09 agosto, 2011

La casa de Zapatero

(Publicado en El Mundo de León. Aunque resultará aquí algo repetitivo, lo inserto de todos modos, pues en vacaciones apenas queda tiempo para escribir ni para nada)

La noticia, por lo visto, es que han comenzado las obras de la casa que Zapatero se construye en León. ¿Peregrinarán leoneses y foráneos para fisgar la residencia del prócer y rendirle tributo de su respeto y admiración? Es de temer que no. Tan orgullosos que durante una temporada se sintieron los leoneses por tener a uno de aquí gobernando el Estado. Qué tornadiza es la fortuna y cuán vanas las esperanzas. Qué tiempos aquellos, cuando tantos recitaban lo de Zapatero no nos falles. Ahora, uno se monta en un taxi de cualquier ciudad de España, da con un taxista parlanchín que le pregunta dónde vive y, al responder que en León, recibe una catarata de imprecaciones y juramentos. Lo mejor es replicar que no todo es lo mismo y que también están la catedral y San Isidoro.

La gente anda con un cabreo de órdago y la única división está en que unos cargan las tintas contra el todavía presidente y otros se ensañan con esa misteriosa entidad que llaman los mercados. Para el caso, como si la tomamos con el maestro armero. Lo que en verdad hace falta es que individual y colectivamente asumamos nuestra responsabilidad y nos apliquemos el purgante. Al fin y al cabo, hace tiempo que sabemos todos lo que podían dar de sí Zapatero y la gran mayoría de nuestros políticos de feria, lo cual no nos impedía votar como quien echa margaritas a los cochinos. Un buen político, un político capaz y útil, debe manejar algo más que eslóganes y poses, debe tener conocimientos y experiencia y ha de preocuparse antes del interés general que de las mezquindades de su partido o de pescar votos a base de demagogias y disimulos. Y de los famosos mercados para qué hablar. ¿O no intuíamos ya que el que vive por encima de sus posibilidades y se endeuda sin ton ni son acaba arruinado sin vuelta de hoja, sea un Estado o sea un señor de Villaconejos?

A estas alturas, enfurecerse con Zapatero o preocuparse por su chalet no deja de ser una manera más de escurrir el bulto y de buscar cabezas de turco entre tanta cabeza de chorlito, del chorlito que hemos sido todos, o casi. Mejor haríamos en dolernos de nuestros pecados y en aplicarnos al propósito de enmienda. Zapatero ya no da ni para chistes, ni nosotros estamos para más bromas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

SIEMPRE CON ZAPATERO, SOMA-UGT, COMPAÑERU