18 diciembre, 2016

Corruptos



 (Publicado hoy en El Día de León).
                Permítame el amable lector que le pregunte cuántas diferencias sustanciales ve entre estas dos situaciones que a continuación le voy a describir. Primera. Soy profesor universitario y estoy calificando los exámenes finales de mis alumnos. Me llama por teléfono el padre de uno de ellos y supongamos que es pariente mío, o viejo amigo mío, o vecino, o del partido político en que milito, o dueño del restaurante en el que ceno algunos sábados, y me dice que su hijo estudia mucho pero que no le cunde y anda algo deprimido y que la familia necesita que termine de la carrera y empiece a ejercer la profesión. Yo veo que ese estudiante ha hecho un mal examen y merece suspender, pero lo apruebo por hacer ese favor, y así se lo explico al padre que queda feliz y agradecido.
                Segunda situación. Yo soy alto funcionario o alto cargo de una administración pública (ayuntamiento, diputación, consejería, ministerio…) y tengo la voz cantante a la hora de adjudicar un contrato público a alguna de las empresas que a él aspiran. Me telefonea el gerente de una de ellas, que es amigo de hace tiempo, y me explica que la empresa pasa una pequeña crisis, que ese contrato le vendría de perlas y que nunca olvidará mi gesto si consigo que a ellos les caiga esa adjudicación. Y se lo doy aunque no le corresponda.
                Ahora intentemos responder a estas preguntas. ¿Se podría decir que soy un corrupto si así actúo, tanto en un caso como en el otro? Sí. Cambia el valor de lo que está en juego, pero en ambas tesituras decido torcidamente, pues me salto la regla que me obligan a ser imparcial y a velar por el interés general y obro para favorecer a quien no debo, incluso en perjuicio de terceros. Entonces, ¿es igualmente corrupto el que acepta una recomendación de un amigo o pariente y aquel que recalifica un terreno para dar ganancia a un conocido o un familiar? Sí. Hay diferencia en el valor de lo que se dirime, pero la actitud es la misma en los dos casos. Y que a nadie le quepa duda de que si yo incurro en esas corruptelas como profesor, de la misma manera procederé si soy concejal, presidente de un tribunal de oposiciones, alto funcionario que emite informes, etc. Lo que pasa es que las grandes corrupciones no están al alcance de todos, sino únicamente de los que tienen mucho poder. Los otros se conforman con las corruptelas pequeñas, a su nivel…, mientras no se presente la ocasión para hacerla más gorda.
                Se me dirá que hay en mis ejemplos un detalle no desdeñable, ya que tanto el profesor como el algo cargo o funcionario que he traído de muestra no cobran por el detalle, hacen un favor indebido, pero no lo venden. ¿Será muy relevante este matiz? Yo creo que no y que, permítaseme la comparación, prostituto es igual el que entrega su cuerpo por dinero que quien que lo ofrece esperando algún favor o para que le deban uno y se lo paguen de algún modo. De la misma manera, me parece que tan reprochable, por corrupta, es mi conducta si apruebo al hijo suspenso de mi amigo porque este me va a regalar a cambio un jamón de Jabugo o un reloj de cuatro mil euros, o si se lo doy gratis para que me quede a deber y sea yo el que pueda pedirle mañana a él un favor ilícito. Cambia el precio, sí, y hasta la manera de cobrarlo, pero no la fea naturaleza de mi acción ni mi condición de sujeto poco decente y dispuesto para la venta.
                ¿Y el que pide el favor? Habría que analizar despacio. Puedo entender mejor al padre que busca recomendación su hijo que al profesor que entra al trapo. Pero, salvando las distancias que haya que salvar, podríamos también decir que si no hubiera heroinómanos no habría tráfico de heroína. La corrupción, igual, también funciona en un mercado en el que hace falta tanto la oferta como la demanda.
                Hagamos examen de conciencia. Cuando buscamos una influencia para adelantar en la lista de espera en la Seguridad Social o para que nos aprueben al novio o la novia en unas oposiciones o para que un puesto no se lo den al más preparado, sino al amante de uno o una, no somos tan distintos, en el fondo, de alguno de esos empresarios que untaban a los Pujol y compañía. Y cuando para quedar bien y ganar poder, influencia o mera simpatía de alguien burlamos las normas y damos trato preferente a quien no debemos, aprobando un examen, colando al que estaba más atrás en la lista, etc., no mostramos un talante tan distinto del de esos corruptos que pueblan los banquillos de los tribunales y a los que en el bar criticamos con tanta saña.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y el funcionario que hace a escondidas en las dependencias ministeriales la fotocopia a un artículo de un profesor de filosofía del derecho al que siempre lee con delectación? ¿También él es un corrupto? ¿Cuándo un calvo llega a serlo?

IuRiSPRuDeNT dijo...

Como reflexión esta muy bien. Basta con acudir al nuevo testamento, Jn 8 (1-11) "El que esté libre de pecado que tire la primer piedra".
El ser humano posiblemente sea corrupto por naturaleza... Para eso están las normas. Para eso está el derecho penal. Para graduar.
Está la legislación sobre contratación pública.
Está la normativa de habilitados de carácter nacional; tal que me doy de baja para no hacer informes... Tal que solo emito informes cuando son preceptivos y cuando toca, constriño la cosa a lo mínimo imprescindible por aquello de que la ley no me pide más. Tal que los expedientes que entrego a la oposición los llevo sin registro alguno. "papel mojado" ¿Alguien se ha preguntado como se formalizan los expedientes en la mayoría de los municipios? uy¡¡¡¡¡ Pero si los habilitados de carácter nacional parecen reyes magos, parecen los sumos sacerdotes... Pueden meter y sacar con una ligereza pasmosa.
Y no hablemos de aquellos políticos que desbarran en la prensa hablando de que no les dan información sobre no se cuantos contratos, cuando con una minoría de nada pueden pedir un informe al habilitado de carácter nacional y pillar por los huevos el tejemaneje que denuncian en rueda de prensa....
Uyyy y no hablemos de esos habilitados de carácter nacional nombrados por diputaciones para hacer sustituciones sin ser personal de ellas por un acuerdo de no se que payasadas con el colegio oportuno...
Es curioso que esa idea de poner valores al mismo nivel para calificar a alguien de corrupto venga casi siempre de gente a la que le molesta que el status quo se tambalee por algo evidente "que el estado español está empapado en corrupción"
Hablo de los habilitados de carácter nacional porque los considero a nivel local la piedra angular para luchar contra la corrupción en ayuntamientos. Y hablo de ayuntamientos porque parto de la idea de que si no somos capaces de identificar los corruptos en nuestras administraciones más próximas... si no somos capaces de identificar la corrupción nada más salir a la calle poco podremos hacer... para ver, y palpar la corrupción a nivel estatal.
Recuerdo a mi abuelo hablar en aquellas épocas en las que los del pueblo tenían que poner dinero de su bolsillo para arreglar las cosas del pueblo... aquellos señores pedían cuentas de la última peseta gastada en el pueblo... aquello era transparencia. Esta fue la reflexión navideña... el pero fue que abrí el santo debate de la dictadura y se mezclaron las churras con las merinas.
Quizás la vía sea que nos arruinen a todos hasta quedarnos sin nada para así, de esta guisa nos entre un apretón de valores por necesidad... Quizás si arruinados viniera otra dictadura lo mismo no poníamos con las misma ligereza, al mismo nivel, distintas situaciones para decir que todos somos corruptos.