece?
- No es que me lo parezca. Yo tengo una memoria infalible para las caras y la tuya la he visto no hace mucho.
- Me temo que te puedes equivocar esta vez. ¿Dónde se supone que me has visto la cara?
- En una foto. Seguro.
- No voy dejando fotos por ahí ni sale mi jeta en los periódicos.
- En los periódicos no, pero no hace mucho que estuviste de fin de semana y turismo rural por Soria y te hicieron más de una foto.
Aumentaba el desconcierto. Era verdad que un par de meses antes había recorrido algunos pueblos sorianos en compañía de Claudia y habían dormido en una preciosa venta de aldea. Prefirió callar y mirar a su interlocutor del modo más inexpresivo que fue capaz. El tal Lorenzo no se cortó lo más mínimo, se tomó su tiempo, moviendo el hielo dentro de su vaso, y luego le dio un trago largo. Al fin retomó la palabra.
- Me las enseñó Claudia, tu novia o amiga, si no me equivoco. Somos compañeros en la Facultad, ¿sabes? Tenemos el mismo jefe.
Lo dijo con la mirada clavada en las botellas de la estantería de enfrente, sin volver la vista hacia Bernardo. Éste reaccionó con presteza, pese al desconcierto y a la intranquilidad que le causaban las maneras de aquel sujeto.
- Bueno, pues encantado. Me llamo Bernardo. - Y le tendió la mano.
El otro se la estrechó con ese gesto lánguido propio de beatos y sibilinos. Luego retomó su postura de antes, apoyado con un codo en la barra y sin mirar apenas a su compañero de conversación.
- Yo me llamo Lorenzo. Ya sabía que te llamas Bernardo y que trabajas en la policía.
- ¿Todo eso te lo contó Claudia? - Temía en el fondo la respuesta, pero era capaz de adivinarla. El otro le confirmó sus presagios.
- Sí. Le encanta presumir de su amigo policía.
La cabeza de Bernardo se puso a buscar consuelo. No hacía tanto que se trataba con Claudia, ella le había contado poca cosa de su vida anterior y, la verdad, él tampoco había mostrado gran curiosidad por las historias de su trabajo con que ella a veces amagaba. No sabía cómo proseguir aquella conversación que se le había ido de las manos de buenas a primeras. No fue necesario, pues Lorenzo le preguntó al cabo de unos instantes si quería otra copa. Aún tenía la anterior medio llena, pero dijo que sí y tomó un largo trago. La opulenta camarera los sirvió con aire distante, pese a que Lorenzo no le quitaba los ojos de la pechuga. Cuando se alejó, el joven profesor arrastró su banqueta para aproximarse a Bernardo.
- Esta es una zorrona, a mí no me engaña. Como la mayoría.
- Cuéntame. En cuestión de chavalas soy poco experto y medio inocente, ésa es la verdad.
Su contertulio se le quedó mirando un momento, como evaluando la seriedad de la frase. El tono de su voz, después, parecía indicar que había decidido fiarse:
- Pues ya te irá enseñando Claudia todo lo que hayas de saber. Esa novia tuya vale su peso en oro y ella sí sabe de la vida y de las gentes.
Le vino un nuevo respingo. Definitivamente era el otro el que se había hecho dominador de la situación. Pero él no quería hablar de Claudia precisamente. Algo le indicaba que tampoco le resultaría demasiado alentador lo que el otro pudiera decirle de ella.
- ¿Tú sí tienes mucha experiencia con tías?
- Mucha experiencia con tías... -Repitió la expresión y soltó una risotada antes de proseguir- Con tías nunca se tiene mucha experiencia. Pero yo conozco el otro lado, amigo, soy un clandestino. -Se quedó pensativo un momento y añadió:
- No me vayas a joder, ¿eh? Tú calladito y a Claudia ni una puta palabra de esta conversación ni de que nos hemos visto. A cambio yo te ayudo, si puedo, en lo que mandes.
- ¿Ayudarme? - La voz se le notó insegura.
- Sí, ayudarte. Porque supongo que no estás aquí por casualidad, algo andarás buscando. Y si vas de caza, estás fuera de tu territorio, así que no te vendrá mal un guía avezado.
Bernardo cayó y bebió. El otro se tomó ese silencio como una confirmación.
- Vamos a tomarnos unas copitas tú y yo mano a mano esta noche. Te enseñaré algunos chiringuitos sólo para iniciados. Que la pasma va que no se entera, colega - Y acabó con una carcajada que al policía le sonó chirriante y muy poco natural.

23 marzo, 2007

P(r)ecios

Hagamos un intento de ver las cosas con la mayor distancia posible, sin esta manía que le ha entrado al país de que todos tengamos que optar, sí o sí, o por Sodoma o por Gomorra.

Por encima de cualquier otra consideración, lo que me parece un desastre es la pedagogía social, política y jurídica que están haciendo los poderes establecidos, comenzando por el gobierno. Ingenuo sería pensar que el Derecho es un instrumento rígido, independiente del influjo político o ajeno a toda manipulación posible por parte de los que tienen las instituciones por el mango. Pero es una cuestión de límites y formas, a fin de cuentas. Y lo que aquí y ahora está sucediendo es el supremo y definitivo descrédito de lo jurídico, la lección definitiva de que con las normas jurídicas ni se defienden valores relevantes ni se salvaguardan bienes sociales ni se procura el interés general, que todo es instrumento puro y duro de conveniencias partidistas y que por unos votos más o por una coalición gubernamental futura el que manda puede pasarse por el arco del triunfo legalidades y legitimidades con el mismo espíritu con que el mayor desalmado prostituiría a su madre o daría en esclavitud a sus hijos.

Y no se me diga que exagero con las comparaciones. Son imágenes y es un decir, ya lo sé, pero la analogía se mantiene válida en lo que pretende: la falta radical de principios, la evaporación de toda convicción que no sea instrumental para pescar poder por el poder, sin reparar en gastos, sin pararse en daños. Sigo sin querer entrar en qué cosas merezcan ser tipificadas como delitos y cuáles no, admito que el legislador penal haya incurrido en más de un exceso en los últimos años, jaleado por una opinión pública cuyas emociones más bajas son manipuladas con saña por los medios de comunicación que sirven a este o aquel partido o grupo económico. Dicho sea de paso, admitiendo todo lo que se quiera, va siendo hora de pedir coherencia al legislador, a los políticos y a los guardianes de lo políticamente correcto. Que cantarle loas a un etarra asesino y glosar su mérito moral no sea delito me parece estupendo, de verdad; pero entonces vamos a ir revisando también ciertos tipos penales, como los de los artículos 510 y siguientes del Código Penal. Porque no acabo de entender por qué está peor dar vítores a Hitler o a Goebbels que a De Juana y por qué no se puede afrentar a los judíos pero sí a los maquetos o a los españoles o españolistas. Y, además y aunque signifique sumar peras con manzanas, la próxima vez que se me ocurra hacer un chiste machista o sexista u homófobo o no sé qué güevos, que no vengan a tocarme las narices con críticas y reproches. Aquí cada uno dice y hace lo que le da la gana, somos tolerantes, fiamos el juicio a las intenciones y no a las palabras y listo. Saldremos todos ganando. Pero, insisto, nada de ley del embudo y de lo gordo para Otegui y lo estrecho para un fulano que no negocia con bombas.

En lo que estábamos, que una cosa es que este o aquel partido impongan su mayoría para penalizar o despenalizar comportamientos y otra, bien distinta, que conviertan las normas penales en puro juguete de sus apaños. El mismo gobierno que hoy azuza a los fiscales para “construir imputaciones” mañana los presiona para que las retiren, el mismo gobierno que incitaba ayer a los fiscales para mantener una acusación hoy les ordena que recojan velas. Y, yendo más allá de lo penal, el gobierno que hace cuatro días dio su visto bueno más o menos entusiasta a la reforma de un estatuto de autonomía, ahora intenta licuarlo, convertirlo en papel mojado. Ese mismo gobierno lucha a brazo partido para que no se declare la inconstitucionalidad de los preceptos de ese estatuto, pero simultáneamente insinúa que hay una imposibilidad constitucional de aplicarlos y que, por tanto, habrá que ir haciendo lo que la mayoría gubernamental en cada periodo pueda y quiera. Y esto son sólo unos pocos ejemplos de nada, podríamos seguir la enumeración de cachondeos jurídicos recientes hasta la extenuación.

¿No se dan cuenta de que la ciudadanía percibe que las normas no cuentan en sí, que todo depende de los intereses del poder, que no hay ya comportamientos jurídicamente lícitos o ilícitos, sino meramente útiles o inútiles para los que cortan el bacalao? ¿No ven que el día que no quede rastro de la confianza del pueblo en jueces, fiscales y funcionarios en general la corrupción dejará de verse como excepción criticable y pasará a tomarse como pauta inevitable y éticamente justificada? ¿No perciben que cuando todos y cada uno de nosotros, en los asuntos legales que nos conciernan y sobre los que tengamos algún control, razonemos como Zapatero –y como Rajoy, si quieren; el problema es que el que ahora mismo está mandando es el otro sinvergüenza, sin más ideología que su megalómana amoralidad- y los que le bailan el agua, todo va a ser una podredumbre de infamias, abusos y selvático desorden?

Podríamos volver a menear a Max Weber con lo de la ética de convicciones y la ética de la responsabilidad. De acuerdo en que la política pide mucho de esta última. Pero todo tiene un límite. En política muchos fines justifican muy especiales medios. Pero no valen, no pueden valer todos los medios. Del mismo modo que no podemos aceptar el asesinato por razón de Estado, por ejemplo, tampoco cabe admitir la disolución de los fundamentos normativos del Estado por razón de partido; salvo que nos hayamos vuelto todos locos, claro. Aplicado de nuevo al caso de anteayer, mismamente: que el fiscal acuse, no acuse, mantenga o retire acusaciones; pero no puede, no debe hacerse al dictado coyuntural del interés que tenía ayer el gobierno o del nuevo que tiene hoy. A muchos les sonará excesivo esto que voy a afirmar ahora mismo, pero francamente lo pienso: hay modos de superar el terrorismo que son más perjudiciales que el terrorismo en sí. Uno es el terrorismo de Estado; otro, el ya citado del antiterrorismo de partido, de la complicidad electoralista con terroristas, de la búsqueda de una paz que se quiere a cualquier precio, pero sólo porque (se cree que) permite soñar con votos.

Debo de ser una mala bestia, y lo asumo. Pero prefiero que siga ETA con sus atentados antes que ver lo que estamos viendo. Hay más nobleza en muchas muertes que en la sucia anomia de muchos “vivos”. Hay guerras que más vale perder con la cabeza alta y luchando por los ideales de la democracia y el Estado de Derecho que perder con la oscura impotencia de los inútiles que venden a quien sea por un mendrugo o un rato más de coche oficial. Porque de perder de una manera o de la otra se trata, por lo visto.

El zapaterismo no es un problema político, es una enfermedad moral de esta sociedad. El hecho de que no exista un antídoto “popular” no le quita ni un ápice de dramatismo al mal. Somos una sociedad indecente, sin convicciones, amoral, apática y burra y nos gobierna quien mejor nos representa. Y nos manipulan quienes mejor nos entienden, el Otegui y compañía. Tenemos que darnos prisa para robar lo que quede antes de que esto se complique definitivamente. Y para colocar a los parientes y para pedirles a los discípulos una chupadita más antes de hacerlos funcionarios a toda prisa. Que esto se cierra por derribo, amigos, y quién sabe qué vendrá.

22 marzo, 2007

Los fiscales y el Damasco´s Club.

Esto de abajo lo escribí anoche, noche de miércoles a jueves, en mi hotel barcelonés. No pude colgarlo, así que ahí va ahora, con retraso y ya desde casa. Da igual.

Vaya, hombre, para qué se me ocurrió ojear los periódicos a estas horas, cuando estaba a punto de irme a la cama. Me encuentro la noticia de que Otegui ha sido absuelto de la cosa esta de ayer porque el fiscal después de interrogarlo y de preguntarle si era bueno, malo o regular y de recibir la respuesta de que mu bueno, mire usté, retiró la acusación. Ni entro ni salgo en lo fundado de la acusación previa ni en si merece ser delito ese delito, que penalistas tiene la santa madre de Von Liszt. Y a mí, francamente, ya me da igual lo que hagan con Otegui o con la Naomi de que hablábamos ayer. Que se los folle un pulpo a todos. Voy a otro asunto.
Alguien debería estudiar los fenómenos paranormales que están ocurriendo en las fiscalías: revelaciones, apariciones, súbitas conversiones, quiromancia, cartomancia o trashumancia. Ah, y telepatía. Porque vamos a ver, el único que acusaba era el fiscal, se organiza todo el batiburrillo, el acusado no llega por culpa de la nevada, mandan un avión de la policía (eso cuentan los periódicos, lo juro) a buscarlo y luego... el fiscal recapacita, se concentra, entra en trance, reflexiona, infiere, concluye y retira la acusación. También son ganas de joder la marrana y de putear al Otegui ¿no?
Y lo de la telepatía. La abogada del de los cuellos redondos renuncia a interrogarlo, quién sabe por qué; le entró pereza y perdió las ganas de demostrar su inocencia. A lo mejor le había rezado a algún santo para solicitarle que el fiscal se cayera del caballo y se pegara ese trompazo que se pegó.
Si llega a trabajar para una multinacional al fiscal ese lo ponen de patitas en la calle por frívolo y juguetón. O lo ascienden por obediente y dócil, yo qué sé. Como no entiendo nada...
Insisto e insisto: pues vale, si no hay delito, si no merece haberlo. Pero antes de un año vemos al Pumpido dándole un beso de tornillo al Otegui, o metiéndose mano con el Pernando, que es peor. Al tiempo. Estos fiscales y sus pastores se están poniendo cada día más cachondos. Pura lubricidad, oiga.
Francés, cubano, griego, tailandés..., fiscal español. A ver quién adivina la posturita. Y el nombre del gerente de este local que alguna vez fue Estado, según tengo entendido.

No gana uno para sobresaltos

Al atardecer de ayer tomé el avión para Barcelona. Me toca hablar veinte minutos, veinte, en un congreso de estudiantes de Derecho penal. Es curioso, de tales congresos hay en Barcelona y en Salamanca cada año, que yo sepa. ¿Por qué no los habrá también de Derecho mercantil o de Derecho internacional privado, pongamos por caso? Será que el penal entretiene más a los jóvenes. Todavía lamento lo del bigotudo cátedro que en tiempos nos lo hizo insufrible a los de mi promoción. Ya tiene mérito, ya.
Ojeo el ABC mientras me como un bocadillo de tortilla. Con Iberia nunca se sabe cuándo toca comer y cuándo quedarse con las ganas. Incertidumbre aérea, como si el mismísimo ZP dirigiera la compañía. Sumido en tan profundas cavilaciones, me sobrasalta la página 81 del periódico conservador. No tiene desperdicio ninguna de sus tres noticias.
La primera, que Angelina Jolie está en Hanoi, donde acaba de adoptar otro churumbel que, por lo visto, se llama Pax Thien. Algo tiene el nombre que a mí me suena a asturiano, pero serán cosas de la globalización. Resulta que la pobre Angelina, que colecciona niños igual que usted colecciona relojes (baratos) o caracolas marinas, no ha podido adoptar conjuntamente con su pareja, el Brad, pues “la legislación vietnamita no contempla la posibilidad de que parejas que no estén casadas puedan adoptar niños”. Me imagino la envidia que les darán a muchos lectores de ABC los vietnamitas, tan considerados con el matrimonio y la infancia. Como aquí hasta hace poco, cuando cualquier loca (porque no será políticamente correcto decirlo, pero locas también hay) podía adoptar un niño y hasta un jovencito con espinillas, pero sólo para él/ella. Si lo hace en pareja y con la pareja, la cosa ya queda de lo más inmoral para gusto de abulenses y epíscopos.
Parece que la cosa va de macizas, aunque nunca hay que fiarse. En la columna de al lado se informa de algo que promete, visto el titular: “Naomi Campbell, la ilustre fregona”. Perplejo y taquicárdico, me voy a la letra pequeña y resulta que a la Naomi la han condenado a limpiar durante cinco días un edificio por atizarle a su asistenta con un móvil en la cabeza. Supongo que le fastidiará más haberse quedado sin asistenta que hacer el paripé ese de que abrillanta las escaleras de un rascacielos. Lo estarán poniendo todo perdido los fotógrafos, además. Aunque el periódico dice que no va a haber reporteros en esta ocasión, si bien la noticia se ilustra con una foto de la morenaza a punto de ponerse las botas. Las botas de trabajo, por supuesto. En una de éstas descubre la Campbell que lo suyo es el fregoteo, ya verás. Porque esto del servicio doméstico ha cambiado un güevo. En casa tenemos ahora una asistente un par de días a la semana que, además de ser un encanto de mujer, toda dicharachera y dispuesta, nos tiene acomplejados a mi santa y a mí. Esta semana no ha venido porque está dándose una vuelta por Italia: Milán, Florencia y tal. Cada dos por tres se va a París de compras y hasta nos trae algún regalillo. Cuando nosotros, más modestos no se sabe si por hábito o por necesidad, tenemos que ilustrarnos para algún viaje de postín ella nos orienta. Conste que la situación me encanta y me sume en una deliciosa perplejidad. Pero, mecachis, no era así como había leído yo lo de la lucha de clases. Trepa y trepa en la escala social para esto. No tardaremos en ver en los diarios anuncios de este tenor: "burgués busca funcionario para limpiarle la casa y pasar el rato; imprescindible informes".
Pues parecía que la cosa iba de macizas, pero al final no del todo, aunque quién sabe. La tercera noticia de la página da cuenta de que Victorio & Lucchino se han casado. Busco el detalle, no sea que lo hayan hecho en Vietnam o que les haya dado por limpiarse la casa mutuamente. Y lo primero que averiguo es que el uno se llama Víctor Rodríguez y el otro José Luis, y que no son de Turín o Venecia, sino más andaluces que las alpargatas. Se ve que se pusieron el nombre artístico en andalú para vendar más en el mercado de la nación histórica. El ABC, periódico de orden y amante de las tradiciones, explica con exquisitez los pormenores del evento matrimonial y la esencia de semejante unión: “el enlace fue tan íntimo que no contó con los aditamentos clásicos de cualquier boda que se precie; es decir, invitados, arroz o el consustancial banquete”. Inexplicable que la pareja esta de alta costura se haya casado sin arroz, chica. Estos artistas siempre saliéndose del tiesto para dar la nota. Los casó un concejal de IU. Un día va a resucitar Lenin y los va a correr a gorrazos, ya verás. O el mismo Fidel, como salga de la postración y le dé por tomarla otra vez con los homosexuales y los de su lado (de él) que los casan.
Me pongo a pensar en Epi y Blas o en Mortadelo y Filemón y me pregunto cuántas cosas no sabré, por despistado y por andar todo el día entre libracos viejos que no conducen a nada.

20 marzo, 2007

Manipulaciones mil.

Va llegando la hora de comprarse la casita en el monte, hacer el petate y quitarse de en medio. Sin radio, sin televisión, sin periódicos y sin salir de casa ni para votar. Para votar, menos que nada. El ruido ambiental aquí es ensordecedor, se oyen los gritos pero ya no se entiende ni una palabra.
No es solamente que los partidos hayan sustituido el argumento por el improperio, la crítica por el rebuzno y los proyectos por los ajustes de cuentas. No es sólo que el Gobierno oculte su vacío mental disfrazándose de oposición a gobiernos anteriores y hasta a Franco, a estas alturas y con esos morritos y esos pellejos; ni que a la oposición le importe un bledo lo que no dé votos y se haya quedado impotente para producir ideas, de tanto menear sus cabreos más primarios. Gobierno y oposición van a la par, cada uno azuzando su piara de descerebrados y mantenidos y adornando su resentimiento con hueras consignas. Por si tuviéramos poco con todo eso, los medios de comunicación invitan al vómito, nos descomponen la poca paciencia que nos pueda quedar. ¿Informan, conforman, deforman? ¿Qué diantre hacen? Manipulan. Y lo hacen todos, todos. No hay maldita manera de entender nada, pues cualquier cosa emborronan.
Un ejemplo de hoy mismo. Es de El País, texto sagrado del progre oficial, pero podría ser de El Mundo, ABC o La Razón, tanto montan. A las 13:00 horas leo su primer titular en portada de la edición digital, que dice lo siguiente: “Aznar vuelve a defender la guerra cuando se cumplen cuatro años”. Bien, sin novedad en el frente. El burro del Jose Mari rematando a su partido con el tiro en la nuca de su soberbia y su empecinamiento. Allá se las compongan, no voy a eso. Sí que me llama la atención que el gran debate político siga siendo sobre el papel del PP en la guerra de Irak. Diríase que si no llega a ser por el bobo de Aznar, se libran los iraquíes de la funesta invasión que ordenó el otro idiota, el hijo lerdo de aquel papá presidente USA. Últimamente, cada vez que me hago una foto experimento un escalofrío, pues pienso qué consecuencias podrá tener esa imagen mía para la paz mundial. Desde luego, en las Azores no me retrato ni de coña, ni solo ni acompañado. Imagínate qué responsabilidad, hasta al más mindundi, como es mi caso, le pueden colgar los muertos por andar posando repeinado y estiradillo.
Para dejarlo todo lo claro que pueda: esa guerra, lamentable, y Aznar un cretino, sin la más mínima duda. Pero a este paso y como sigamos retrocediendo, acabaremos cargando en la cuenta de Fernando VII toda la porquería que ahora mismo nos acogota. Mira, ahora que lo pienso, es una idea. El día que pinche la burbuja inmobiliaria o que se dispare la inflación, pongamos por caso, la tomamos con Fernando VII y recordamos el pedazo de cabrón que era. Seguro que da resultado y la gente traga. Ponga en su política un chivo expiatorio y haga el capullo impunemente con esos morritos.
A lo que iba. Leo el subtítulo de esa primera noticia de El País y reza así: “Todos los grupos, salvo el PP, guardan un minuto de silencio ante el Congreso por los muertos de Irak”. De inmediato me indigno contra el PP y paso ganas de acordarme de sus muertos. ¿Cómo es posible –pienso- que sean tan insensibles y tan zotes, tan absolutamente dogmáticos y tan inflexibles? Pincho en el titular y
me voy a la letra pequeña. Diablos, ahí las cosas se pintan de otro modo. Sobre este asunto, la información primero reza así: “A las 13.00, todos los grupos salvo el PP se han concentrado en las puertas del Congreso en contra del conflicto”. Vaya, ya no es un minuto de silencio por los muertos, sino en contra del conflicto. No es exactamente lo mismo, el matiz no es indiferente. De todos modos, se atenúa pero no desaparece la sensación de que los del PP no saben donde tienen la mano derecha. Continúo leyendo y miren qué me encuentro más abajo, la tercera versión de lo ocurrido ante el Congreso hace un rato: “El PSOE, junto a todos los grupos parlamentarios salvo el PP, se han concentrado a las 13.00 en la escalinata del Congreso de los Diputados en repulsa por la guerra de Irak”. Ahora ya es en repulsa por esa guerra. Normal que el PP no vaya. Normal para los del PP, digo, pues, que se sepa, sólo dos han dicho que esa guerra ha estado mal y que Aznar no debió meter ahí el bigote. Pero, con independencia del juicio crítico que los del PP merezcan, que lo merecen, el jueguecito del periódico “decente” con los titulares y su administración de las informaciones son tendenciosos hasta decir basta.
13:45. Escrito lo anterior, me voy a la edición digital de ABC a ver en qué términos cuenta la concentración dichosa: no dice nada, pese a que hay varias noticas actualizadas después de la una. Mira qué bien. Relatividad en grandes dosis, lo que para unos es la noticia grande del día, para otros ni viene al caso. Tampoco informa nada ABC a esta hora sobre lo dicho por Aznar en Sidney, que El País destaca como el gran acontecimiento informativo. Muerto de curiosidad, paso a El Mundo y ahí leo que la concentración ante el Congreso fue para expresar "el rechazo a la invasión de Irak".
Conclusión inevitable: esa concentración no fue más que el pretexto para que cada periódico diga de ella –o calle- lo que le dé la gana y la interprete como quiera. Y así es todo: como los medios quieran explicarlo. Ha desaparecido la realidad, viva la creación informativa. Nada es verdad ni es mentira, todo depende del patrón del periódico que lo diga.
Ahora que se está poniendo de moda lo de hacer un día sin esto o sin lo otro, propongo veintivuatro horas sin informativos, ni hablados ni escritos. Contra la indecencia impresa, contra las ondas contaminantes. Definitivamente, no queremos saber nada. Que nos dejen en paz. Y que retocen con sus político y sus empresarios donde no tengamos que verlos ni que pagarles la cama.

19 marzo, 2007

Tentación de transparencia

Algunas temporadas uno daría algo bueno por poder ser transparente; por ser capaz de serlo, quiero decir. Nos pasamos la vida ocultándonos, ahítos de prudencia y aplastados por temores, generalmente gratuitos, vanos. Siempre hay una tonta razón para guardar aquel secreto que no merece la discreción que su anterior dueño solicita, cada vez una excusa interior para no responderle al impertinente lo que te pide el alma o para no pararle al descarado los pies con la vehemencia que el caso requiere. Todo se concita para hacernos más pequeñitos a medida que crecemos y para atarnos más cuando podríamos ser más libres.
Puede que ahí habite uno de los retos mayores de la vida, el único consuelo para el envejecer, en el atreverse. Vejez sin osadía es doble acabamiento. Y sin embargo... Uno mira alrededor, porque no sobra el aliento y el ejemplo también suma, y ve tantas cervices dobladas, tanta disciplina por puro hábito, tal esmero en la obediencia..., tanto culete en pompa.
En la juventud la disculpa suele aludir al trabajo que tanto se necesita, a la fidelidad que se le debe a parientes y vecinos, a las puertas que aún no se han abierto y que guardan celosos demandantes de pleitesía y de coba. Cuando hay ya seguro de qué comer y hasta es uno mismo el que manda un poco, el pretexto se pone en familiares y amigos, a los que, según se cuenta a los íntimos, no se desea perjudicar con el libre rugido de esa invisible fiera que cada cual lleva dentro, al parecer. Mientras tanto, lo que no se interrumpe es la ambición propia y ya hemos aprendido a masajear con mimo las partes sensibles de cada mandamás que puede beneficiarnos. O muchos simplemente ansían que los quieran y muy en particular se desea de los malos, de los desabridos, de los abusadores. Cuanto más hijoputa un tipo con algo de poder, más parroquianos se aprietan para ponerle el lomo y que se lo acaricie un poco. Si los azota también les vale, con tal de que no los saque de su sombra ni les niegue el mendrugo que comen de su mano.
Súmese a tanta inanidad de carácter la perniciosa acción de las modas. Ahora no se lleva rajar de nadie, ni siquiera para soltar verdades como castillos o afear evidencias incontestables. La crítica al vecino corrupto, al compañero traidor o al conocido degenerado está a punto de tenerse por delito ecológico, pues afea el paisaje imaginario en el que nos gusta vivir y sentirnos, lleno de seres angelicales que envuelven en sonrisas cada trapacería y le ponen el lazo de la ética a sus atracos. A uno le pisan un día el juanete y en cuanto dice aquello de vaya con cuidado y mire dónde pone el zapato, se le vuelven cincuenta y le afean el mal talante y lo mucho de intolerancia, amén de no haber parado mientes en los mil traumas que pueden aquejar al pisoteador, que quizá tuvo una infancia difícil o es de una mayoritaria minoría oprimida o de otra cultura, o perdió las pasadas elecciones.
Vale todo con tal de que nadie diga esta boca es mía y todo dios achante, ya no rigen prohibiciones de hacer, sino de contar, la perfidia ya no es tacha del que abusa, sino adorno del que no tolera. No ha de faltar mucho para que los robos se le reprochen a la víctima que los denuncie y las violaciones al forzado que proteste en vez de relajarse y gozar.
No hay manera de saber si tanta norma nos acobarda y tanta represión nos encoge o si será al revés, que semejante confabulación de caguetas, meapilas, consentidos, timoratos, tibios, trepas, tiralevitas, zascandiles y mamporreros impone su ley con saña y hace regla del silencio que más les conviene. El caso es que, sea como sea, da grima. Jodido país de castrones.