31 marzo, 2012

Enchufar parientes para que estén calientes

Circula por la red esta relación y me temo que no contiene datos falsos. La mujer del césar es una mujer pública, definitivamente. Ya nadie se corta ni un pelo. Carpe diem, pilla cargum.
La madre que los parió. Miren cómo anda el tema (respeto signos y grafías, aunque me resulten incomprensibles. Lo que importa es el fondo):


*Relación de agraciados con un empleo en las últimas semanas* :


Elisa Robles Fraga

Directora General del Centro para el Desarrollo
Tecnológico Industrial (CDTI), organismo dependiente de la Secretaría de
Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación.

*Sobrina* de Manuel
Fraga Iribarne.

Víctor Calvo Sotelo

Secretario de Estado de Telecomunicaciones

*Hijo* de Leopoldo Calvo Sotelo, ex Presidente del Gobierno

José Ramón Bujanda Sáenz

Presidente de SAECA empresa pública
participada por la SEPI y el Ministerio de Agricultura

*Cuñado* de
Miguel Arias Cañete, Ministro de Agricultura

José Miguel Martínez

Presidente de la Sociedad Estatal Loterías y
Apuestas del Estado (SELAE) dependiente del Ministerio de Hacienda.

*Concuñado* de Cristóbal Montoro, Ministro de Hacienda

Ángeles Alarcó Canosa

Presidenta y Consejera Delegada de Paradores
Nacionales

*Ex mujer* de Rodrigo Rato, ex Vice Presidente del Gobierno y Presidente de
Bankia

Ricardo Cospedal García

Próximo Director de la Fundación Carolina

*Hermano* de María Dolores de Cospedal, Secretaria General del PP y
Presidenta de Castilla La Mancha.

Ignacio López del Hierro

Propuesto como Consejero de Red Eléctrica

Tras hacerse público se ve obligado a renunciar

*Marido* de María
Dolores de Cospedal

Rafael Rodríguez Ponga

Propuesto para Secretario General del
Instituto Cervantes. Mientras tanto continua de Diputado

*Hermano* de
María Flavia

María Flavia Rodríguez Ponga

Directora General de Seguros y Fondos de
Pensiones

*Hermana* de Rafael Rodríguez Ponga

Alberto Nadal Belda

Vicesecretario de Asuntos Económicos, Laborales e Internacionales de la
CEOE. Propuesto para ser Consejero de Red
Eléctrica que tras hacerse público se ve obligado a renunciar.

*Hermano* de Alvaro Nadal Belda

Alvaro Nadal Belda

Director de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno con rango
de Secretario de Estado

*Hermano* de Alberto Nadal y casado con María
Teresa Lizaranzu Perinat

María Teresa Lizaranzu Perinat

Directora General de Política e
Industrias Culturales y del Libro

*Casada *con Álvaro Nadal Belda

Rafael Catalá Polo

Secretario de Estado en Fomento

*Hermano* de Raquel Catalá Polo

Raquel Catalá Polo

Delegada Especial de la Agencia Tributaria en Madrid.

*Hermana* de Rafael Catalá Polo

José Canal Muñoz

Secretario General Técnico del Ministerio de
Educación, Cultura y Deporte

*Casado* con Sonia Ramos Piñero

Sonia Ramos Piñeiro

Directora General de Apoyo a Víctimas del
Terrorismo


*Casada* con José Canal Polo.

Carmen Gámir

Jefa de Prensa de la Secretaria de Estado de
Presupuestos

*Compañera sentimental* de Alberto Feijóo, Presidente de
la Xunta de Galicia

Marcelino Oreja Arburua

Nombrado Presidente de la Entidad Pública
Empresarial Ferrocarriles de Vía Estrecha (FEVE)

*Hijo* de Marcelino
Oreja Aguirre, ex diputado y ex Ministro de Asuntos
Exteriores.

Miguel Cardenal Carro

Presidente del Consejo Superior de Deportes

*Hijo* de Jesús Cardenal, ex Fiscal General del Estado con José María
Aznar.

Álvaro Ramírez de Haro y Aguirre

Asesor del Secretario de Estado de
Comercio, Jaime García-Legaz

*Hijo* de Esperanza Aguirre

María Zaplana Barceló

Asesora en la Secretaria de Estado de Turismo.

*Hija* del exministro Eduardo Zaplana

Iván de la Rosa

Letrado en el Área Jurídica de Telefónica

*Marido* de Soraya Saénz de Santa-María. Vicepresidenta del Gobierno.

29 marzo, 2012

Consejo de Estado: acabemos con el Estado

Permítanme los legos que les resuma de modo breve qué es el Consejo de Estado. Según el art. 107 de la Constitución (sí, de la vigente Constitución) el Consejo de Estado es “El Consejo de Estado es el supremo órgano consultivo del Gobierno”. Se regula por Ley Orgánica, según prescribe el mismo precepto constitucional, así que veamos como su Ley Orgánica lo caracteriza. Es la Ley Orgánica 3/1980, de 22 de abril. Repite el art. 1.1 que es “el supremo órgano consultivo del Gobierno” y añade el apartado 2 de ese artículo primero que “Ejerce la función consultiva con autonomía orgánica y funcional para garantizar su objetividad e independencia de acuerdo con la Constitución y las leyes”. Moco de pavo no parece.

Algunos detalles más sobre su función y regulación: “emitirá dictamen sobre cuantos asuntos sometan a su consulta el Gobierno o sus miembros (…) Los asuntos en que hubiera dictaminado el Pleno del Consejo de Estado no podrán remitirse a informe de ningún otro cuerpo u órgano de la Administración del Estado. En los que hubiera dictaminado la Comisión Permanente, solo podrá informar el Consejo de Estado en Pleno. Corresponderá en todo caso al Consejo de Ministros resolver en aquellos asuntos en que, siendo preceptiva la consulta al Consejo de Estado, el Ministro consultante disienta del parecer del Consejo ” (art. 2.2). “El Consejo de Estado realizará por sí o bajo su dirección los estudios, informes o memorias que el Gobierno le solicite y elaborará las propuestas legislativas o de reforma constitucional que el Gobierno le encomiende. Podrá llevar a cabo igualmente los estudios, informes o memorias que juzgue oportuno para el mejor desempeño de sus funciones. En la elaboración de las propuestas legislativas o de reforma constitucional atenderá los objetivos, criterios y límites señalados por el Gobierno, y podrá hacer también las observaciones que estime pertinentes acerca de ellos”. Hasta en asuntos de reforma constitucional tiene su papel importante, ya lo vemos.

Ahora una de las comparaciones al gusto de la casa. Póngase que existiera el Consejo Estatal de Entrenadores de Fútbol, con muy importantes competencias asesoras en materia de regulación del fútbol y reforma de sus reglamentos y en lo tocante al funcionamiento de federaciones futbolísticas y equipos de balompié. Pensaríamos que de consejeros de tal Consejo, y bien remunerados, tendrían que acabar Guardiola, Rafa Benítez, Del Bosque, Luis Aragonés, Emery y tal. ¿Qué cara se nos quedaría si, en cambio, para tan alto Consejo fueran designados Pepe Chiruca, que a lo más que llegó fue a entrenador del equipo de alevines del Colegio El Percebe, Remigio Cuscús, que en tiempos fue entrenador del equipo de Solteros de Telefónica, con motivo de los partidillos del Día Mundial del Atraco por Cable, Emerita Bienpuesta, primera mujer entrenadora, aunque no llegó jamás a tener equipo ni masculino ni femenino a sus órdenes, y yo mismo, servidor de usted, porque una reforma legal reciente dispone que el que lleve más de cinco años con un blog pelmazo adquiere automáticamente la condición de entrenador de fútbol. ¿Qué diríamos, eh?

Bueno, pues esta joya de Gobierno nuevo, que procede en esto como los anteriores porque para qué vas a dejar de fumar si el país ya está desahuciado, acaba de nombrar consejeros electivos de Estado a los siguientes juristas importantísimos, expertos de primera (regional, pero qué coño, primera al fin), faros y guías de la ciencia jurídica nacional y de parte del extranjero: doña Isabel Tocino, don Juan José Laborda, don José María Michavila, doña Ana Palacio y don Manuel Romay Beccaria. En fin, habrá de todo y no nos paremos en detalles, pero ahí tienen a Michavila mismamente, y a a la señora Isabel, la del moño. Van a ser compañeros de Zapatero, que, como ex presidente, es consejero nato.

En efecto, la alineación está compuesta por Pepe Chiruca en la puerta, en la defensa Mortadelo, Fray Gerundio, Perico de los Palotes y Loles Conejo; en la media… Ah, también es consejera total la señora Fernández de la Vega, Teresa la marquesa.

Pobre Estado, pobre. Me enteré de este nuevo detalle sobre cómo se están organizando sus exequias al leer este artículo en El Confidencial. Para que luego andemos aquí discutiendo inútilmente sobre el voto útil y otras zarandajas. Y las termitas a lo suyo, roe que roe, roe que roe. Anden ellos calientes y que los blogueros se calienten. Todo da igual. Cambalache.

27 marzo, 2012

Votos útiles y males menores

El muy amable comentario de Juan Manuel Llerena me da pie para aplicar alguna vuelta adicional a unas cuantas tuercas. Pero vaya antes que nada mi agradecimiento al autor de tan sugerente comentario (y a todos los demás comentaristas, cómo no), además de felicitarlo por haber investigado con tanto fruto algunos pormenores de mi tierra gijonesa y hasta de mi patria chica del todo, Ruedes. Amigo Juan Manuel, no se corte y sigamos con el diálogo y con el cultivo de este vicio que nos es común.

1. Sobre el voto útil como profecía que se autocumple.

Imaginemos que usted quiere el domingo ir al estadio de su equipo favorito para ver el partido que allí se juega, le apetece un montón; o eso nos cuenta. Pero se dice que seguramente nadie acudirá en tal ocasión, por lo que el campo estará vacío y será deprimente verlo así. De modo que por esa razón no va. En su ciudad son unos cincuenta mil los aficionados al fútbol y que le tienen simpatías a ese equipo local. Y a todos les pasa lo que a usted, a saber: a) que les encantaría ir al partido y que hubiera estupendo ambiente; b) que creen que nadie irá ni este domingo ni ningún otro, por lo que deciden quedarse en casa. Fíjense, cincuenta mil aficionados para un estadio que tiene cabida para treinta mil. Y no llegan ni tres porque todos creen que serán los demás los que no vayan y que entonces para que van a ir ellos solos.

Si quieren, añádanle a la situación el siguiente detalle. Cada uno de esos aficionados, o muchos de ellos, se desplazan los domingos a la ciudad vecina para seguir en directo el partido del equipo de allí. Consecuentemente, ese equipo del otro lado medra y crece y tiene cada vez más medios, mientras que el supuesto favorito de todos esos de la otra villa se hunde y desaparece. Y lo simpático del caso es que cada uno de esos lugareños dice lo siguiente, la mar de compungido: qué pena tan grande que el equipo de nuestra tierra y el de nuestros amores haya ido bajando de categoría por falta de apoyo, hasta desaparecer, y qué injusticia que sea el del otro pueblo el que marche viento en popa.

Ahora unas preguntas. ¿Tenían razón esos sujetos para no acudir al estadio local mientras había partidos en él? Sí y no. Si no se hubieran comportado todos y cada uno de ellos como se comportaron, no se habrían confirmado sus previsiones. Tal vez cada uno de ellos no se daba cuenta de que si ocurría lo que ocurría era porque todos los demás actuaban como él mismo. Y eso es lo que quita valor a su acción, la de cada uno: que renuncia a actuar por convicción para hacerlo como lo hacen los demás que también renuncian a actuar por convicción.

No creo que esos argumentos suelan ser sinceros, sino que esconden otras cosas. En nuestro ejemplo, en la mayoría de esa gente constituirían una forma de disimular que les gusta más el equipo rival que el de su villa. Lo de que me gusta más el de aquí pero no voy a verlo porque no hay ambiente no cuela con facilidad. Al fútbol el buen aficionado va por el fútbol, no para ver gentíos, y el afecto, sea a un equipo futbolero o a una idea o a una persona, se demuestra por la lealtad a ese equipo, esa idea o esa persona, no poniendo como disculpa la deslealtad ajena para no aplicar la propia.

Pongan que Fulanito se dice enamorado de Maripepi y que razona así: me encantaría irme con ella y hacer el amor con ella, pero como a ninguno de mis conocidos les gusta Maripepi y todos se marchan de putas, me voy con ellos y a Maripepi que la zurzan. Hermosa forma de disimular que: a) ni se ama ni se desea tanto a Maripepi; b) que se es un putero y dejémonos de cuentos.

El invocador del voto útil se contradice y aplica a su propio voto dos varas de medir distintas según a quién se lo aplique. A posta desconoce, así, que todo voto es inútil cuando el cuerpo electoral es muy amplio, pues nunca se va a dirimir una elección por un solo voto, el suyo de usted o el mío. Lo que sí resulta decisivo es que haya cientos de miles que piensen como usted: que su voto es inútil si se lo otorgan al partido pequeño, y utilísimo si se lo regalan al grande. Se cumple porque, en efecto, gana el grande -uno de los grandes; no olvidemos que el sermón del voto útil se maneja por igual para uno u otro partido de los grandes-, pero si todos esos no hubieran votado “útil”, sino lo que supuestamente querían votar (a un partido pequeño), el partido pequeño habría tenido la representación que no tuvo y habría sido “útil” el voto que se le daba. En otras palabras, y sin querer ofender a nadie: el que vota útil es útil, sí, pero a lo tonto: es un tonto útil. Pero de esos me conozco yo unos cuantos y los tengo calados: dicen lo de la nariz tapada, pero es mentira que la tapen, van felices de la vida a lo que van, de putas. No es el caso de usted, estimado Juan Manuel, ni de ninguno de los amigos que me soportan, pero de muchísimos fariseos del voto útil sí.

En el momento en que los ciudadanos disconformes con la corrupción de los grandes partidos (donde la haya y cuando la haya) nos demos cuenta de que el voto de cada uno de nosotros es perfectamente inútil, no vale nada por sí, y lo concedamos a quien nos parezca decente y presentable, nos convertiremos en una masa de votantes útiles, sí, útiles para acabar con la corrupción. Así, tal como ahora hacemos, somos útiles de la corrupción, el abuso y la impunidad, somos sus herramientas. Ni más ni menos.

2. Sobre el voto a favor del mal menor.

El argumento del mal menor lo puede usar solamente quien considera que hay diferencias de grado entre los concurrentes. Póngase que a unas elecciones concurren los partidos A, B, C y D. Decidimos que A es malísimo, B malo, C regular y D bueno. Y votamos... a B, como mal menor. Cojonudo. Aquí es donde el argumento del mal menor se cruza con el del voto útil. Porque si se votara por consideración nada más que al grado de bondad o maldad sin interferencia del dichoso voto útil... ganaría D. Espectacular. Con lo que tenemos que lo del voto útil se convierte en razón para que solamente pueda ganar alguno de los malos, a ser posible el menos malo de dos, pero peor que todos los demás.

Mas dejemos de lado esto del voto útil y vamos a lo del mal menor. Dos cuestiones quiero plantear. La primera, la de si en todo caso hay que calcular la diferencia del grado de maldad de dos partidos como diferencia entre las sumas de males de cada uno. Es decir, si el partido A tiene diez defectos morales muy grave y el partido B tiene nueve defectos morales muy graves, debo votar al partido B, como mal menor. Pregunta capital: ¿sean cuales sean esos defectos? La única manera de salvar algo de racionalidad (al menos de racionalidad moral o práctica) para este criterio del mal menor sería que determinados males o defectos morales fueran excluyentes: el partido que tiene la lacra L no debe ser votado por un elector decente, aunque en la suma de males los de ese partido den un punto menos que los del otro. Por ejemplo, y en mi opinión, un partido del que consten altos grados de corrupción y sin propósito de castigarla, sino de taparla y hacerla impune, no puede ser en ningún caso votado por un ciudadano que se tenga por digno y que no quiera ser cómplice objetivo de esa misma corrupción, aunque él, el muy idiota, sin ganar ni un chavo, mamporrerete a secas. En otras palabras, quien pudiendo votar por un partido del que no le consta corrupción, vota a favor de un partido constatablemente corrupto, no hace por el mal menor en ningún caso, sino que es parte, él, del mal mayor.

La segunda cuestión que pongo sobre el tapete es la de cómo se calcula el grado de “maldad” o “bondad” de un partido político. Si buscamos algo de racionalidad y no la chabacanería de llamar buenos a los irracionalmente míos y malos a los que irracionalmente y porque sí yo odio, se me ocurren dos posibles criterios: por las intenciones o por los resultados.

a) Con el criterio de las intenciones llamaríamos bueno al partido con buenas intenciones y malo al que las tenga malas. La aplicación del criterio será muy subjetiva y llevará siempre a reforzar al partido “nuestro”, al que le imputaremos por definición las intenciones mejores, cómo no. Nadie dice yo soy simpatizante del PP o del PSOE (o de el PX), pero ese partido de mis amores tiene unas intenciones horribles, malvadas del todo. Así que lo que deberíamos hacer sería contrastar las intenciones con las acciones.

Yo soy partidario del partido P, entre cuyas intenciones que a mí me agradan está la de conseguir que no haya violaciones. Es un ejemplo. Y constato, día tras día y a lo largo de una legislatura o de varias que: (i) el número de violaciones aumenta imparablemente; (ii) que los dirigentes y muchos militantes del partido P violan ellos mismos a calzón quitado y con la mayor desenvoltura. ¿Podré seguir imputándoles aquella buena intención? Si soy mínimamente razonable, no. ¿Y si está en todos los programas de P? Pues entonces esos programas son pura mentira, impostura vergonzosa, engañabobos. En ese caso, ¿qué puedo hacer yo para seguir votando a P y, al tiempo, decir que lo hago para que haya menos violaciones? Muy fácil, lo habitual: decir que los del partido Z sí que son violadores del todo y que si llegaran al poder ellos, iban a violar el triple que los nuestros, que violan nada más que lo imprescindible o cuando no pueden aguantarse más o cuando alguna descocada los tienta por ir con minifalda. ¿Verdad que nos suena ese modo de argumentar?

b) Bueno, entonces dejémonos de intenciones y proclamas y vayamos a los resultados puros y duros. Yo, por ejemplo, soy partidario de un modelo de sociedad y de Estado en donde las diferencias de riqueza, las diferencias entre los que tienen más y los que tienen menos se acorten en lugar de acentuarse. Ese es para mí, supongamos, el criterio decisivo. Por tanto, no deberé votar, entiendo, a un partido bajo cuya gestión esa diferencia se acrece en lugar de acortarse. ¿Y qué pasa si lo sigo votando? Pues que demuestro que lo que más me importa no es la diferencia entre ricos y pobres sino algo bien distinto: que gane el partido de mis ansias pase lo que pase y haga lo que haga. ¿Y si yo me llamo socialista y ese partido mío hace la política más supercapitalista que imaginarse pueda alguien? Pues si es el mío, lo voto igual. ¿Y cómo me consuelo? Afirmando que todos los demás tendrían una práctica todavía más antisocialista. De modo que, por seguir con el caso, acabaríamos casi todos los votantes de ese partido votándolo no por socialista, sino por razón del antisocialismo supuesto de los demás partidos, incluso si entre esos otros los hay comunistas del todo o dispuestos a implantar un régimen de soviets. Los nuestros tienen bula, pero si tienen bula y los votamos por su bula, no los votamos como mal menor, los votamos porque somos unos hooligans a los que los “suyos” se la meten doblada y les sigue gustando que así sea.

3. ¿Todo Juan Chancletas tiene que ser un egoísta compulsivo?

Lo de Juan Chancletas se lo debo al amable comunicante que me ha dado esta ocasión para seguir charlando de estas cosas. El argumento es que si Juan Chancletas está en paro y vive de la pensión de la abuela, qué va a votar sino al partido que mejor le asegure que no bajará la pensión de la abuela. Por cierto, mucho Juan Chancletas en esa situación y con ese pensar ha votado el domingo a quienes hace un año le bajaron la pensión a la abuela. Por idéntico egoísmo, el señor Botín y de los Grandes Expresos dará su voto a quien le asegure la esclavitud de los proletarios. Y eso me hace preguntarme lo siguiente: ¿es tan grande el determinismo? ¿De verdad que ni Juan ni Emilio pueden ver más allá de sus narices? ¿Ninguno está capacitado para captar algo de lo que pueda demandar el interés general? ¿Ninguno puede calcular más allá de su día de mañana mismo?

Extrememos el supuesto para ser bien didácticos. El señor Pepe está en una situación de penuria económica. Vive de las limosnas que le da su amigo Vladimiro, que es un mafioso que se forra con su negocio de proxenetismo. Uno de los partidos que concurren a las elecciones lleva en su programa la propuesta de acabar con el proxenetismo y la explotación de la prostitución. ¿Hay que suponer que Pepe sólo será un votante coherente y racional si vota contra ese partido? Si es así, si esa es la tónica de nuestro electorado, rico o pobre, y además nos parece bien, apaga y vámonos: simplemente no queda sitio para la deliberación democrática y todo esto es una pamema absurda.

Esperen, no se me echen encima por la comparación. No estoy diciendo que bajar las pensiones sea como luchar contra el proxenetismo, no me entiendan mal. A lo que me refiero es a lo siguiente: todo ciudadano políticamente maduro y apto para vivir en democracia tiene que ser capaz de evaluar las políticas generales por sus efectos generales. Imagínese que hubiera muy buenos y convincentes indicios (no es el caso, lo sé, pero imagínenlo) de que bajando todas las pensiones un diez por ciento la tasa de paro disminuyera quince puntos. ¿Debería nuestro Juan Chancletas seguir votando contra el partido que propusiera esa bajada porque a él su pensión no se la toca ni Dios, o tendríamos que decirle que, puestos a aplicar el rodillo del qué hay de lo mío, le podían pasar por encima los millones de parados?

Repito: tomen el ejemplo, igual que los anteriores, como una hipótesis de escuela. Lo que pretendo resaltar es que resulta profundamente lamentable y democráticamente contraproducente una política electoral de partido que, la haga quien la haga, siga los siguientes esquemas: 1) Decirle a cada uno que lo suyo es lo primero y lo principal. 2) Indicarle a cada uno que tiene que pensar nada más que en lo suyo, pues todos los demás son unos cabrones que lo quieren robar a él. 3) Asegurarle a cada uno que el otro partido pretende arrebatarle lo suyo. Y 4) Al mismo tiempo, estar, este mismo partido que habla, robándole lo suyo.

¿Se lo digo más claro y acabo? No soy del PP ni lo voto, así que por ahí no tengan cuidado. Pero, con las que han caído, seguir votando al PSOE -y al PSA- con el argumento de que se hace para defender las políticas sociales y porque los demás van a bajar las pensiones y hacer más ricos a los ricos y quitar impuestos a los poderosos y favorecer a los bancos y a las grandes fortunas tiene una gracia que no se puede aguantar.

Amos, anda. Que no cuela. Algo más tiene que haber.

26 marzo, 2012

El cerril, por su carril

Cada día me es más ajeno casi todo lo humano, supuesto que sea humano y no animalesco de andar por casa lo que a título de ejemplo voy a mencionar y mucho más que me callo. Mismamente, no entiendo a esas personas que son sistemáticamente maltratadas por su pareja, pero que no la abandonan. Ya no digo que se compren un bazooka para meterlo debajo del sofá y esperar la próxima vez que la contraparte intente levantarles la mano o humillarlos con saña. La legítima defensa proporcionada no está al alcance de cualquiera. Me conformo con que los que padecen abuso sistemático y continuo se larguen con viento fresco y diciéndole al otro ahí te quedas y que te pudras, so cabronazo.

No hay que ensañarse, lo sé, son debilidades propias del animal dizque racional. Quién no ha de sucumbir un día ante alguna miseria de la existencia, sin capacidad para reaccionar, para dar un puñetazo sobre la mesa y sobreponerse o, al menos, para quitarse de en medio y que no se repita la crueldad. Pero luego están las razones que te cuentan: que si después de tantos años ya no me veo sin Fulano, que si en el fondo yo sé que me quiere, pero él es así (o ella), que si no me veo a estas alturas con nadie más, que si no sé vivir solo y no me acostumbraría, que si este me pega, pero folla divinamente y algo es algo, que si con lo gordo que me he puesto quién me va a querer a mí, snif. Y así. Pero pedazo de zotes, ahí afuera hay todo un mundo de gente encantadora y que no te va a levantar la mano ni a insultarte ni a rebajarte a la altura de la caca de perro. Pero, so víctima, si la vida en soledad es privilegio al alcance de pocos, placentera calma, libérrimo disfrute. Pero, so atontao, si siempre hay un roto para un descosido y el que no se acuesta con media legión (nacional o extranjera) es porque no quiere o porque prefiere leer novelas, y ya ni falta hace perder ratos en el pub con la caña echada, basta apuntarse a unas páginas muy guapas de internet.

Estamos de acuerdo, ¿verdad? Bueno, pues ahora explíquenme lo de muchos votantes, vamos a ver. Pongamos que unos millones de votantes valencianos del PP de Camps y compañía y unos millones de votantes andaluces de Griñán y su PSA ere que ere. ¿Qué tiene que hacer el partido de los amores de esa gente, el que sea en un caso u otro, para que dejen de entregarse a él con la papeleta en la boca y el culillo lubricado?

Sería interesantísimo hacer el siguiente experimento. Coja usted mil votantes compulsivos del PP o del PSOE, de esos que te dicen que no se ven dándole el voto a otro por nada del mundo. Y páseles un test con preguntas de este tenor. ¿Seguiría usted votando a ese mismo partido que vota si a) pillaran a toda la ejecutiva de su región atracando un banco; b) se descubriera que todos los candidatos que figuran en la papeleta electoral violan bebés los sábados por la noche; c) se probara que los líderes locales se tiran cada dos días a su mamá de usted, forzándola un poquito y dándole más de un cachete, eso sí?

Pues bien, mi hipótesis es que sí, que, si son sinceros, el noventa por ciento de los votantes valencianos del PP y andaluces del PSOE reconocerían que en cualquiera de esos tres casos o en los tres juntos volverían a votar a los suyos, porque, chica, lo primero es lo primero y hay unos principios y una moralidad y, además, los otros son peores y no solamente se cepillan bebés, sino que luego se los comen con kétchup.

Demostrado lo tienen, tampoco hay que ser un lince para adivinar que el experimento dará esos resultados. Tenemos lo que queremos y nos dan por donde nos gusta. Así que a reclamar al maestro armero.

Y a ver quién me ha entendido mal. He dicho PP en Valencia y PSOE en Andalucía. Ni mu de los demás partidos que hayan tenido votos y ni siquiera nada de esos mismos partidos en otras partes; ni mu de la abstención y del voto en blanco. Y pregunto: ¿no habría que ir pensando en un sistema de segregación social de base electoral y partidista? Es que yo me siento capaz y encantado de vivir con gentes de izquierda, de derecha o de centro, si tal hay, con conservadores, con liberales o con socialistas, hasta con los que son un poco nazis o no han soltado por completo el estalinismo. Pero con determinados votantes no, mire usted lo que son las cosas. Con los que se dejan y cierran los ojos mientras los maltratan y creen que su Manolo les pega porque los quiere y que con el tiempo todo irá mejor o que cómo no va uno a tener partido, con esos no me apetece nada. ¿No cabría meterlos en alguna reserva comanche con todas las comodidades y respetándoles los derechos y la pensión o las subvenciones, pero aparte y ellos solos? Y que de vez en cuando vayan a visitarlos los líderes de sus entrañas y les hagan un bis en el vis a vis.

25 marzo, 2012

Por qué las universidades privadas acabarán imponiéndose a las públicas

Hace poco me invitaron a dar una conferencieta en una universidad privada de una importante capital de este país o lo que sea (por cierto, ¿por qué somos más nación, ya casi somos nación, ahora que hay una crisis de mil pares?). Me trataron con suma amabilidad, me enseñaron todas las instalaciones y me dieron datos y detalles de gran interés. Quedé agradecido y, como profesor de universidad pública, más pesimista de lo que ya andaba. Es cuestión de poco tiempo, las privadas rebasarán a las públicas en rendimiento y prestigio. No lo deseo, no es eso, solo hago una predicción. Si estoy equivocado, pues estupendo. Dentro de unos años me dicen.

Los alumnos de Derecho pagan, en esa que visité, diez mil euros por curso. Las instalaciones son nuevas, ultramodernas y superferolíticas. El personal administrativo destaca por su simpatía y su entrega. Eran las cinco de la tarde y allí seguían, cosa que no defiendo, sino que constato. La secretaria del decano hablaba inglés como si tal cosa. Están recibiendo un buen número de alumnos extranjeros, no precisamente hijos de los parias de la tierra.

¿Y los profesores? Me contaron que casi cada día les llega desde la pública algún joven doctor con el currículum en la boca. Les llueven ofertas de profesores formados primero en la pública, luego con estancias postdoctorales en buenos centros extranjeros y, al fin, con la huella en la posadera de la patada que ahí mismo les han dado en aquella universidad pública en la que inicialmente se adiestraron. Piden trabajo en la privada antes de irse para siempre a otro país si en ella no suena la flauta.

O sea, que funciona el tema más o menos así. El Estado y sus diversas administraciones se gastan un dinero primeramente en subvencionar las matrículas de esos buenos estudiantes en las universidades públicas, cosa que veo bien en términos generales, aunque no estaría mal que se pagara en proporción a la renta. Si un papá rico puede abonar en la universidad privada diez mil euros por la matrícula de su vástago o vástaga, ¿por qué no ha de apoquinar al menos cuatro mil si lo manda a la universidad pública? ¿O es que hay que subvencionar a los cresos para que la universidad pública sea competitiva? El mundo al revés. Después, ese chaval o chavala, que es despierto y currante, obtiene una beca de investigación, pagada con los impuestos del personal. Leída con éxito su buena tesis doctoral, logra otra beca más, esta vez para irse de postdoc a Estados Unidos o así. Cuando tiene ya treinta y pico años regresa a España con ganas de estabilidad y de casarse, y las universidades públicas le dicen que nanay del peluquín y que a la puta calle y que quién se ha creído y si pretende quitarle el cocido a la prima del vicerrector de caridad (perdón, quise decir de calidad), que es titular de escuela universitaria por vía intravenosa o a modo de supositorio académico.

Total: ese excelente investigador y prometedor docente se va a pedir trabajo a las universidades privadas, que lo reciben encantadas de la vida porque se lo ha formado la universidad pública y se lo regala el Estado, empacadito y con resquemores administrativos, neoliberal reciente. Es como si el Estado corriera con los gastos de La Masía, que, si no me equivoco, es la escuela de fútbol en la que se forman los jugadores de la cantera del Barça. A cuento de qué. Y más si, al final, los que salen buenos se van a esa empresa privada que es el equipo de fútbol de primera y los mantas se los quedara el propio Estado en unos equipos suyos, a cuya alineación llegan a base de promociones internas y con mucha presencia de sindicatos preocupados porque todo el mundo juegue y ninguno gane más que los otros, aunque meta más goles.

Otro dato interesante. En esa facultad privada me explicaban que los profesionales más acreditados se pirran por dar unas clases y que eso les viene a los de la empresa como anillo al dedo. No hay presidente de tribunal importante que no ansíe su contratito. ¿Y luego qué? Pues que los chicos y chicas de esa facultad hacen prácticas en esos juzgados o en los grandes despachos jurídicos, donde son recibidos con los brazos abiertos por esos mismos profesionales-profesores. ¿Y en facultades de Derecho de las públicas? Ya hemos echado prácticamente a todos los profesores asociados, con la correspondiente marca en las retaguardia, porque no hay carga docente y no es plan andar molestando a la Cheli, aquella titular de escuela universitaria que es primísima y que prepara unas croquetas que te chupas los dedos, si no te los chupa ella primero.

Mientras en las privadas andan así, y hacen bien, ¿en las universidades públicas qué tenemos? Pues andamos recortando de todo lo recortable y nos esmeramos para conseguir alumnos a base de incentivar al profesorado para regalar aprobados cuasigenerales y cuasicoroneles. Aprobados generales que no valen un carajo y que tampoco están asociados a prácticas en ningún gran despacho o relaciones con ninguna institución jurídica. Porque nosotros somos autorreferentes, recursivos, autopoiéticos, cerrados sobre nosotros mismos, impermeables, impasible el ademán y hasta que la muerte nos separe. En muchas facultades de Derecho públicas, empezando por la mía (que es de las buenas, ojo), la mitad de las clases prácticas no se dan y una cuarta parte de los profesores son oligofrénicos o se quedaron así, como tristemente están, por alguna desgracia. Pero todo el mundo es bueno, y cabronazo el que proteste. Lo importante es que no nos hagamos daño unos a otros.

Por cierto, acabo con una cuestión para que meditemos: díganme en cuantas universidades privadas existen esas titulaciones imbéciles que en las públicas estamos pariendo y pagando. Y cuéntenme en cuántas universidades privadas hay una facultad de…, de… No me da la gana decirlo, pero a ustedes se les ocurrirá el ejemplo pertinente de facultad universitaria sin pies ni cabeza. Por ejemplo, una de Ciencias del Sexo o de Ciencias del Tiempo Libre.

No estoy haciendo la apología de la universidad privada. Bien al contrario, aunque las respeto. Estoy diciendo que vamos camino de que las universidades públicas españolas se autodestruyan para dejar el sitio y el prestigio a las otras. Y los rectores tan felices. Y la Cheli también, mi amor, corasonsito, croquetita mía. Si fuéramos un poco conspiparanoicos, pensaríamos que se trata de una sutil conspiración para terminar de una vez por todas con la buena enseñanza pública y para regalar a las empresas la investigación que en sede pública se hace. ¿No habrá algo de eso en verdad? A la postre, la Espe somos todos. O eso parece.

23 marzo, 2012

Unilingus. O de cómo en la universidad se habla con el culo

Tengo la costumbre de no abrir una buena parte de los correos electrónicos que me llegan, en particular los que vienen de vicerrectorados, gerencias y colegas chistosos de un solo hemisferio cerebral. Es buena costumbre, creo, pero cierto también que me pierdo alguna perla más que notable. Por fortuna, siempre hay algún amiguete que me reenvía ese mensaje y me pone alerta. Hoy me ha pasado así con este que les voy a copiar. Lo mandan de un servicio muy servicial de mi Universidad, dependiente de un vicerrectorado del copón de la baraja. No es mi intención atacar a ningún órgano vicerrectal, sino aportar una nueva muestra de cómo en este país, instituciones de alta educación incluidas, nos hemos vuelto gilipollas sin preservativo. Porque miren que terminología y qué pijerío, cielo santo, miren. Copio:

"Durante la semana comprendida entre el 26 y el 30 de marzo, la Universidad de León acogerá las acciones de dinamización en el Edificio CRAI-TIC, promovidas por el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas y organizadas por la Entidad Pública Empresarial red.es.

Para ello contaremos con un dinamizador de manera presencial en horario de 10-14 y de 16-19, que ayudará a sensibilizar a la comunidad universitaria sobre el uso de los servicios públicos electrónicos mediante la utilización del DNI electrónico o cualquier otro certificado electrónico y mostrará las ventajas del uso de la Administración electrónica y de la oferta de servicios que la propia universidad tiene a disposición de la comunidad universitaria.

Como parte de las acciones de difusión, está previsto realizar la entrega de un lector de tarjetas inteligentes a los miembros de la comunidad universitaria que hayan sido dinamizados, iniciativa sujeta a disponibilidad y hasta fin de existencias, con la finalidad de facilitarles la realización de los trámites de forma telemática.

Invitamos a toda la comunidad universitaria a acudir al Edificio CRAI-TIC, del 26 al 30 de marzo para conocer las ventajas que implica realizar trámites como solicitud de becas y ayudas, matriculación, creación de empresas, búsqueda de empleo y muchos más".

No me digan que no es relaxante el mensajillo. Sí, he dicho relaxante, relajante no. Daría una botella de buen vino por verle la jeta al redactor o a la redactora. Y por enterarme de sus fuentes, por saber de dónde sacan los conceptículos estos. Porque me concerán ustedes que es bueno lo de ser dinamizado por un dinamizador. A lo mejor es un dinamizador tailandés y te dinamiza con sus propios pezoncillos, yo qué sé. O empieza a soltarte más palabros de esos y se va poniendo cachondo y acaba dinamizadísimo él también. No echemos en saco roto que el dinamizador es un dinamizador presencial y que los dinamizadores presenciales dinamizan el doble que los dinamizadores telefónicos y como diez veces más que los dinamizadores por carta con sello.

Relean y ayúdenme, por favor. Entiendo yo que es que el dinamizador te da una tarjeta electrónica para cuando quieras ir a los servicios públicos, servicios públicos o excusados que son electrónicos precisamente porque se abren con tarjeta o hasta pasando un DNI especial por alguna ranura. Como las tarjetas esas son inteligentes y no las lee cualquiera, el dinamizador te da un lector para que las lea, de donde se deduce que cuando tú necesites lo del servicio público llamas al lector para que te lea la tarjeta y luego ya vas a lo tuyo. Lo que no acabo de ver es cómo al final y allí puedes tú mismo hacer tus trámites de forma electrónica. ¿Te tienes que poner la tarjeta en algún lado, te auxilia el lector o es que basta llegar muy dinamizado?

Conclusión irrefutable: el dinamizador que te dinamice, buen dinamizador será. O dinamizadora. ¿No puede ser dinamizadora, según para quién y cómo? Por cierto, ¿dónde aprende uno a ser dinamizador? Y si hay dos dinamizadores, ¿cómo se llaman? ¿Dúo Dinámico tal vez?

Cantemos todas:

dinamízame, quédate conmigo,

que bajo mi rama tendrás abrigo...