19 octubre, 2011

Hurones

Al levantarme, la radio contaba una noticia esperable y que nadie quería creer cuando yo se la anticipaba: hoy o mañana, no sé, se reúnen los rectores de las universidades de Valladolid, León y Burgos para estudiar un plan que limite la superposición de titulaciones (y supongo que facultades, ahora o luego) en las tres universidades cercanas. Y no ha llegado todavía el 20-N. Luego va a ser de mucha más risa.
Pues vale, empiezo la mañana mohíno y pesimista. Decido entretenerme un cuarto de hora con los periódicos antes de ponerme en serio a lo mío. Información de El Mundo, de mano: "456.000 euros en halcones y hurones para la seguridad del aeropuerto de Castellón". No sé si saben ustedes que el aeropuerto de Castellón hoy por hoy no tiene vuelos. Un comentarista de la noticia dice que para el año que viene ya seguro que sí y que se están gestionando los permisos. Aquí lleva más tiempo gestionar permisos que hacer un aeropuerto entero. Pero sea, seguro que el año venidero ese aeropuerto castellonense tiene tentos o más vuelos que otros que cuentan con uno, dos o tres al día. No pongo objeciones por ese lado, para que vean que me estoy dando al pensamiento positivo, que dicen los imbéciles de estos tiempos. También tengo encargadas unas sinergias, me estoy poniendo al día; y unas gotitas de sinapsis para los gases.
Lo que sí me está volviendo es la costumbre de hacer cuentas. Lo considero preparación ineludible para la época que se acerca a lomos de un flaco jumento. Sí, amigos, tendremos que volver a calcular lo que cuesta esto y lo otro y si nos da este mes para la carne del cocido o ponemos los garbanzos estofados, nada más que con un ajo y un chorrito de aceite (de girasol, sorry). Pues hice cuentas y resulta que, como esa licitación del medio millón de euros, casi, es para contratos por tres años, el mantener las pistas aeroportuarias de Castellón libres de palomas y otros bichos (y no solo de aviones), mediante hurones y halcones, sale por ciento cincuenta y dos mil euros al año, algo más de veinticinco millones de las antiguas pesetas. La leche, más que contratar tres premios Nobel para un laboratorio o una universidad. Aunque, bien pensado, para qué hostias queremos nosotros tres premios Nobel, si serán extranjeros y le quitarán el sustento a esa prima (o primo, seamos justos) nuestra que está tan buena y hace con la lengüita unas filigranas que te mueres.
Como, según la convocatoria, lo que se necesita es un huronero (que busquen por la parte media de las listas del PP y el PSOE) y tres equipos de halcones, y digo yo que con un cetrero o dos habrá bastante, y descontando que para alimentación, sanidad, vestuario y maquillaje de los hurones y los halcones puede bastar con unos tres mil euros al mes (por mí, que los tengan bien gorditos, pues creo que tampoco van a tener que matarse trabajando, los pobres animalillos), pues quedan libres más de diez mil euros mensuales.
O sea, que un servidor ganaría mucho más si fuera huronero mediterráneo que aquí, de pringao catedrático universitario de secano.
Pero, a parte de lo mío, también convendría echar cuentas de a cuanto le sale a cada castellonense no sólo el aeropuerto, sino cada hurón. Vas sumando y vas sumando, y a lo mejor resultaría más barato comprarle a cada ciudadano de por allí que quiera viajar una alfonbra voladora, con su Aladino y todo; o Aladina.
Tenemos que hundirnos, sí o sí. En eso estamos. Consecuencias de tanto tiempo como llevamos con extrañas fiebres, "enfabrecidos". Etc.

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