18 septiembre, 2012

Cómo echarse una buena novia



                Hace una temporada que ando con ganas de escribir esta frivolidad bien seria. Veo tantos desastres un día tras otro… Escoger pareja es asunto capital  en el que nos jugamos partes interesantes de la vida, la calma y a veces otras cosas. Así que no vendrá mal un poco de seso y tomarse la empresa con algo de análisis y con la frialdad posible dentro de un orden.

                Hoy los consejos serán para el varón que busque compañera con propósitos de estabilidad y sin clara fecha de caducidad. Otro día, si acaso, las asesoramos a ellas, que falta les hace también, y para eso conoce uno de primera mano las tachas de los de su sexo.

                Vamos allá con las indicaciones y que los dioses repartan suerte al que la merezca.

                1. Fíjate en su madre. No es regla que carezca de excepción, pero si quieres imaginarte cómo será esa chica dentro de quince, veinte o treinta años (el tiempo vuela), echa un vistazo a su progenitora. De jóvenes, todos tenemos un pasar y raro es quien no está guapo por algún lado, o por muchos, pero para la mayoría los años son inclementes. Todos envejecemos y el primor de los veinte no dura para siempre, pero hay maneras de volverse mayor. Si esa mujer que te gusta tiene una mamá que antes de los cincuenta o cincuenta y tantos se ha puesto papuda, gordísima, arrugada como una pasa o sencillamente monstruosa, ojo al dato: esos genes los lleva la niña de tus ojos y se manifestarán traicioneramente. Otro tanto si la buena señora mamá se ha vuelto rarilla, tirando a insoportable, grosera y con muy malas pulgas o quejosa de cuanto se mueve.

                La contraria también vale, por supuesto. Si la candidata a suegra se mantiene lozana, vital y con un carácter agradable hasta en la adversidad, hay esperanza y buenos presagios.

                2. El sexo no es lo más importante, pero casi. Al principio todo son glorias y el entusiasmo empaña el juicio. En los comienzos, un beso vale hasta por tres polvos, pero luego la falta de polvos no se cambia por besos. Calcula a plazo un poco largo, si es que plazos te planteas. Por de pronto, la fémina que ya es sexualmente latosa desde el principio, remilgada desde los primeros achuchones, atiborrada de prevenciones, cargada de complejos que no procesa o nada generosa en sus manifestaciones erótico-afectivas se convertirá, con altísima probabilidad, en un bichejo que también en la cama habrá de amargarte o aburrirte, que no se sabe qué es peor.

                Claro que con el tiempo y la compenetración se mejora un poquito. Pero poco. Si acaso, se gana en resignación. Es bastante más lo que se degenera y las amarguras se multiplican mejor que las satisfacciones. Cierto que si tú mismo eres un torpón y un cantamañanas con pito, será ella la que con razón se harte, pero ese análisis toca otro día, cuando hablemos de novios. Ahora, sentado que lo tuyo tenga arreglo, no te fíes de la contraparte ni un pelo cuando te insista en que  va a cambiar después de la boda o del primer hijo o en la casa nueva o cuando sus padres se vayan de vacaciones o cuando tenga menos estrés. Falso de toda falsedad. Quien de joven no se relaja con el mimo carnal y no lo disfruta con fruición y sin disculpas ni comeduras de cabeza será con el paso del tiempo un carcamal amatoriamente lamentable y menos tentador que una muñeca hinchable.

                3. El materialismo razonable no está reñido con el amor. No seas antiguo, la vida con un ama de casa tiene poquísimo encanto, salvo que te vaya eso de sentirte el hombre de la casa porque eres el único que lleva dinero o porque te pongan las zapatillas calentitas al llegar. Primero, porque los de las zapatillas se acaba en una temporada, eso seguro. Segundo, porque es conveniente tener de qué hablar y que cada uno aporte para contar de los suyo. Tercero, porque a la que va a trabajar no la verás todo el día en chándal o llevando en la cabeza la pañoleta que se pone para limpiar el polvo, el de los muebles. Cuarto, y principal, porque la vida está muy azarosa y con un sueldo, aun decente, no da para holguras ni demasiadas alegrías. En resumen, en cuanto la candidata te espete aquello de si tu quieres yo me ocupo del hogar y te tendré como a un rey, o lo de me encanta cuidar los niños y van a estar mucho más felices y sanos si yo los atiendo, echa a correr y no pares, pies en polvorosa. Si sucumbes, acabarás sintiendo que duermes con la asistenta: con la misma asistenta cada noche, ojo.

                4. Hijos, los imprescindibles, o menos. Ya sé, una de las conversaciones más tiernas en pareja que todavía está verde y hace planes es esa en la que él le dice a ella que le gustaría tener tres y ella le responde que siempre soñó con familia numerosa, cinco mejor que cuatro. Trampa saducea. Los hijos están muy bien, los queremos mucho, damos la vida por ellos si hace falta, y todo eso. Pero la pareja más interesante y prometedora es la que pone por delante del débito reproductivo otros placeres, placeres a dos. Créeme, si una dama te quiere para que tengas con ella cinco hijos, no te quiere por ti, te quiere por los hijos, y terminarás celándote de ellos mientras por causa de ellos se te fastidió todo disfrute conyugal, o poco menos.

                Sé que es difícil aplicar con frialdad este criterio, pero hay pistas que ayudan. Por ejemplo, si la novia tuya se pasa el día dándote la matraca con cada niño que ve, y que míralo que rico y qué gracioso, o hablando y hablando de sus sobrinos o de los retoños de sus amigas como si no hubiera tema mejor, alármate, desconfía, pues cuando esté con los suyos no tendrá ojos ni manos para otra cosa, y menos para ti. Es peligrosísimo ese tipo de mujer que se siente colmada con la maternidad y en ella encuentra el sentido de su vida, ya que el único sentido que tú le aportarás será el de padre de ellos, no el de pareja para vivir guapamente juntos.

                6. Si no es tonta, mejor. Este consejo, como los anteriores, también es reversible, y ya les diremos a ellas lo que importa no liarse la manta a la cabeza con un cabeza hueca, de los que abundan. Pero tú, amigo, considera que, pasados los fulgores de la primera temporada, uno de los elementos más importantes de la convivencia a dos, junto con el sexo, es la conversación. Son muchas comidas juntos, muchas sobremesas, fines de semana, vacaciones, una eternidad de horas y días. Las mujeres con poco cacumen, las simplonas del todo, las que con nada ocupan su mente y no hallan más entretenimiento que la telebasura, las revistas del corazón o el cotilleo vecinal son una carga insoportable, un castigo auténtico. ¿Que peor será estar solo? Lo dudo mucho, créeme. Al menos, si hablas solo, hablas de lo que te interesa y tú te escuchas. Y para tener en casa nada más que un cuerpo, en el mejor de los casos, vale más alquilarlo o buscarse algún sistema de leasing.

                Que no, no exageremos, tampoco se trata de que con cada almuerzo haya que comentar a la mesa las últimas incidencias de las revoluciones árabes o los vaivenes de la prima de riesgo, no es eso. Ni las nuevas doctrinas sobre el concepto heideggeriano de Dasein ni los más recientes descubrimientos sobre la movilidad de los neutrinos. Nada más que se trata de esto otro: si tu pareja comunicativamente no te aporta más que la más boba de las vecinas, mejor será que te dediques a las vecinas bobas en fila de a tres, en lugar de ponerte a vivir con esa falda descabezada. Ah, ¿que te gusta sentir que el listo y el culto y el informado eres tú? Vale, entonces tienes lo que te mereces y ya les diré a ellas como librarse de los de tu clase.

                7. Que no se cele ni te aísle ni te meta en un cercado. La diferencia entre una pareja posesiva y castrante y un carcelero en toda regla está nada más que en los métodos, pero el efecto es el mismo. El carcelero no llora si no lo atiendes a él todo el día, esas esposas sí; el funcionario de prisiones no se inquieta si recibes cartas o tienes visitas, esas esposas sí. Pocos varones más desgraciados y tristones que aquellos que antes tenían amigos y los perdieron todos por seguirle el cuento a la mujer que los quiere todo el día a su vera y nada más que a su vera, ningún animalillo más acorralado que el marido que es retenido en una cerca de llantos y lamentaciones. Quien todo el día te echa de menos acabará haciéndote de menos. También de esto suele haber indicios tempranos, como cuando a los tres días de salir con una chavala ya empieza a malmeter contra tus amigos, a ponerle pegas a tus hermanos o a convencerte de que todos tus compañeros de trabajo te están haciendo la cama porque eres un poco ingenuo y que ella te protegerá de tanto males que en la vida social te acechan, so tontín.

                8. Mírala por la mañana. Nunca, pero nunca, te embarques en compromisos a medio o largo plazo antes de haber visto a tu pareja completamente al natural, lo cual suele ocurrir por las mañanas. Es muy posible que no la reconozcas o que hasta te asustes bastante. Ten en cuenta que tal como al principio la veas al empezar el día, la tendrás que soportar más adelante a jornada completa. Digámoslo más claro: si durante los paseos vespertinos, en el cine y en ese restaurante tan íntimo ella lucía un magnífico cutis, una piel brillante y tersa y un pelo lleno de gracia y hasta tenía tetas, pero cuando abres los ojos al comenzar el día a su lado te viene la impresión de que te la han cambiado o le han robado los encantos, piensa que es ahora cuando la contemplas tal cual es y no como se te muestra para darte el pego. Pase lo de las gafas de culo de botella, pase, pero si los rizos se han esfumado, si ciertas partes de aquel cuerpo que te enloquecía se han deshinchado cual globo mal anudado, si aparecen granos donde recuerdas tersura, si hasta surgen michelines en lugares que te parecían sin grasa, mal asunto. Y, todavía más decisivo, si al empezar la jornada su carácter afable de ayer mutó en regüeldos de camionero, su mesurado hablar en rictus de posesión diabólica y su ternura en desplantes con púas, acabas de descubrir la naturaleza auténtica de  quien te anda seduciendo con disfraces. Huye y no vuelvas la vista atrás, pues, si te quedas, ya sabes lo que te espera cada día y a todas horas.

                9. No solo de amor vive el hombre, también es rica la comida.  A lo mejor eres un perverso y sólo te ponen las especialistas en dieta, o pesas ciento veinte kilos y deseas más que nada adelgazar y mantenerte con buen tipo. Entonces te puede convenir la que sólo prueba lechugas poco aliñadas y unos sorbitos de leche desnatada. En caso contrario, busca una mujer que también disfrute en la mesa y con la buena mesa. Si una mujer está obsesionada con la dieta y no se permite jamás de los jamases un buen chuletón, se acabarán para ti los chuletones, pues terminarás por comer igual que come ella. Qué tristeza esos amigos nuestros a los que de solteros o desparejados veíamos zampándose unos callos con garbanzos, unas lentejas con tocino y chorizo, unas manos de cerdo pecaminosas, una fabada de reglamento más una dosis de arroz con leche, todo ello regado con un tinto potente y seguido de un brandy o unos chupitos de orujo y que, ahora, desde que tienen novia o señora, no pasan de las verduritas a la plancha y sin aceite, de la ensalada de repollo o del pescado cocido y sin mayonesa, acompañado de agua mineral y culminado con una infusión de alguna hierba del Tibet. Repara en su mirada triste, en su párpado arriado, en el rictus amargo de su boca, y así sabrás lo que pasa cuando estás con una mujer más preocupada por la báscula que por tus entretelas.

                10. Cuéntale tus planes, aunque sean de mentira, y observa cómo reacciona. Es muy conveniente detectar a tiempo a la mujer secante. Desde luego, es un tipo humano que abunda más todavía entre los hombres que quieren anular a sus mujeres, pero vuelvo a decir que ese será tema para otro post. La mujer secante es aquella que no busca como compañero a un hombre interesante y feliz, sino a un macho suyo, de su estricta propiedad, cueste lo que cueste y aunque cueste ir haciéndolo una piltrafilla frustrada. ¿Cómo se puede ver a tiempo si se está ante un espécimen así? Muy sencillo, cuando la relación esté encarrilada, pero antes de que sea demasiado tarde, dile a tu chica que a lo mejor dentro de un par de años te marchas seis meses a Berlín con una beca, o que en tu empresa quizá te asciendan y te trasladen de ciudad un par de años, o que cuando estés más tranquilo te gustaría estudiar otra carrera. Si pone pegas, si insiste en que cómo vais a dejar ese pisito que estáis arreglando, si se empeña en que es mucho más bonito que tengáis tiempo para ir al cine o que ya urge tener niños y que ya sabes que atan mucho, el diagnóstico es inevitable, estás ante una especialista en poda masculina. Y ni te cuento si el obstáculo que aduce o que tú adivinas es que por nada del mundo, y tampoco por ti, acepta alejarse unos cientos de kilómetros de su madre o pasar unas navidades sin sus hermanas y sus sobrinos. Tú no podrás volar si tu señora te está preparando una jaula, aunque sea la misma de ella y te jure que seréis muy dichosos al compartirla.

11 comentarios:

Orballo dijo...

Quizá le falte mentar que las características propias que ha de esgrimir el pretendiente para alcanzar satisfactoriamente la meta propuesta son las mismas aquí exigidas al género femenino, más allá de complementarlo con la futura guía para el género opuesto.

Un placer leerle, como siempre.

Exiliado dijo...

Estoy de acuerdo con algunos criterios y en desacuerdo con otros pero me sorprende no ver ninguna referencia a un nivel mínimo de integridad moral. No se trata de emparejarse con Kant pero sí de elegir a alguien que me va a dejar en la estacada si surge un problema o una “oportunidad mejor” o que tiene por única ley la del embudo.

Anónimo dijo...

Una guía cojonuda. Lástima que me llegue veinticinco años tarde. Se la pasaré a mis hijos.

caramalo dijo...

Amén.

yatengobusco dijo...

Pues no sé ¿Durará tanto la monogamia?

Anónimo dijo...

Jiménez de Asúa recogía unas muy interesantes y aclaradoras reflexiones de Gregorio Marañón sobre qué sucede durante la menopausia y afirmaba: “En la menopausia ocurre una transformación morfológica heterosexual, que se caracteriza por la aparición en la mujer de ciertos signos sexuales masculinos, como robustez general, la voz grave, el vello en la cara y del tronco, etc. El estado psíquico se transforma en igual sentido, adquiriendo la hembra una energía, a veces una agresividad que antes no tenía, y que la acerca a la norma psicológica del varón. La hipertrofia de la corteza suprarrenal y la decadencia de las hormonas ováricas son la causa. Muy justamente dice Gregorio Marañón que el tipo de la suegra no es invento falso de los escritores satíricos, sino una realidad viviente.”

Juan Antonio García Amado dijo...

Menudo elemento estaba hecho Gregorio Marañón en estas materias. Lo cita en abundancia Castán Tobeñas en sus obras sobre (contra) los derechos de las mujeres y es toda una antología de viejo machismo. Lo que no quita para que haya que estudiar con el debido detenimiento estas consideraciones sobre las suegras. Con todo, el post no trataba de cómo echarse una buena suegra, complicada misión.

Anónimo dijo...

bueno
quedamos a la espera de la versión
"como echarse un buen novio"

Carmen dijo...

Un alto porcentaje de las nenas, salen al padre. Ju.


Un cordial saludo.

Anónimo dijo...

Vamos a esperar al post sobre el sexo contrario a ver que tal. Un saludo

Aniña (@vampyevil) dijo...

madre mia todo eso?
jolin! yo no sabia que había que pasar tantos requisitos!
besitos