09 septiembre, 2010

Lancia

(Publicado hoy en El Mundo de León. Para que el no leonés -o el leonés que esté en Babia- se entere de cuál es el tema de fondo, se puede echar echar un vistazo aquí, aquí, aquí o aquí).

Déjenme que comience con una pequeña historia. Como he confesado aquí otras veces, soy asturiano de origen, de una aldea cercana a Gijón. Hace unos veinte años, los paisanos de mi pueblo pusieron manos a la obra para hacer por su cuenta y con su trabajo unos arreglos en la iglesia. Un día, el alcalde pedáneo, que era amigo, me contó que, al quitar la carga de cemento que cubría un muro, encontraron en una de las piedras unas enigmáticas inscripciones. Allí estuvo en la Edad Media una leprosería y la iglesia conserva aún rastros románicos. ¿Saben qué añadió aquel buen hombre? Que de inmediato habían cubierto aquella piedra para que nadie más la viera, pues si se corría la voz, vendrían autoridades y sabios y no podrían acabar a su manera las reparaciones en marcha. Tal cual. Para ellos los posibles restos arqueológicos y los testimonios históricos eran antiguallas sin valor, cosas de eruditos ociosos. Preferían tener una iglesia moderna y repintada. ¿Se les puede echar en cara tal actitud? Difícilmente, pues se trataba de personas sin formación académica y con la sensibilidad poco trabajada en esas materias.

Otro juicio merecerían esos paisanos si mandaran en juntas, consejerías o ministerios. A los gobernantes la formación hay que suponérsela, aunque no tengan carrera -como es el caso del Ministro de Fomento-, pues, como mínimo, cuentan con asesores y técnicos a porrillo. También cabe esperar que algo entiendan de economía y que sean conscientes de la riqueza que puede llegar de la mano de unos yacimientos arqueológicos bien cuidados y bien mostrados. Pero no, por lo que se ve, prefieren una autovía; o no desviar una autovía. Igual que tantos aldeanos de antaño malvendieron o quemaron aquellos muebles de los bisabuelos que eran auténticos tesoros y los cambiaron por mesas de formica y sillas de plástico, pues les parecían objetos más lujosos y de mayor empaque. A los pueblerinos aquellos no hay reproche que hacerles, pues bastante tenían con sus penas y su pobreza, y otras virtudes guardaban a cambio de la cultura que no les tocó. Pero, ¿y cuando son nuestros gobernantes los que resultan paletos, ignorantes y horteras? ¿Qué se supone que debemos hacer con ellos? Estamos de acuerdo: al pilón.

5 comentarios:

un amigo dijo...

Que los gobernantes sean paletos y horteras está en el 'orden' de las cosas, tal como está el patio; en decirlo no hay resignación, todo lo contrario, indignación y de la buena. Pero la refrena ... pensar que se merecen bien poco, incluso de indignación.

Lo que no tiene perdón de dios es que no haya cuadros técnicos de la administración, independientes y profesionales, que caiga la que vaya a caer digan a los cuatro vientos lo que hay bajo el trazado de la autovía de marras, ya sea mierda podrida o cuevas de Altamira.

Salud,

RRE dijo...

Eso mismo, reducir a polvo y cenizas y enterrar inmediatamente, es loq ue hace cualquier empresa constructora que se precie al menor hallazgo arqueologico inesperado con que puedan topar. Será un comportamiento propio de incultos, pero es que hay gente que tiene un calendario que cumplir y un presupuesto que respetar. No todos somos cultos funcionarios de la universidad.

un amigo dijo...

Estimado RRE,

Resumiendo: contrapone Vd. dos actitudes, en pocas pinceladas. Una de respeto del bien cultural de todos, otra de afirmación del beneficio privado de unos pocos.

Claroscuros un tanto simplificados, de cualquier manera. Si una empresa oferta unas obras que implican excavación en una zona donde es previsible que haya restos arqueológicos, y es profesional, no se limitará a planificar "el calendario" o "el presupuesto". Incluirá también en el precio ofertado una estimación del riesgo de encontrar esos restos. Negociará, por sí sola o mejor aún con la ayuda de su asociación empresarial, que en las cláusulas administrativas se incluyan garantías que aseguren que sus gastos indirectos y gastos generales estén ecuamente cubiertos en caso de interrupción de la obra por causas de este tipo.
En pocas palabras, actuará como una empresa profesional y responsable.

A no ser "que se precie" de la destrucción del patrimonio de todos. En ese caso, probablemente "se preciará" también de las actividades que han distinguido históricamente a buena parte del sector constructor español: el tráfico de influencias; el cohecho 'elevado' a la categoría de bella arte; la exasperación de los mecanismos de subcontratación en cascada; la realización de pésimas prestaciones energéticas y de durabilidad; el desprecio de la normativa de seguridad y ambiental; el uso y abuso de mano de obra poco formada, que descargar sobre la chepa del sistema social apenas cambia el ciclo económico; etc. etc.

Salud,

Juan Antonio García Amado dijo...

Pues mire, RRE, además de que suscribo las excelentes apreciaciones de "Un amigo", me permito poner unas comparaciones por mi cuenta.
Supongamos una división del Ejército de Tierra a la que han dado la orden de tomar en el plazo máximo de un mes la ciudad X, para su sorpresa,los caminos de llegada están llenos de civiles que escapan de los combates y que retrasan la circulación de los carros de combate. Solución: para respetar el calendario y el presupuesto, que les pasen por encima los carros a los civiles. Es más, se hacen muchos prisioneros en las primeras escaramuzas, y el andar deteniéndolos y encerrándolos con respeto a las leyes de la guerra, a las convenciones de Ginebra y todo eso, supone un retraso y un encarecimiento de las operaciones, pues a los prisioneros ¡hasta hay que darles de comer! ¿Solución? Tiro en la nuca para salvar plazos y cálculos económicos.
Podríamos poner montones de casos en los que la lógica de acémila, disfrazada de profesionalidad, lleva a que no salgamos de nuestra condición de salvajes y ladrones.Fíjese, una vez le dijero a una empresa de verdugos que si no les molestaba matar tanto y con tan malos modos y ellos respondieron que eran profesionales que se ajustaban al contrato y sus términos.
¡Por favor!Se puede no ser universitario, pero conservar la cabeza sobre los hombros. O ser universitario y acémila al tiempo.

Liki Fumei dijo...

La entrada tiene miga... pero los comentarios (¿hace falta que aclare: 1, 3 y 4?) son la reoca...