23 septiembre, 2008

Derecho hacia Bolonia

Semana loca de correcaminos: Santiago, Pamplona, un par de días en casa y Padua. Ayer, en Santiago y bien organizado por jóvenes laboralistas, como José María Miranda, seminario interesante y agradable sobre esos asuntos misteriosos de Bolonia, el Espacio Universitario Europeo y los métodos que los pedagogos nos van metiendo sin juegos preliminares. En resumida impresión, me llaman la atención varias cosas.
Una, que el sistema tiene una contradicción inmanente, consustancial, que lo hace inviable ya de entrada. Por una parte, se pretende la convergencia de los estudios universitarios europeos, darles una cierta unidad material y metodológica. Pero en sentido contrario tiran con ahínco dos fuerzas. Una, la tan cacareada autonomía universitaria, invento que algún sentido tuvo en sus orígenes, pero que está sirviendo en las últimas décadas para matar lo que de universitario quedaba en esas instituciones que universitarias propiamente ya no son ni van a ser. Otra, la soberanía mortecina, pero resistente, de los estados europeos o, en casos con el español, el afán de las comunidades autónomas por marcar competenci y sentirse exactamente eso, autónomas. Así que entre fuerzas aglutinadoras y fuerzas disgregadoras, lo que está quedando y va a quedar es un engrudo inverosímil: en aras de la convergencia, máxima divergencia, en pro de un lenguaje común, una babel de planes, títulos e inventos varios.
Un administrativista italiano de la Universidad de Trento, Fulvio Cortese, nos hizo una descripción desopilante de la situación italiana. Él hablaba bastante en serio, pero el panorama era como para morirse de risa; o de llanto: lo más parecido al caos absoluto. Y en España las cosas no pintan nada diferentes. Para empezar, por las razones que conocemos hasta los que no queremos mirar: convergencia europea sin directrices ministeriales para cada título, con lo que cada universidad puede hacer de su capa un sayo y dar gusto a los grupos de presión locales, desde los propiamente académicos hasta los políticos, pasando, como no, por los económicos, que no suelen ser muy letrados. El Estado hace dejación de su responsabilidad en la educación universitaria al grito de a mí me la refanfinfla y bajo el lama de para eso he trasferido la competencia sobre universidades, qué alivio. Y las comunidades autónomas, refugio del aldenismo y reinos de taifas de auténticos agamenones (no me refiero al personaje griego, obviamente, sino al que salía en el Tiovivo. Y mira qué a cuento viene lo del tío vivo) y generalmente dominadas por caciques con poco seso y muy mal café, deciden coger a los rectores por unas bolitas sensibles que duelen cuando se las aprieta, y tenerlos dominados porque, para qué engañarse, manda el que maneja el grifo de los dineros.
En medio de tanto desconcierto, algunos responsables de facultades o escuelas universitarias exponen sus intentos de adaptar títulos a los nuevos tiempos y, cómo no, se les ve sumidos en la desorientacion y la más rotunda perplejidad. Eso sí, cuando uno lanza la caballería y sube la voz, muchos reculan y afirman, con una boquita muy pequeña, que no va a ser tan malo y que algo positivo va a salir y que vaya bien que iremos todos juntos en unión defendiendo la bandera de la nueva tradición. A ver quién es el guapo que se cisca en reformas tan progresistas y chachis. Ahí es donde uno va captando una cierta brecha generacional o, quizá, servidumbres y hábitos de escalafón, pues son algunos catedráticos los que manifiestan un mosqueo subido de tono. Conclusión obvia: será mejor que nos jubilen a todos los catedráticos, elementos pequeñoburgueses, cómplices de sistemas periclitados y alienados obtáculos en el glorioso camino de la revolución autonómico-sindicalista que se dice europea por decir algo. Viva la convergencia divergente.
Cierto, muy cierto es que reformas ya estaban haciendo falta. Pero el itinerario que con ánimo innovador vamos a recorrer en las universidades ya lo describió Marx (Groucho) con precisión: de la nada a la miseria. Sea.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Y, cuando se haya desarrollado lo de Bolonia, ¿un prestigioso Catdrático de la Universidad de León podrá presidir el Tribunal que ha de valorar la Cátedra pretendida por un pariente cercano, como ahora?, o cambiarán las cosas.

Anónimo dijo...

Anónimo
¿qué caso es ese? o ¿qué casos son esos?

Anónimo dijo...

"Ahí es donde uno va captando una cierta brecha generacional o, quizá, servidumbres y hábitos de escalafón, pues son algunos catedráticos los que manifiestan un mosqueo subido de tono."
... y Titulares también, no se crea, que en la universidad son muchas las facultades en las que, por increíble que le parezca, hay más titulares que catedráticos, y que, item más, les trae al fresco subir un peldaño en el escalafón si hay que pagar según qué precios.
Por otro lado, en casa estamos cogiéndole manía hasta a la mortadela de Bolonia, embutido inocente donde los haya.

Hans dijo...

Huy, Anónimo #2: A V. la mortadela de Bolonia le parece 'inocente' porque no tiene ni idea de lo que lleva dentro. Si lo supiera, seguramente, no lo tendría tan claro. Me da a mí que con lo de la boloniariedad universitaria pasa algo parecido...

Juan Antonio García Amado dijo...

(Repetición de la respuesta a "anónimo" en el comentario al post "Lo pez que está el TC")
Oiga, anónimo, su deseo se cumple al cien por cien: esa información que le pasaron es un infundio como la copa de un pino. Sé perfectísimamente de lo que hablo, nos estamos refiriendo a personas absolutamente honestas y no hubo ni una sola componenda, ni de lejos, ni por asomo. Qué perro mundo este. Mire la persona que obtuvo la cátedra la ganó en competencia con un montón de aspirantes, en una habilitación celebrada en una universidad madrileña y en un tribunal en el que no estaba su marido, en ninguno de los sentidos que el verbo "estar" puede tener aquí. Luego, en León se celebró otro concurso de habilitación a cátedra, más tarde, presidido, ahora sí, por ese marido del que las lenguas viperinas le han hablado. El resultado fue no provisión, por razones que no vienen al caso.
No doy nombres -aunque dudo- porque no he hablado aún con las personas afectadas. Pero si usted quiere saber todos los detalles, para plantar cara a quienes andan levantando semejantes calumnias, no dude en escribirme a mi correo electrónico -jagara@unileon.es, y con el mayor gusto le daré todos los datos que quiera o, sin problema ninguno, le pondré en contacto con los interesados, si así lo desea.
Qué asco de mundo la Universidad, qué barbaridad. Eso de las varias vías me ha dejado sinceramente consternado. Ya imagina uno de qué tipo son las vías en cuestión. Puaj!
Por otro lado, si usted quiere darme más datos de los calumniadores de marras, estaré encantado de recibirlos y de darles a los semejantes cobardicas el trato que se merecen. Manga narices.
Saludos.