09 mayo, 2007

Pobre Naomi










Ay, ay, en este mundo traidor los más avispados no dan puntada sin hilo. Y el populacho traga que traga, todo para adentro, y venga a creerse una memez grande y otra mayor.
Hoy las más influyentes reflexiones no las hacen ya los filósofos, que han quedado casi todos empantanados a medio camino entre cuatro renglones de Sein und Zeit y una cita en la Bodeguilla -¿se sigue usando o ahora se encuentran ya en alguna chislón de finas telas estampadas?- para hablar de la relación entre el PIB y los anisakis del besugo. También los predicadores han perdido sus tribunas, condenados ya a esos canales de televisión que más que canales parecen las alcantarillas por las que van a dar a la mar las almas de los más chorras, todo vocear y proclamar milagros al dos por uno y le regalamos además un par de sandalias de pescador. No, ahora las reflexiones sesudas y el ejemplo vital nos lo ofrecen las estrellas de esta vía láctea a que hemos ido a parar. Y tan láctea, miren que el último caso es el de la Naomi Campbell, que tiene nombre de sopa y cuerpo de cigala para quitar el hipo.
Pues resulta que, como mismamente aquí habíamos glosado con la atención que el caso merecía, la tal señora Campbell había sido condenada a barrer y quitar las cacas –ya sería menos- en un edificio neoyorquino durante cinco días, por haberle tirado un móvil a la cabeza a su chacha. Pero, contra todo pronóstico, le ha ido de vicio, si se me permite la expresión, con lo que cabe temer que cunda el ejemplo y que todo dios se dedique estos días a tirarle cosas a quien no esté en condiciones de responderle con un par de hostias bien dadas. Y es que la Campbell acaba de declarar que barriendo encontró la paz. ¿Ves, Maruja? Ya te lo decía yo. Tanto quejarte y mira qué paz te dan las labores domésticas, que hasta las modelos te envidian.
Parece ser que la escultural barrendera escribió un diario durante esos cinco días con la escoba y que ahora lo va a publicar en una revista que se llama W y que, cabe suponer, le pagará un pastón por una sarta de simplezas a toda página: que si qué placer al quitar el polvo, que si acaba una rendida pero contenta, que si lo dejan todo hecho unos zorros. ¿Ves, Maruja? Un diario es lo que tú tenías que escribir y contar tus impresiones, que a ti lo de la pluma siempre se te ha dado tan bien como lo del plumero, y así te desahogas y, quién sabe, el día menos pensado hasta nos hacemos ricos con tu limpia prosa.
Y Maruja que no, que mira, Pepe, si quieres mañana barres tú el salón, que lo tenéis hecho una cuadra entre los niños y tú, y si te da gusto y encuentras mucha paz me lo cuentas, lo escribes o pides que te saquen en la tele enchufándote el palo de la escoba. Y yo mientras le voy a escribir a la Naomi esa y a decirle que lo que a mí me daría la paz y un gustirrinín que te cagas sería ir a una de esas fiestorras que ella frecuenta y luego ponerme hasta el culo de caviar y champán y acabar tirando el móvil y a un par de mulatos de los que lleva de guardaespaldas. Nos ha jodido la tía.
Pobre Naomi, tan sensible, tan llana, tan humana, tan incomprendida. No somos nada.

1 comentario:

IuRiSPRuDeNT dijo...

Pero que culito de photo shop tiene, como ta.

PD: y que sepais que no necesita depilación. Porque ella lo vale.