21 enero, 2008

Sobre pedagogos bonitos y progres pijos. Una recomendación.

Cómo no voy a recomendar esto que escribe Maximiliano Bernabé en El inconformista digital. Se ve que conoce bien esa fauna de la que habla, a esos teóricos de la educación que en su puñetera vida han leído un libro sin ilustraciones para tarados y a esos pijo-progres que hunden la enseñanza pública con cara de a mí me la suda, pues mis niños van al colegio alemán y veranean en Irlanda. Hijos de la gran puta que pretenden abusar de nuestros hijos.
Tengo un sobrino político que con tres años lee los números y cuenta hasta cien o doscientos, sin esfuerzo y porque le gusta. A sus padres les cae en la guardería bronca tras bronca porque, al parecer, lo están perjudicando mucho por permitirle aprender esas cosas. En casa de una pareja amiga, el otro día sus hijas de cuatro y cinco años mostraban que ya sabían las vocales. Fíjate tú, Marilú. Para cada una se habían tenido que aprender una canción: para la A, la canción de la princesa A, para le U, la canción del rey U, etc. ¡Cielos! ya imagino lo que cantarán cuando toquen las consonantes (más o menos a los diecisiete años) y lleguen a la Z de zoquete.
Tiene mucha razón el autor de este artículo al que remito, va siendo hora de que comencemos a levantar la voz, y hasta los puños, para defendernos de la dichosa secta pedagógica pijo-progre, de semejante plaga de sinvergüenzas con cátedra digital o escaño de cuota de tonto/a.
Juro por mis muertos que al primero que un día me diga que a la pequeña Elsa le convendría mucho más saber menos y que será más equilibrada estudiante cuanto más atontada parezca, le levanto la mano y le destruyo el powerpoint. Palabra.
Pues el que quiera leer el artículo, titulado Contra la pedagocracia, que pinche aquí.

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