05 diciembre, 2010

Poemilla dominguero


Siempre es igual la nieve, siempre,
en Pontoise, con pinceles de Pissarro,
o en el recuerdo de cuando mi madre
cruzaba con sus zuecos las praderas
para ir a rescatar una gallina
que se había perdido entre lo blanco.
La nieve es igual siempre y hoy de nuevo
asoma en los cristales y me llama,
aunque ya no halle en mí aquel asombro,
aunque ahora me queme su frío estas manos.
Así eran las casas, igual que en la Garenne,
cuando la luz temblaba del blanco a la grisura,
cuando era yo ese niño con un palo,
cuando habían huido del silencio los pájaros.
Hoy la nieve ha venido a buscarme,
la he visto en los cristales, señalándome,
y en los ojos de Elsa, que invitaban al frío.
Me duelen estos huesos, hasta el aire me pesa.
Sólo quiero olvidar o retornar a entonces
para quedarme al fin, para quedarme siempre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

que bonito. A mi tb me encanta la nieve, solo que por aqui no nieva casi nunca.Cuando era pequeña nevó una vez lo suficiente como para que quedase en el suelo, los coches... Yo quería a la calle y no me dejaron.Cogieron nieve en un recipiente para que yo la tocase sentada en la mesa camilla. jajaja.

Juan María dijo...

Julio Llamazares.

La lentitud de los bueyes.

Brillante.

Anónimo dijo...

Pues eso, deja a Elsa salir a la calle y tocar y jugar con la nieve aunque pille una pulmonía. Abrigala bien y si falla dale ibuprofeno, que sé yo. Pero no dejes que sea como yo, que la tocó en un recipiente. Mi madre era hipocondriaca, creia que si salia a la calle moriría por una pulmonía. No se le ocurrió pensar que podría fallecer en algunas de sus palizas arbritarias.