14 abril, 2012

Nuestro rey, el de todos los españoles y tal

Es un sino fatal y todos sabemos lo que es eso. Épocas de ofuscación, tiempos de errores encadenados. Al poco tiempo de que tu mujer se mosqueara por los mensajitos de la de la ofi y porque aquella camarera te llamó con el diminutivo que supuestamente solo conocen los de tu pueblo, y justo el día que se te había metido en la cabeza que una sombra te seguía, te enrollas con la cuñada y, pese a que te parecía que alguien os espiaba dese la calle, te lo haces con la persiana subida, la ventana abierta y unas canciones de Perales en el viejo tocata. Luego, te dedicas durante semanas a mandarle a la cuñada en cuestión mensajitos encendidos y a guiñarle el ojo cada vez que te la cruzas en la comida de los domingos. Caes con ella y con toda la tripulación, por supuesto, y, muy en tu línea de esa temporada, es cuando buscas atenuante a base de declarar que antes te habías liado con la prima de tu señora y que nadie dijo ni mu. Al cabo de los días, quieras que no, te verás preguntándote qué te pasaba y cómo pudiste andar tan torpe o si será que inconscientemente ansiabas tu propia perdición y esa patada en el culo que todavía te escuece. Complejidades de la humana psique aliñadas con ceguera de varón.

Lo del Rey me recuerda ese tipo de entrañables desconciertos viriles. Con la mala suerte que, agazapada, esperaba la ocasión para su golpe traicionero. En otras palabras, que es como para descojonarse de risa. Está el hispano monarca hecho unos zorros y unas zorras y se marcha de caza a Botsuana mismamente. A cazar elefantes, que es lo mínimo que uno va a cazar a Botsuana, pues si se tratara de folclóricas y cabareteras ya las pillaba aquí mismo y a qué tanto viaje. Y tiene tan mala pate el hombre, que, tres días antes, su nieto de trece años se pega un tiro en el pie con una escopeta de caza. ¿No habría que hacer una reforma constitucional para requisar las escopetas a los de la casa real y los borbones en general? O para incapacitarlos y ponerles un tutor o una maceta.

A cazar elefantes, sí. Todo el día todo dios con la matraca de que los elefantes se acaban, de que hay mucha caza ilegal de pobres paquidermos para quitarles los colmillos, que si proteger la naturaleza, que si amparar las especies, que si prohibir las corridas de toros, y el imbécil coronado se va a África a matar al papá de Dumbo como el que se acerca al puticlub de la esquina a echar un polvo. ¿Será posible? Debe de tener muchísimo mérito y resultar de lo más emocionante apuntarle entre los ojos a un elefante. Más o menos, como fusilar gente ante las tapias del cementerio, pero con más luz y en manga corta.

Para colmo, empieza el pueblo a cuscarse en serio con lo de la crisis y las apreturas de dinero, y esta real calamidad se pone a tiro para que los periódicos cuenten que el ir a matar elefantes sale a unos treinta mil euros la pieza, más el viaje, los güisquis y el revolcón multcultural pagado que se supone que caerá, una vez que te metes en gastos. A la edad que tiene, con los huesos quebradizos que se gasta, con la mala potra que lo acecha de hace un par de años para acá, con los precedentes del descojone que se formó cuando lo pillaron en Rumanía disparando a osos borrachos, como el famoso Mitrofán, con la cantidad de gente que tiene a la monarquía enfilada porque salen caros y parecen tontos, amén de poco honrados, con el nieto en el hospital por imitar a los mayores, y a este borbonicón se le ocurre ir a cazar elefantes al quinto pino. Normales no son, para qué engañarnos.

La familia real, la familia real, tanto cuento con la familia real. Pues menuda familia de las narices. El abuelo pasando del nieto operado, la reina pasando del rey, la infanta pasando de su padre… Porque cuentan hoy los periódicos que la reina Sofía, esa de la que siempre se dice que es una auténtica profesional, se había marchado a Grecia a pasar la pascua ortodoxa con sus parientes y que no piensa volver antes de lo que tenía previsto. Qué diantre hace una reina de aquí celebrando una pascua ortodoxa o heterodoxa en Grecia, vamos a ver. ¿No habíamos quedado en que España no es Grecia? Y que la infanta Elena tampoco va al hospital en el que está su real progenitor porque tiene que inaugurar un rastrillo de unas damas diplomáticas. Bueno, un rastrillo no, una kermés, que es lo mismo pero con el dedo estirado y más collares. Eso, de propina, para que veas cómo está también la diplomacia. La otra hija tampoco puede venir de EEUU porque está casada con uno que robaba y a lo mejor la trincan a ella también y mejor no dejarse ver mucho, aunque a su lugar en la línea sucesoria de la corona no renuncia la tía.

Si esto lo hubiera puesto Berlanga en una película suya, le habrían dicho que qué exagerado y de qué iba. La escopeta nacional real. Los hados gastan estas bromas. En el fondo todo cuadra y acabas pensando que nada hay sin razón suficiente y que Dios no existirá, claro que no, pero unos trasgos burlones sí que andan por ahí. El Rey y la familia real acaban presentándose como la perfecta caricatura y la completa síntesis de todos los defectos, las hipocresías y las miserias de esta sociedad católica y desalmada. Seguramente será su definitivo y más alto servicio al Estado. Colectiva apoteosis.

6 comentarios:

Juan Campal dijo...

Coincidís en la foto, como mínimo. Pero si un desliz o con Liz, lo tiene cualquiera.
http://alejandrocespedes.blogspot.com.es/

tahtee dijo...

¡Qué placentera sorpresa la lectura de este blog! El punto justo de reflexión, ironía y torpedos a la línea de flotación, en una prosa excelente. Felicidades, procuraré seguir sus artículos.

un amigo dijo...

Y la apoteosis de la debacle del mamarracho y sus excrecencias, un 14 de Abril, jeje.

Karma, puritito karma.

Salud,

Anónimo dijo...

No es cierto que el Rey estuviera en Botswana cazando elefantes... estaba allí, en representación de una ONG de defensa de los animales, para matar los piojos y las chinches que hacen la vida imposible a los pobres elefantes. Lo del rifle que se ve en la foto es por si aparecía algún león u otro bicho peligroso.

Por suerte, se recuperará pronto y, como ha dicho el príncipe, "está muy animado, deseando levantarse y volver a la actividad".

Rogelio dijo...

Casi prefiero que esté cazando elefantes o ladillas a que vaya a cambiar cromos con todos esos hermanos putativos, de continentes próximos y no tan próximos, en los que el trueque lo acabamos pagando los primos, para que así todo quede en familia.

Desde la caverna de Platón dijo...

Lo que da más grima del caso es lo viejuno que resulta el asunto. Esto de cazar elefantes ya estaba caduco en los setenta. Es como de serie en blanco y negro, el león Daktari, el tipo con el sombrero Salakov, la caspa sobre los hombros, el negrito risueño y zumbón... Da cosa, repelús, antea. ¿Y así se entretienen estos ricos estúpidos?
P.S.: Profesor García Amado, sigue siendo usted imprescindible.