25 octubre, 2009

Cuentos de domingo. 3. El olor

Es su olor, lo sé, ese aroma peculiar que despide, mezcla de colonias baratas, ropa vieja y aliento avinagrado. Lo noté nada más abrir el portal, antes incluso de sacar la llave de la puerta. No necesito verlo y por eso no enciendo siquiera la luz ni levanto mi mirada, no hace falta. Podría volver sobre mis pasos, salir corriendo, y sé que no me perseguiría. O gritar bien fuerte, hasta que sonaran pasos apresurados en los apartamentos y alguien pidiera también auxilio.
Pero traigo el pelo mojado y las manos ya me temblaban al meter la llave en la cerradura, mi abrigo está impregnado del humo de tantos cigarrillos y en mi cabeza llevo todavía el alboroto de las voces y la música destemplada. He visto en la esquina un perro que revolvía con su hocico en las bolsas de basura y los coches pasaban rápido, como si los empujara el viento. La casa estará húmeda, creo que olvidé cerrar las ventanas.
Avanzo dos pasos y sé que va a aparecer, que ha identificado mi fatiga y ha aspirado este desánimo. Alzo al fin los ojos y ahí está. No se apresura, pues sabe lo que espero. Sea.

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