24 enero, 2012

El positivismo jurídico y los espárragos

A los de letras la ciencia no deja de darnos sorpresas. Hace pocos días una persona muy querida me estaba contando que se había hecho en otro país un estudio genético y me comentaba los resultados que daba, tales como su mayor o menor propensión genética a ciertas enfermedades, como las coronarias o el Alzheimer. De pronto me dijo que también tenía el gen que permitía detectar el peculiar olor que los espárragos dejan en la orina. Ahí surgió mi perplejidad.

¿Usted ha notado lo distinto que huele el pis, el aroma tan peculiar que desprende cuando ha comido espárragos? ¿Que no lo capta? Pues eso es que le falta ese gen. ¿Que sí? Pues entonces lo tiene. Si no se lo creen o buscan una explicación científica, lean esto.

Quiso el azar que yo ande todavía a vueltas con el condenado trabajillo sobre el positivismo jurídico. Por más vueltas que le doy, menos entiendo que pueda haber sesudísimos profesores que no capten que una cosa es identificar qué normas sean derecho y otra, completamente distinta, estar moralmente de acuerdo o en desacuerdo con el contenido de esas normas. De manera que no tiene por qué considerarse que quien señala que la norma N es derecho esté de acuerdo moralmente con la misma y que del desacuerdo con el contenido moral de una norma jurídica nada se sigue para que haya que pensar que no puede ser jurídica por ser inmoral. Cada cosa es lo que es y huele a lo que huele. Pero no todos tienen el olfato.

Ahí es donde se me acaba de ocurrir la hipótesis revolucionaria. A lo mejor es cuestión de genes, mira por dónde. Tal vez hay muchas distinciones conceptuales, la señalada y otras muchas, que ciertas personas no pueden percibir porque no están genéticamente dotadas para ello. No digo que tengan un defecto de fabricación, también podría ser que el raro o defectuoso fuera el otro, el que tiene sensibilidad extrema a ciertos aromas o el que es capaz de ver dos conceptos diferentes donde los demás no aprecian más que uno. Pero tendría gracia que ciertos debates intelectuales fueran irresolubles en términos racionales y argumentativos porque donde la genética manda las razones llegan a su límite y se tornan inútiles por incomprensibles. Sobre el aroma de la orina con espárragos solamente podrían dialogar los que pueden olerla y los diálogos sobre el iuspositivismo sólo cabrían propiamente donde no hubiera discusión, es decir, entre positivistas, por un lado, y entre antipositivistas, por otro, pero nunca entre unos y otros, ya que serían diálogos de sordos: a unos el gen les permite oír y a otros se lo impide. Qué triste conclusión, qué manera de perder el tiempo cuando uno escribe sobre tales asuntos.

Sería chistoso que dentro de una temporada el análisis genético le dijera a un sujeto, incluso a un recién nacido, si tiene condiciones para ser positivista o si está naturalmente impedido para ello. O puede que tras el parto ya les indiquen a los perplejos papás si hay una altísima probabilidad de que la criaturita les salga nacionalista periférico, católico de misa diaria o domador de polillas. No son rarezas de la gente, es determinismo biológico. Puro destino. Así que a dejar de criticar y a comprender y a compadecerse de los que no pueden elegir, o casi.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

determinados pues si que estamos, unas veces más y otras menos, determinados biologicamente, determinados socialmente. Yo me pregunto muchas veces cual, en serio; es mi papel en mi vida. Por qué en serio, creo que ella anda como le da gana porque poco yo decido. A veces tengo esa sensación, que quiero hace algo, pues no puede ser, se me presenta esta otra alternativa que es más alcanzable p,ero no esta que yo quería...¿? Vamos que soy espectadora de mi propia vida. A veces, me siento así. Pues hasta el azar determina, que estes en un sitio en un momento dado; y no en otro, que se cruce esta y no esta otra persona. Y biologicamente pues claro, y los padres que nos tocan, los hermanos, la familia, el país, la cultura. Estamos bastante determinados en general. Algunos más que otros. Estoy pesimista. Por cierto, parece que has abandonado algo ese papel de pesimista, estabas hace un poco tiempo, tb en un plan.

roland freisler dijo...

Yo lo que no consigo entender por qué ciertos profesores quieren apartarnos de la lectura en lugar de acercarnos a ella.
El que tenga huevos, pero así, como suena, que lea el artículo del Profesor Fernando Atriapublicado en El Cronista del Estado Social y Democrático de Derecho titulado "Lo que importa sobre los principios".
Lo leí, lo releí tratando de buscar algo que parecía a priori interesantisimo y acabé hasta los mismísimos huevos.